Un 2 de diciembre de 2000, el puertorriqueño Félix “Tito” Trinidad y el mexicano Fernando “El Feroz” Vargas subieron al escenario del Mandalay Bay de Las Vegas, para protagonizar un combate que dejó su huella en la historia.

Hace 25 años, los fanáticos del boxeo rentado estuvieron aferrados al borde de sus asientos mientras dos legendarios gladiadores batallaban en medio del ring.

El 2 de diciembre de 2000, el puertorriqueño Félix “Tito” Trinidad y el mexicano Fernando “El Feroz” Vargas subieron al escenario del hotel Mandalay Bay en Las Vegas, Nevada, para protagonizar un combate que dejó su huella en la historia.

La pelea estuvo repleta de caídas, golpes bajos, drama y 25 años después, es catalogada como una de las más recordadas y discutidas en las historias de ambos.

Trinidad y Vargas eran campeones de las 154 libras. Un duelo entre ellos era inevitable. Trinidad ostentaba la faja de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) y Vargas, de a penas 22 años, el cinturón de la Federación Internacional de Boxeo (FIB).

Durante los encuentros frente a los medios para promover la función, Vargas -pese a su juventud- no fue tímido al expresar su desagrado hacia Trinidad que venía de otras dos grandes reyertas -Oscar de la Hoya y David Reid), quizás, motivado por la histórica rivalidad entre Puerto Rico y México. Ambos estaban invictos en pleno apogeo.

Félix Trinidad Rodríguez, padre, recordó los sucesos dentro del ring y los efectos que la pelea tuvo en cada uno.

“Parece que fue ayer”, dijo Trinidad Rodríguez con un grado de nostalgia.

“La discusión es que fue la pelea más emocionante, no solamente en la carrera de Tito, posiblemente una de las más emocionantes en la historia. Los dos tuvieron sus momentos. Fue una gran pelea y crédito a los dos porque de eso es que se trata, dos boxeadores con gallardía y talento”.

Trinidad abrió el pleito buscando un espacio para colocar uno de sus devastadores ganchos de izquierda. Con la velocidad de un relámpago, el boricua acertó en el mentón derecho de Vargas, quien tambaleó hasta caer a la lona. Una vez se recuperó, Trinidad se lanzó sobre el rival con la intención de ponerle punto final. Aunque Vargas regresó al suelo, no legó el golpe para definir el pleito a su favor.

“Diría que, sin temor a equivocarme, fue la pelea que más golpes, Tito tiró y falló. Por alguna razón, se desesperó y no conectó como debía. Tito no tuvo ese control en los remates que siempre tenía. Casi todos los golpes no dieron y eso provoco que la pelea llegara a los 12 asaltos”, recordó Trinidad Rodríguez, padre.

Trinidad también fue víctima de una caída y, además, de recibir una punzada con el pulgar de Vargas en un ojo que le afectó la visión. Aún, los gladiadores intercambiaron en el centro del ring, pero Vargas proyectaba desgaste a medida que pasaban los episodios.

Sin embargo, unas controversias no podían faltar. Trinidad conectó un golpe bajo que despertó las quejas de Vargas que le costó un punto al puertorriqueño.

Antes de culminar el duodécimo, Trinidad nuevamente fue preciso, particularmente con la recta de derecha que Vargas, quien finalmente sucumbió ante el castigo acumulado.

“Siempre se ha dicho que es la más dura de Tito. Recibió bastantes golpes. Él (Vargas) ha dicho que el golpe bajo le afectó, pero nada de eso fue intencional. Había un poco de desorganización de Tito en cuanto al control de tirar los golpes. Por eso vino ese golpe (bajo). No fue una estrategia ni nada que se parezca”, afirmó Trinidad.

“No le podemos quitar méritos a Fernando Vargas porque es tremendo peleador. Tenía los pantalones bien puestos en la cintura, pero se dio con alguien que es un clase A también”, concluyó.