Para algunas personas, las fiestas pueden representar tristeza, nostalgia o incluso dolor. Las razones son diversas.
La temporada navideña en Puerto Rico comienza casi tan pronto como llega la primera semana de noviembre. Es una época que muchos asocian con alegría, música, familia y fiesta, y para muchos es el momento más esperado del año. Sin embargo, esa no es la realidad de todas las personas, y es importante recordarlo ahora que se acerca el Día de Acción de Gracias y entramos de lleno en esta temporada.
Para algunas personas, las fiestas pueden representar tristeza, nostalgia o incluso dolor. Las razones son diversas: la primera Navidad sin un ser querido, dificultades económicas, la pérdida de un empleo, conflictos familiares, situaciones de salud física o mental, o incluso el peso emocional de lo que ocurre en el país. En ocasiones, hasta la presión social de “tienes que estar bien” puede aumentar el malestar.
Por eso, hablar de empatía en esta época no es solo un recordatorio bonito; es una necesidad. La empatía es la capacidad de reconocer y comprender lo que la otra persona siente. No significa asumir su emoción ni resolverle la vida, sino validar que su experiencia es legítima y digna de atención. Y algo importante que debemos recordar: ser empáticos no nos quita alegría ni la magia de las fiestas; al contrario, la hace mayor. A veces pensamos que, si nombramos el dolor de alguien o reconocemos que no la está pasando bien, “dañaremos el ambiente” o “apagaremos la celebración”, cuando ocurre exactamente lo contrario. Cuando validamos, acompañamos sin juicio y permitimos espacio para la diversidad emocional, contribuimos al bienestar individual y colectivo. Estoy convencida de que esa es una forma real de vivir y reflejar el espíritu navideño.
Existe evidencia científica de que, en distintos contextos, sentirse escuchado y validado puede disminuir significativamente el estrés emocional, fortalecer la conexión humana y motivar a las personas a buscar ayuda profesional cuando la necesitan. No siempre podemos hacer grandes cosas o resolver todas las situaciones, pero con gestos pequeños se pueden lograr cambios profundamente significativos.
Por eso, a continuación, te comparto algunas recomendaciones sencillas para practicar la empatía en estas fechas:
La Navidad es alegría, pero también es humanidad. Podemos celebrar, reír, reunirnos y disfrutar, y al mismo tiempo reconocer que no todas las personas viven esta época con la misma energía. La empatía no resta; suma. Suma conexión, alivio y un sentido más profundo de comunidad, y contribuye al bienestar individual y a una sociedad más compasiva.
Quizás, más allá de los adornos y la música, este sea uno de los regalos más valiosos que podemos ofrecer: mirar alrededor con sensibilidad y recordar que apoyar emocionalmente también es parte del verdadero espíritu de la Navidad.
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