Encuestas que proyectan estados de ánimo
¿Qué consecuencias electorales podría deparar la pérdida de popularidad del gobernador Pierluisi?
En un momento dado de la historia, el modo de medir el índice de popularidad de un habitante de la ciudad española de Sevilla se medía por el tiempo que le costaba atravesar su calle más emblemática, Sierpe. A lo que se prestaba atención era a las veces que el aludido habitante se detenía a saludar a conocidos. En San Juan, una calle homóloga, un sismógrafo urbano de la popularidad de un habitante, podría ser la Avenida Ponce de León.
Si tomáramos en consideración los resultados de la última encuesta realizada por una de las empresas demoscópicas más reputadas del planeta, Atlas, sobre la popularidad y la aceptación del gobernador Pedro Pierluisi Urrutia, parece ser que este batiría cualquiera de sus récords anteriores con respecto a la rapidez con la que transitaría la referida calle, en caso de que decidiera caminarla y no transportarse a través de su vehículo oficial, pues según los resultados de Atlas no muchos ciudadanos querrán que se detenga para saludarlo.
Atlas intima que dos de cada tres puertorriqueños, de los 2,200 encuestados aleatoriamente, desaprueban, en términos generales, la gestión del actual gobernador; solo un 26% la aprueba, quedando en el limbo de la duda el 6.5% restante.
Se podría alegar, para restar credibilidad a los porcentajes, que se trata solo de una encuesta, incluso circula en los ambientes conversacionales de los cafés, bares y restaurantes isleños que las encuestas están amañadas, cuando menos orientadas, que responden a los intereses de quien las encarga. Pero Atlas parece ser otro tipo de encuesta, otro estamento de la demoscopia que puede presumir, entre sus últimos éxitos adivinatorios, de haber acertado los resultados de las elecciones argentinas.
Entonces, con respecto a nuestra isla, supongamos que Atlas acierta, que algunos alegados errores de Pierluisi, en la gestión de mi país y el tuyo, le han hecho perder el apoyo popular que, dicho sea de paso, no difiere apenas del porcentaje de votos obtenido en las elecciones generales del 2020, cuando con apenas un 33.2% de los votos ganó la gobernación.
¿Qué consecuencias electorales podría deparar la pérdida de popularidad del gobernador Pierluisi?
Pudiese ser que ninguna, que pese al aparente rechazo en el desempeño de su gestión, pese al señalamiento masivo de la corrupción como estigma dimanante del Gobierno, que pese a la pésima percepción de los encuestados sobre el sistema eléctrico patrio y también pese a la percepción –esta más íntima–, pero también mayoritaria, de la mala salud fiscal de sus economías personales o familiares, Pierluisi pudiese ser reelegido como candidato de su partido, en primarias y en las generales de noviembre, como gobernador. O pudiese ser lo contrario, y parafraseando al Derecho por aquello de que ningún caso está ganado antes de celebrarse el juicio, tampoco ninguna elección está ganada (o perdida) antes de que el pueblo manifieste su voluntad en urnas.
El primer domingo de junio están pautadas las primarias en las que los afiliados de cada partido escogerán al candidato que competirá en las elecciones generales para administrar el poder territorial, y ahí es donde Pierluisi podría tener el escollo más grande, puesto que la actual comisionada residente, Jenniffer González Colón, está retando al actual mandatario para obtener la candidatura a gobernadora en las próximas elecciones generales.
Por muchos es conocido que dicho anuncio no fue necesariamente bien acogido por algunos simpatizantes del PNP que la tacharon de desleal. Además, pese a su innegable habilidad política, pese a gozar de la simpatía de una parte del pueblo (por su cercanía y conexión con las calles y los barrios), entre otras cosas, y posiblemente por razón de varios tropiezos estratégicos que ha tenido como parte de su campaña, la encuesta de Atlas refleja que la imagen de la Comisionada, entre los suyos, de ser merecedora de ocupar el máximo puesto de la cadena de administración colonial, se ha ido desinflando y, si las primarias de junio se celebraran hoy, no parece ser probable que González Colón pueda desbancar a Pierluisi Urrutia.
Así las cosas, si el actual gobernador supera el obstáculo de prevalecer electoralmente entre su propia gente, como parece sugerir Atlas, éste se enfrentará a un escenario electoral tan incierto, por desconocido, como sugestivo para los analistas políticos.
No digo nada nuevo si predigo que ninguno de los candidatos restantes que competirán, en las elecciones generales de noviembre, obtendrá una mayoría significativa. Se augura que los resultados podrían ser tan cercanos como en las elecciones generales del 2020 y que, de nuevo Pierluisi, pese a la baja en popularidad manifestada por más de dos terceras partes de la población seleccionada (variopinta de ideología, según revela la propia consultora Atlas), podría resultar reelegido, ayudado por una proliferación de nuevos partidos que propiciaría una dispersión del voto.
Precisamente, dos de esos partidos, el histórico PIP y el emergente Movimiento Victoria Ciudadana, cuajaron una alianza que conllevará la presentación de un candidato único a gobernador que aunaría votos de los simpatizantes de ambas colectividades, y quién sabe si las de alguno de los numerosos puertorriqueños desencantados con la vieja política, con la alternancia entre el PPD y el PNP. Este nuevo matrimonio político podría introducir un factor inédito que arroje un resultado sorprendente hasta el punto de que el próximo gobernador de la isla pudiese no pertenecer a ninguna de las dos colectividades tradicionales, PPD o PNP.
Nada está decidido; mientras llegan, primero junio y después noviembre, puede que vean a Pedro Pierluisi Urrutia caminando por la Avenida Ponce de León a todas horas, saludando a la diestra y a la siniestra, tratando de recuperar la popularidad perdida. O la que nunca alcanzó, quién sabe.
Vea:
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