En momentos en que la implementación del Impuesto sobre Ventas y Uso (IVU) agrandado sube los precios del consumo, las escapadas gratuitas a la playa y a los bosques, así como los 'get-together' parecen ser las opciones predilectas de los jóvenes puertorriqueños en su agenda de salidas veraniegas.

Esto a juzgar por entrevistas hechas a jóvenes entre 20 y 25 años sobre la etapa veraniega, que a diferencia de otros años, han puesto un freno a sus bolsillos y prefieren las salidas lo más baratas posibles.

'A mí me gusta estar relajado en un buen ambiente, con buena música y buenas amistades… Y ahora se le añade el buen precio, que en estos tiempos de IVU size plus es más difícil', lamenta Cristian Arroyo.

El joven, que dice tener alma de viejo, se contenta con una buena conversación a tono con una copa de vino o una botella de cerveza, en la Taberna Boricua de Hato Rey, en la Factoría del Viejo San Juan o en los clásicos de las noches universitarias riopedrenses, El Refugio y El Boricua.

Sin embargo, admite que ya no frecuenta estos sitios de bebida, baile y conversación amiga debido a que le hacen 'un boquete en el bolsillo'. El Boricua con sus Medallas a $2.50 - las botellas sí subieron los precios -, y el incremento por igual de los productos para el consumo, han hecho que varios de los jóvenes entrevistados se decanten por quedarse en sus casas.

'Si antes salía todas las semanas o bisemanalmente, ahora voy una vez al mes, y cuidado', comenta Arroyo. Por lo tanto, para suplir la popular práctica de compartir con amigos con bebida en mano, el joven de 22 años prefiere comprar una botella de vino o una caja de cervezas y organizar un 'get' en su apartamento, lejos de los bocinazos y el tránsito.

Aurora Hernández, pronta a empezar sus estudios graduados en la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, coincide en que el IVU agrandado ha afectado pues 'la diferencia en precios ha sido notable'. Los sitios donde cobran entrada han perdido popularidad, reflexiona.

Durante el día, Hernández frecuenta la playa o se va de turismo interno - la larga lista de ríos locales ha cobrado auge, comenta - y de noche, durante los fines de semana, los caminos conducen a la Placita de Santurce, luego de visitar Bodegar en Guaynabo o Funky Buddha en la Calle Loíza.

Por el contrario, un joven residente del Viejo San Juan que prefiere no identificarse, considera prematuro evaluar si el impacto del IVU agrandado ha cambiado las preferencias de salidas durante el verano. En su caso, a pesar de los aumentos de precio, su rutina persiste.

'Ya no soy universitario, no tengo deudas y solo pago mi renta. Por ende, me pueden vender la cerveza a 10 dólares y como quiera voy a beber para romper la monotonía de un sistema laboral esclavista y opresivo', dice.

Joshua Rivera tampoco cree que el IVU agrandado afecte mucho, debido a que las personas seguirán saliendo y consumiendo. No obstante, el joven admite que cada vez busca más encuentros gratuitos con los ofrecimientos geográficos de Puerto Rico, y ha dejado atrás las salidas constantes al cine, que en el verano pasado sumaron más de 50 visitas a las salas de Caribbean Cinemas.

En el caso de Pedro, nombre ficticio para proteger la identidad del entrevistado, ha tenido que recortar sus salidas durante el descanso de dos meses de la rutina universitaria, debido a que sus padres no le permiten gastar dinero en salidas. El joven ha intentado buscar empleo durante todo el verano, pero todavía sigue entregando resumés.

Aun para los jóvenes empleados, el IVU agrandado ya muestra su impacto. Luis Rivera, quien trabaja como mesero, ha notado que desde el aumento del impuesto, el flujo de personas ha disminuido.

'La gente se topa con un 5 por ciento adicional aparte del 15 por ciento de propina, así que hay gente que a veces opta por pagar menos propina, o decide no ir, u ordenar por teléfono', comenta.

La realidad laboral ha hecho que Rivera aguante el bolsillo, que disminuya las comidas en restaurantes y que sus salidas nocturnas a la Placita de Santurce o a lugares de Río Piedras, puedan basarse solo en una tanda nocturna de baile, a veces sin consumir bebidas.