La marcha de los cuatro gatos
[OPINIÓN] El autor aborda la marcha contra LUMA Energy.
El viernes 15 de octubre marcó un antes y un después de la lucha de nuestro pueblo por hacerle comprender al Gobierno su total insatisfacción con el desempeño de LUMA en la ejecución del leonino contrato para la operación del Sistema de Transmisión y Distribución de la energía eléctrica. Conscientes del impacto de la movilización alcanzada para una actividad que se convocó desde la plataforma de los medios sociales y que logró movilizar una masiva representación de todos los sectores sociales del país, la empresa y el gobierno que la auspicia han tratado, infructuosamente, de invisibilizarla.
En la medida en que la lluvia arreciaba, los estrategas de la desmovilización del pueblo salivaban conjeturando sobre el efecto disuasivo que la naturaleza le prestaba a su plan maestro. Desde varios días antes habían programado encuentros, reuniones, y una intensa campaña de relaciones públicas para presentar a LUMA Energy como una empresa abierta a deponer su prepotente actitud y comprometida con superar sus deficiencias operacionales.
A lo anterior, sumaron el día de la actividad, el cierre del Estadio Hiram Bithorn para limitar el estacionamiento de los vehículos de los participantes, una inusitada presencia de la fuerza policíaca en las principales avenidas del área metropolitana, el bloqueo de las principales vías de acceso al punto de encuentro de la marcha y hasta una campaña en las redes sociales donde se anunciaba la suspensión de la actividad y la falta de cobertura por algunos medios de comunicación que prefirieron en artículos de relaciones públicas para Luma.
A dicho plan, en cuanto a las condiciones en que se desarrolló el evento, hay que sumarle el día de la semana, viernes, la hora, 5:00 p.m., la insistencia en que fuera orgánica, aunque diferentes organizaciones y lideres se sumaron a la convocatoria permitió darle poder en justicia la movilización y la militancia alcanzada.
Ni hablar de los fotutos que se activaron en los medios de comunicación tradicionales para hablar en favor del consorcio canadiense-americano, señalar los esfuerzos de la empresa por cumplir, responsabilizar a la Autoridad de Energía Eléctrica por las deficiencias de LUMA y hasta para señalar lo innecesario y lo inútil que resultaría acudir a una marcha “que nadie sabe quién la convoca y los fines que tiene”. Cuando la masividad del evento se hizo evidente, dando al traste con el estructurado plan de desmovilización, decidieron apagar las luces del expreso y la Avenida Roosevelt para restarle la visibilidad al evento.
En los días siguientes a la marcha han dado continuidad al proyecto de renegar del alto grado de indignación y molestia que tiene nuestro pueblo con el deficiente desempeño y los aumentos en los costos de energía eléctrica de LUMA, que quedó muy claramente expresado en la marcha. “Cuatro gatos fueron a la marcha” gritan al unísono los fotutos que fungen de analistas y algunos políticos de minoría. Cosa que claramente quedó demostrada, no es cierta.
La marcha contra LUMA, al hundir el dedo en la llaga de la mediocridad, el robo descarado, la incompetencia y la prepotencia de la empresa privatizadora y el Gobierno que la amamanta, constituyó un golpe tan sólido a los grandes intereses que se benefician del sufrimiento y las carencias de nuestra gente.
Decimos en el párrafo inicial que la marcha del 15 de octubre marcó un antes y un después en la lucha de nuestro pueblo por recuperar la AEE que le pertenece y garantizar así el servicio eléctrico de excelencia que se merece. Los intentos desesperados que han hecho, primero para evitar que se realizara y en estos días por invisibilizar el fracaso de la política de privatización, están destinados al fracaso. Nuestro pueblo ya comenzó a andar y su marcha de gigantes ya nada la detendrá.