Lunes 5 de septiembre de 2011 – Natalicio de Sor Isolina Ferré.

Un día como hoy, hace 97 años, nació en Ponce, la ‘Madre Teresa’ de Puerto Rico, también conocida como ‘El Ángel de la Playa’.

En 1968, Sor Isolina regresó definitivamente a Puerto Rico luego de muchos años de trabajo comunitario en Nueva York y en Chicago. En la Perla del Sur, su pueblo natal, fundó el Centro de Orientación y Servicios de La Playa de Ponce, el cual habría de ser la punta de lanza de cinco Centros Sor Isolina Ferré ubicados alrededor de Puerto Rico, los que se concentran en realizar trabajo de desarrollo comunitario enfocado en transformar y potenciar las vidas de personas que cuentan con escasos recursos y enfrentan condiciones adversas. Los restantes centros se ubican en Caimito, en Río Piedras; Canóvanas; Villa España, en Puerto Nuevo; y en Guayama.

En 1999, recibió la prestigiosa Medalla Presidencial de la Libertad que otorga el Presidente de los Estados Unidos. En ocasión de dicho reconocimiento, el entonces presidente de ese país, Bill Clinton, afirmó que Sor Isolina se había distinguido en su trabajo dirigido a ‘mejorar la condición humana para ampliar el ámbito de las libertades y el círculo de oportunidades para fortalecer los vínculos de nuestra comunidad nacional’.

Nadie mejor que la propia Sor Isolina Ferré para describir una vida inspirada por la posibilidad de hacer realidad lo que otros vieron como un sueño imposible y su capacidad de renuncia al privilegio en favor de la vida mucho más privilegiada que acarrea dedicarse en cuerpo y alma a enriquecer a nuertro rico Puerto Rico:

‘Siempre he creído que cada proyecto, para ser efectivo, debe estar guiado por una visión. En el caso de los Centros Sor Isolina Ferré, la visión que nos anima desde el principio es la confianza en los valores y las capacidades de todas las personas, esa materia prima existente en cada individuo, que le permite, si se lo propone, vivir la vida de una manera plena y digna. Mi experiencia de tantos años como misionera me ha llevado a la firme convicción de que una característica esencial del ser humano es el anhelo consciente o inconsciente de alcanzar la plenitud de su vida. Por eso nos propusimos trabajar con las potencialidades de cada ser humano, reconociendo, comprendiéndolo y respetando su dignidad.’

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