La saga de Madagascar no se ha dormido en los laureles y, pese a que ya van por la tercera entrega, la historia sigue rezumando frescura, además de un preciosismo visual que ofrece unas imágenes espectaculares, el marco perfecto para las aventuras de Alex y sus amigos.

Una excepción a la habitual repetición que reina en las secuelas de toda película de éxito que se precie, un mal del que los filmes de animación parecen de momento escapar por los pelos.

‘Madagascar 3: Europe’s most wanted’, recién estrenada en todo el mundo, repite esquema y personajes, a los que cambia de decorado y mezcla en un ambiente que da mucho juego en la pantalla: el circo.

Alex, Marty, Melma, Julien o Gloria se encuentran perdidos en África (donde se desarrolló la segunda película) y recurren a un circo para tratar de volver a casa.

Mónaco, Roma, los Alpes o Londres son algunos de los paisajes por los que se mueve este circo, que cuenta con divertidos personajes que renuevan el plantel de Madagascar, entre ellos una estupenda foca, que merecería una historia de protagonista.

El malo de la historia es la agente DuBois, una francesa que busca la cabeza del león Alex para unirla a sus numerosos trofeos y que persigue a la banda por toda Europa.

El contraste entre la inocencia de la banda de personajes principales y la estúpida mezquindad de la agente DuBois da pie a divertidas situaciones y a enredos que permiten avanzar la historia.

Eric Darnell y Tom McGrath repiten como directores, aunque en esta ocasión con la ayuda de Conrad Vernon -corresponsable de ‘Monsters vs Aliens’ y ‘Shrek 2’-.

Los tres directores han imprimido un enorme ritmo a una historia que mezcla la magia del Circo del Sol con el amor y la amistad en una narración llena de pequeñas historias paralelas que justifican un protagonismo coral que enriquece la película.

Una tercera entrega que se sitúa incluso por encima de las dos primeras y con la que Dreamworks espera repetir el éxito de taquilla ya conseguido por esta saga.

Por Alicia García de Francisco