BORRACHA DE PODER
En estas elecciones una trumpista, Jennifer González, con una larga carrera aparatosa, se tapará con la insignia de la palma ---como tantos otros--- y con la bandera de Trump, aunque acaso lo niegue, como hizo con LUMA. ¿Alguien puede creerle o confiar en ella? Pregúntenle a Pierluisi.
“Entendí que esa muchacha estaba enferma, borracha de poder y presa de una soberbia nunca antes vista”. Zayda Hernández Torres, (Cucusa) de su libro Pasión de Guerrera, sobre Jennifer González.
Es de humanos errar, parte del aprendizaje supone darse cuenta y cambiar. La frase la primera presidenta de la Cámara debe haber surgido luego de una o varias barrabasadas de la hoy candidata a la gobernación del PNP.
No sabemos, si la observación o advertencia de la ex Juez de Apelaciones se basó en un largo periodo de observación, y ni siquiera, si la afirmación de la mentora, surge de los primeros pasos de quien fue su ayudante.
Hoy día, la licenciada Hernández Torres a quien siempre llamé Zayda y a quien quiero, quizás piense de una manera distinta, pero su juicio de entonces puede ser muy valioso.
Conocí a Jennifer González cuando llegó al Capitolio. Todavía no había sustituido a Edison Misla Aldarondo en su escaño distrital por el precinto 4, a mitad de cuatrienio. Misla tuvo que renunciar querellado por actos de corrupción que le costarían un largo periodo encarcelado al también expresidente cameral del PNP.
En el 2002 Jennifer González fue juramentada como representante. Todavía recuerdo los vídeos de su primera actividad cuestionable en la cual como parte de una turba, participó junto al ingeniero Carlos Pesquera en el asedio y asalto a las oficinas de la Procuradora de la Mujer.
En el vídeo, aparece primeramente, detrás de la puerta de cristal que fue astillada, siguiendo a quien sería candidato a la gobernación. Se le observa algo asustada o nerviosa, quizás producto de la adrenalina. Para ser representante, tenía que tener al menos 26 años cumplidos, es decir era una mujer adulta ya.
Su participación cuestionable en lo que degeneró en un disturbio público, acaso explica hoy, cómo se fue desarrollando su conducta aparatosa y el requiebre de su carácter tras veintidós años de vida como funcionaria electa. Destemplada en la idea y la palabra, con menosprecio patente y acomodaticio hacia la verdad, la hace ocho años Comisionada Residente, quien también presidió la Cámara, se ha labrado una fama --- entre ex seguidores del PNP, estadistas que ya no se consideran parte de ese partido y electores de ese partido--- de mentirosa, trepadora y acuchilladora.
Su reciente campaña contra Pierluisi es muestra de que aquella conducta cuestionable del 2002, que anticipaba serios problemas de carácter y de credibilidad, roza con la patología, la enfermedad, y va mucho más allá de una” borrachera de poder” y de que sea “presa de una soberbia nunca antes vista”.
La Comisionada más bien, ausente, ahora más adulta llegando al medio siglo de edad, dirige una campaña contra Juan Dalmau, sacada de un libreto fascista y republicano donde la mentira y la tergiversación de la verdad son la principal materia prima. El libreto manoseado en Puerto Rico por más de cuarenta años por el PNP, ha juntado al ex gobernador Hernández Colón con Fidel Castro, ambos fallecidos, y revivido lo peor de la política de la Guerra Fría, que incubó y cebó la persecución contra decenas de miles de independentistas por el delito de amar a su Patria.
El PIP, uno de los dos partidos de la Alianza de País, ha participado en 18 elecciones consecutivas y mostrado la vocación democrática más robusta de nuestra historia, pues sin ganar una elección y a pesar de su amañamiento, ha defendido el derecho de nuestro pueblo a elegir a quienes gobiernen.
Hace unas semanas estrenó el documental Psiquis en los cines. Allí apareció durante unos segundos Jennifer González en el asalto a la Procuradoría.
En aquella ocasión el pretexto para la irrupción violenta fue plantar una bandera americana. Igualito que los que asaltaron en enero del 2021 el capitolio federal, cubiertos con la bandera de Estados Unidos para dar un golpe de estado a nombre de Trump. Se trata de un mal hábito ese de esconder la corrupción y el delito tapándose con esa bandera. Igual que hay muchos delincuentes que se encaraman en las papeletas del PNP confiados en que el llamado al voto “integro” le dará boleto gratis para colarse en la legislatura, las alcaldías, las corporaciones públicas y el presupuesto en general.
En estas elecciones una trumpista, Jennifer González, con una larga carrera aparatosa, se tapará con la insignia de la palma ---como tantos otros--- y con la bandera de Trump, aunque acaso lo niegue, como como hizo con LUMA. ¿Alguien puede creerle o confiar en ella? Pregúntenle a Pierluisi.