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Opiniones

El excandidato Valentín

El columnista de NotiCel elogia el trabajo de Olvin Valentín.

El licenciado Jaime Sanabria Montañez.
Foto: Suministrada

Don Tite Curet Alonso, por voz del fenecido cantante Héctor Lavoe, inmortalizó la metáfora de aquel “amor que [era] un periódico de ayer” para comparar un amor del pasado con un periódico que, en ese momento, ya no tenía relevancia alguna.

Podríamos utilizar la aludida metáfora en lo que concierne a la política puertorriqueña, para hacer referencia al bipartidismo atávico que se ha repartido la túnica del poder por épocas, por lustros, por comicios. Sería tiempo de ventilar nuestro territorio con perspectivas y aportaciones ideológicas que provengan de ambientes sin contaminar.

Por si esta introducción no fuese suficiente, me viene a la mente el latinajo mutatis, mutandis (lo que muta debe ser cambiado). No podemos afrontar la velocidad con la que se abate el progreso con las mismas estructuras gestoras e ideológicas que nos han llevado como país a esta debilidad, a esta dependencia del continente, a esta fiscalización permanente, a ese sometimiento que inhibe nuestro desarrollo y que promueve que los pilares demográficos del hoy, pero sobre todo del mañana, prefieran emigrar a permanecer en un país que no les proporciona lo que necesitan pese al sentimiento patrio que tatúa a la inmensa mayoría de los boricuas.

No suelo ser condescendiente con quien entiendo que, por personalidad, por hechos, por pronunciamientos, no lo merece, con independencia de las siglas políticas que lo identifiquen. En mi haber, en mi hemeroteca, pueden hallarse reproches de fondo dirigidos algunos líderes, los que siempre he fundamentado desde las ideas, huyendo en cualquier circunstancia de las invectivas ad personam.

Y no empece a mis diferencias con algunos de ellos, quiero alzar mi voz escrita en defensa de uno incipiente, de uno que se proyecta con las manos limpias, sin esqueletos conocidos en su clóset: Olvin Valentín, excomisionado electoral de MVC, quien se postuló, en este año electoral, como aspirante a la Cámara por Acumulación del MVC.

Un hombre joven, preparado (grados de Administración de Empresas y Derecho), con perspectiva, con la modernidad incorporada, con metodología del tiempo actual, capitalista, con una trayectoria empresarial sólida, con una implicación más sólida todavía en el tercer sector que lleva implícita la voluntariedad, la generosidad de la cesión del tiempo, y la representatividad altruista de Puerto Rico en proyectos, incluso, internacionales.

Como candidato, Valentín apuntaba a la equidad y a la justicia distributiva, social y económica; a la ampliación de oportunidades para las PYMES y la clase trabajadora; a la creación, en definitiva, de una economía puertorriqueña sustentable, sin las actuales dependencias. Además, manifestaba, entre sus prioridades, la atención al envejecimiento de la población en la isla, y no solo en lo que concierne a la necesaria ayuda a las personas mayores, sino en el apoyo de sus familias y cuidadores.

En esencia, como candidato, Valentín presentaba una voz individualizada que emergía por encima de la línea del partido, porque además de atesorar un currículo extenso en formación y proyectos pese a su juventud, estos se sustentan sobre hechos y no sobre la tradicional palabrería vacía con la que se identifican una mayoría de políticos.

Pero, pese a su valía, pese a su talante integrador, la candidatura de Valentín no resultó escogida en la asamblea de su partido y con un 44% de los votos quedó apartado, por el momento, de la carrera por la representación legislativa. Su elegancia en la “derrota”, su compromiso resiliente por continuar estando del mismo modo, sin asomo de promover lucha interna alguna, convierte su razonable frustración en acicate.

Largo el trayecto, firme la voluntad, admirable el encono del candidato a seguir optando en un futuro no muy distante a representar a quienes tenemos su mismo timbre de voz, con independencia de nuestro encuadre político; a quienes veneramos la sabiduría de los romanos cuando pronunciaban su mutatis mutandi.

Mutemos, cambiemos.