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Opiniones

Casada, pero no tengo sexo

La sexóloga Laura Cruz analiza las razones por las cuales una mujer casada podría tener una vida sexual nula o escasa

Lo creas o no, hay muchas parejas que estando casados o conviviendo no tienen sexo, o lo tienen tan escasamente que podría reducirse a casi nada. ¿Cómo es que una pareja llega a encontrarse en esta situación?

- Hijos - Aunque es cierto que la llegada de un hijo cambia la dinámica familiar, también hay que poner en perspectiva que uno hace el tiempo para los asuntos importantes. Puedes echarle la culpa al cansancio, al estrés, o a todas las tareas que realizas relacionadas a la llegada de un hijo/a, pero también puedes tomar la iniciativa de plantear al menos un día a la semana en el que saquen unos minutos para intimidad sexual.

- Dolor - Algunas mujeres sufren operaciones, lesiones o cambios hormonales en el sistema reproductor o genital. La resequedad o la debilidad en el canal vaginal pueden causar hinchazón, molestias, y hasta dolor. Si estás usando pastillas anticonceptivas, algunas tienen como efecto secundario la resequedad vaginal. Por otro lado, si estás en la etapa de la menopausia, podrías sufrir cambios por la disminución de estrógeno y la fragilidad del tejido vaginal. Si no entiendes bien nada de esto, pregúntale a tu médico sobre opciones y tratamientos. Explícale a tu pareja los cambios por los que estás atravesando y cómo te sientes. Esto no significa que tu vida sexual dejó de existir. Hay muchas opciones si tienes la receptividad y el interés de explorar.

- Infidelidad - “Ahora si se te van a quitar las ganas de hacérmela de nuevo” o, “no me voy a acostar contigo porque me da asco pensar en las cosas que hiciste con la otra persona”. Si decidiste darle otra oportunidad a la relación, o continúas teniendo intimidad sexual con esa persona que te falló, entonces debes trabajar el componente emocional. Esto no significa que olvidarás lo que pasó, pero procura no llevarte el recuerdo a la cama. Concéntrate en lo que estás haciendo en ese preciso momento y no en algo que elegiste pasar por alto.

- Uso de medicamentos - Antidepresivos, antipsicóticos, medicamentos para controlar la presión sanguínea, pastillas anticonceptivas, antihistamínicos, medicamentos para controlar el colesterol y opioides, son algunos de los cuales podrían afectar tu deseo o desempeño sexual. Es importante que leas las letras pequeñas de los panfletos que acompañan los medicamentos que consumes. No esperes que el doctor sepa absolutamente todo sobre cada medicamento. Si sientes que algo de lo que estás tomando te está haciendo sentir diferente, lee e indícale a tu médico los síntomas o efectos que estás sintiendo.

- Situaciones emocionales o traumas no tratados - En ocasiones, una de las dos personas en la pareja ha sufrido abusos sexuales o psicológicos que pueden afectar a la persona de manera permanente o temporera. En cualquiera de los casos, es importante servir de apoyo a la persona afectada ya sea en escucharla, acompañarla si así lo desea a sus citas médicas, u ofreciéndole ayuda con aliviar estresores adicionales que pudieran empeorar la situación como factores económicos, tareas del hogar o tiempo de calidad. Si la situación no progresa de manera positiva, es importante buscar ayuda de especialistas que puedan identificar lo que sucede y ofrezcan herramientas para mejorar la calidad de vida.

- Falta de atracción - Los factores que te atrajeron hacia tu pareja al principio puede que hayan cambiado con el pasar del tiempo. Cambios físicos como aumento de peso, actitudes negativas, o de quejas constantes, manejo efectivo del tiempo que pasan juntos como pareja, el proceso de cambios que hayan atravesado juntos o hasta ese “no sé qué”, que tanto te llamaba la atención, puede variar con el tiempo. Esto no quiere decir que se haya acabado el amor. Lo importante es que no esperes a cuando ya estés harta para comunicarlo. En lugar de lanzar amenazas o acusaciones, pregúntate a ti misma ¿cómo puedo apoyarlo? ¿Podríamos organizarnos para salir a caminar juntos algunos días en semana? ¿Qué tal si practicamos salsa o algún baile que disfrutemos? ¿Y si tomo la iniciativa y le regalo esa prenda de vestir que estoy segura que le quedará bien? Si son asuntos de higiene, ¿te quedas callada para no hacerlo sentir mal? En cualquiera de los casos, la solución es comunicarte asertivamente. Es decir, que encuentres un balance entre no ser sumisa y tampoco agresiva. Expresar lo que deseas, pero con la sensibilidad con la que te gustaría que te lo dijeran a ti. El evadir tener esa conversación, el miedo a ofender o incomodar a la otra persona con lo que expresemos, la pereza de no hacer espacio o tiempo para hablar, o el anticipar lo que la otra persona podría decir, puede hacer más daño que bien.

Analiza desde cuándo sientes ese desinterés y si ha habido algún suceso que lo haya precipitado. Intenta cosas que no hayas hecho antes, como hacer actividad física o ejercicios juntos, aumentar la cantidad de tiempo que comparten, o aprender algo nuevo como pareja. Busquen maneras en las que puedan aumentar su intimidad física y emocional.

Si ya has intentado comunicar estos asuntos con tu pareja y aún así no tienes resultados, consulta con una especialista en relaciones de pareja y sexualidad.

Laura Cruz es una coach de fitness, relaciones de pareja y sexualidad.