La mezcla de turistas y residentes producen un escenario vibrante, ruidoso y cargado durante la semana de Acción de Gracias.
El Viejo San Juan vive esta semana uno de sus momentos más concurridos del año.
Con varios cruceros atracados simultáneamente en los muelles, la isleta sanjuanera se transforma en un corredor turístico repleto de visitantes, comerciantes, taxis, guaguas de excursiones y de locales tratando de abrirse paso entre el gentío.
Desde temprano, las calles del casco histórico han comenzado a parecer una mezcla entre festival improvisado y copiosidad en el terminal de cruceros.
Los pasajeros desembarcan en estos días en grupos numerosos, algunos caminando directo hacia la Calle Fortaleza, mientras otros toman rumbo a la Plaza Colón o al Paseo La Princesa. Los grupos de guías sostienen banderines para evitar perder a sus grupos entre la multitud que llena las calles de la vieja ciudad.
El ambiente es un mosaico de idiomas, cámaras listas, risas, el sonido de maletas rodando sobre adoquines y turistas tomándose fotos en cada esquina con el encanto colonial de fondo.
Los accesos al Viejo San Juan tampoco dan tregua. Vehículos detenidos por minutos en las curvas, taxis y Ubers tratando de aproximarse a los cruceros, y conductores desesperados girando por las mismas calles estrechas en busca de esos estacionamientos que escasean.

El flujo peatonal es igual de intenso. Familias enteras cruzan con bolsas de recuerdos, parejas buscan piraguas para aliviar el calor, y vendedores ambulantes ofrecen desde artesanías hasta sombreros tropicales, creando un ambiente vibrante que parecía el preludio no oficial de la Navidad boricua.
En las zonas cercanas al puerto, los mercados florecieron. Puestos de artesanía, pinturas del San Juan Antiguo, dulces típicos y pequeños puestos de comida se disputan la atención de los miles de visitantes que fluyen hacia las plazas principales estos días.
La música también forma parte del cuadro: altavoces con salsa, plenas sonando desde comercios, y músicos callejeros aprovechando las aceras para tocar, creando una atmósfera festiva que contrastaba con el tapón vehicular que seguía creciendo.
El resultado es un Viejo San Juan abarrotado en todos los sentidos: calles vivas de tráfico, actividad comercial en auge y un flujo turístico que deja claro que las fechas festivas están oficialmente en marcha.
Con varios cruceros y miles de visitantes recorriendo la isleta, la ciudad capital experimenta una de sus semanas más movidas, anticipando lo que podría ser un fin de semana largo igual de concurrido.
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