Mezcla acción, drama y aventura con una elegancia poco común en la franquicia.

En los años 80, las películas de acción eran las reinas del cine. Explosiones gigantes, héroes musculosos y tramas de supervivencia dominaban la pantalla grande.

Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone eran los rostros de esa era, y cada estudio quería su propia franquicia con ellos al frente. Pero justo cuando el género comenzaba a repetirse, llegó Predator (1987), una propuesta que rompió el molde: un cazador alienígena sin escrúpulos enfrentándose cara a cara con Schwarzenegger. Fue un momento épico que marcó a toda una generación.

Décadas después, y tras múltiples entregas que han expandido el universo de los Yautja, llega «Predator: Badlands», una película que se atreve a hacer algo distinto: colocar al Depredador como protagonista.

Un nuevo tipo de héroe

La historia gira en torno a Dek, un joven Yautja que, a diferencia de sus pares, nació más pequeño y débil. En su cultura, eso lo convierte en una carga. Nunca ha salido de cacería y es visto como un desecho del clan. Pero Dek no está dispuesto a aceptar ese destino. Su viaje lo lleva a un planeta salvaje, habitado por criaturas extrañas, donde conoce a una androide que le promete ayudarlo a conseguir su primer trofeo. Lo que sigue es una historia de redención, autodescubrimiento y lucha por el honor.

Badlands mezcla acción, drama y aventura con una elegancia poco común en la franquicia. El director Dan Trachtenberg, quien ha estado al frente de las últimas tres entregas, logra un equilibrio entre el espectáculo visual y la profundidad emocional. Esta vez, el foco no está en el humano que sobrevive, sino en el alienígena que busca pertenecer.

Dimitrius Schuster-Koloamatangi: el nuevo rostro del cazador

En entrevista con Noticel, el actor Dimitrius Schuster-Koloamatangi compartió su experiencia al asumir el rol de Dek. Desde el momento en que recibió la llamada, supo que estaba entrando en un universo icónico:

“Hermano, al principio… seré honesto, no lo procesé cuando me lo dijeron. Sí, estaba emocionado, estaba nervioso, tenía mil cosas en la cabeza. Sentía un montón de emociones distintas. Pero no fue hasta que pisé el set por primera vez, con todo el equipo puesto y empuñando la espada, que me detuve un momento y pensé: esto está brutal.”

El rodaje fue físicamente demandante. Dimitrius habló sobre el calor del traje, las locaciones reales en Nueva Zelanda y la exigencia de compartir escena con Elle Fanning:

“Fue muy exigente. Sin duda, el trabajo más demandante físicamente que he tenido en una película. Pero también fue emocionante. Me encanta poder usar mi cuerpo de esa manera. Nunca había hecho algo con tantas acrobacias.”

Más allá del esfuerzo físico, destacó lo bien escrito que está el guion y lo desarrollado que están los personajes: “Todos esos elementos ayudaron a moldear a mi personaje y a impulsar la historia de una forma que siento que vale la pena.”

Una nueva puerta al universo Predator

«Predator: Badlands» no solo es una nueva entrega: es una reinvención. Al darle protagonismo al depredador, la película humaniza a una criatura que siempre fue vista como amenaza. Nos muestra su cultura, sus debilidades, sus códigos. Y lo hace sin perder la esencia de acción que caracteriza a la saga.

Para los fans, es una expansión emocionante. Para quienes nunca se han adentrado en este universo, es una excelente puerta de entrada. Porque al final, Badlands no trata solo de cazar o sobrevivir. Trata de pertenecer, de luchar por un lugar, y de descubrir quién eres cuando todos te dan por perdido.

Una historia de ciencia ficción con corazón. Y eso, dentro del mundo de Predator, es algo verdaderamente nuevo.