La Oreja de Van Gogh es uno de esos grupos que crean canciones icónicas. En la tarde del domingo, no importó que hubiesen pasado tres años desde su última presentación en Puerto Rico, su concierto en el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré en San Juan fue como un encuentro de viejos amigos, los temas nunca se olvidan.
Como siempre, sin pretensiones en escenografías ni vestuarios, los cinco integrantes del conjunto español se valieron nada más que del sonido de sus instrumentos y de la cálida y pura voz de su cantante para interpretar su poesía de instantes de la vida cotidiana.
Leire, Xabi, Plablo, Álvaro y Haritz aparecieron en el escenario a las 4:17, todos vestidos de negro, muy casuales, para entonar Día Cero, canción que sirvió para encender de inmediato los ánimos del público que no llenó la sala Antonio Paoli, quizás por el alto costo de los boletos. De esta forma, comenzó un recorrido por sus seis producciones.
‘Muy buenas noches, San Juan. Qué gusto y qué placer volver a Puerto Rico, señores. Ya era hora’, fue el saludo que dio la vocalista, en referencia a su ausencia desde la última vez que se presentaron en la Isla, en junio del 2009, en el Coliseo José Miguel Agrelot. Así, dio paso a Promesas de Primavera, tema que dijo, ‘nació en el estudio como una historia cargada de esperanza. La historia nos ha demostrado que hay cosas que en muy poquito tiempo acaban haciéndose realidad’.
El repertorio incluyó algunas de esas ‘obligadas’, pues son favoritas en dondequiera que el grupo se presenta: 20 de enero, Rosas, y La Playa, el famoso tema que promete ‘escribir la canción más bonita del mundo’ y ‘capturar nuestra historia en tan solo un segundo’.
Tras interpretar Muñeca de trapo. Los cinco se acercaron para tocar de una forma más acústica Paloma Blanca, ‘la canción más sentida del último disco que habla de qué es lo que se siente cuando crees que alguien nuevo va a ser parte de tu familia… pero no todas las historias acaban como a nosotros nos gustaría’, en referencia al tema sobre un bebé que no llega a nacer. Con esa misma atmósfera, hicieron una nueva versión de Deseos de cosas imposibles, otra de las predilectas.
Con Geografía, Dulce locura, La niña que llora en tus fiestas y Madrid, el público se puso por fin de pie y se despidió de los cinco músicos. Leire y Xabi regresaron para entonar Jueves, esa canción que retrata la historia de dos individuos comunes y corrientes que se admiran en silencio para recordar a las víctimas de los atentados terroristas ocurridos en España el 11 de marzo de 2004. Este tema, en el que la voz de la vocalista luce casi desnuda, solo acompañada del piano, le valió la mayor ovación de la noche, una que agradeció por varios segundos.
Para cerrar, todos brincaron y bailaron con El último vals y Cometas por el cielo, el que da nombre al nuevo trabajo del conjunto.
‘Gracias por romper las barreras de las asientos y darnos tanto cariño. Gracias y hasta siempre’, se despidió Leire a nombre de todos.
A juzgar por las sonrisas que dejan siempre sus canciones, los incesantes gritos y animados aplausos, el público quedó de nuevo encantado por esa magia particular que destila La Oreja de Van Gogh.
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