Los retos únicos de Puerto Rico para la temporada de huracanes
Se anticipa será una temporada activa, las probabilidades de impactos atmosféricos en Puerto Rico son altas.
La temporada de huracanes de 2024 ya está aquí. Con lo que se anticipa será una temporada activa, las probabilidades de impactos atmosféricos en Puerto Rico son altas. Si la isla es golpeada por un desastre mayor esta temporada, se sumará a la lista de desastres cuya recuperación esta activa, complicando aún más el proceso general de recuperación. A diferencia de estados como Luisiana y Florida, que son los estados que más impactos reciben temporada tras temporada, la geografía y el tamaño de Puerto Rico presentan desafíos únicos que hacen de la gestión de recuperación más compleja. Es decir, no es lo mismo manejar múltiples procesos grandes de recuperación en un estado como Luisiana o Florida que en Puerto Rico.
Tanto Luisiana como Florida están acostumbrados a lidiar con múltiples desastres naturales simultáneamente. Por ejemplo, en 2020, Luisiana enfrentó hasta cinco declaraciones de desastres mayores a la vez debido a huracanes consecutivos y la pandemia de COVID-19. En el caso de Florida, desde el 2017, ha tenido sobre 10 declaraciones de desastre mayor. Sin minimizar el esfuerzo requerido para manejar estos desastres, lo cierto es que extensión geográfica de estos estados y el acceso a otros estados por tierra, son elementos que les permite alcanzar recursos con mayor facilidad que si no tuvieran esos elementos. De nuevo, esto no minimiza los retos, pero sí permite una cierta flexibilidad en la respuesta y la recuperación.
Puerto Rico, por otro lado, se enfrenta a un conjunto diferente de problemas debido a su tamaño geográfico. Somos una isla pequeña y densamente poblada, lo que significa que cuando ocurre un desastre natural, las mismas áreas y personas tienden a sufrir daños repetidos. Esto crea una situación donde la infraestructura, ya debilitada por desastres anteriores o en plena reconstrucción, se ve constantemente afectada, lo que agrava los problemas de recuperación general.
La ralentización de la recuperación tras el huracán María, afectaría significativamente el proceso general, ya que genera un efecto acumulativo de problemas y retrasos. Esto considerando las demás variables como los escases de recursos, problemas con el cumplimiento de los procesos, la falta de mano de obra, entre otros. La incapacidad para completar proyectos sea por la razón que sea, antes del próximo desastre no solo pone en riesgo los servicios esenciales y la recuperación económica, sino que también aumentaría el costo total de la recuperación.
Manejar múltiples procesos de recuperación en un estado continental como Luisiana o Florida implica coordinar esfuerzos en diferentes regiones, lo cual, aunque no es fácil, permite cierta diversificación de recursos. En Puerto Rico, cada nuevo desastre sobrecarga un sistema ya estresado, y los recursos tienen que ser redirigidos continuamente a las mismas áreas afectadas, lo que crea un ciclo de reparación y destrucción.
Además, la insularidad de Puerto Rico añade otra capa de complejidad. Durante la respuesta, la llegada de ayuda y suministros depende en gran medida de la logística de transporte marítimo y aéreo, que puede verse interrumpida durante y después de un desastre. Esto contrasta con los estados continentales, donde el acceso terrestre facilita una distribución más rápida y eficiente de los recursos necesarios. Mientras que estados como Luisiana y Florida tienen la capacidad de manejar múltiples desastres con una distribución geográfica que permite cierta flexibilidad, Puerto Rico enfrenta un desafío único debido a su tamaño limitado y la recurrencia de daños en las mismas áreas.
Debemos reconocer que estamos viviendo en una era histórica donde los desastres naturales son cada vez más frecuentes e intensos. Es imperativo aceptar esta realidad y establecer estrategias de respuesta y recuperación conforme a ella, siguiendo el ejemplo de otros estados que han implementado planes de resiliencia y mitigación efectivos. Solo mediante una planificación proactiva y una coordinación eficiente podremos minimizar el impacto de estos eventos en nuestras comunidades y garantizar una recuperación más rápida y robusta.