La Gratitud
Columna de la abogada y madre Diana Cuprill.
Históricamente, Acción de Gracias, es antesala a las Navidades, época de jolgorio que se consagra con tremendo banquete. Nos da otro motivo para un junte entre pares donde podemos compartir historias y hacer un recuento de las razones por las cuales dar las gracias. Siendo hoy ese día, es meritorio reflexionar sobre qué es gratitud a modo de tener una mejor perspectiva sobre aquello por lo que vivimos agradecidos.
Desde la etapa de infante, nos enseñan a dar las gracias como respuesta automática al recibo de algo. “Gracias” es una de las primeras palabras que aprendemos. Es nuestra primera experiencia en un escenario de quid pro quo, donde se espera por esas palabras como condición para la entrega de un valor tangible o intangible. En la ruta hacia la madurez, aprendemos que el dar las gracias trasciende las palabras, va más allá de ser una mera formalidad o razón para un día feriado. Aprendemos que la gratitud es un valor que todos debemos no solo poseer, sino poner en práctica.
Como constante, la gratitud promueve la empatía y la humildad. Es ingrediente indispensable para entender causa y efecto. Es requisito para la sana convivencia social y el éxito. La gratitud purifica el alma. Es el residuo de la transformación de un desacierto que se convierte en oportunidad, cuando de la incertidumbre obtienes claridad, del reto un logro, de la frustración e improbabilidad la superación, del rechazo aceptación, y de la indiferencia la fe. Sirve de musa, de brújula, de aceite para la lámpara. Es señal de receptividad al cambio y de nuevas oportunidades. La gratitud está al alcance de todos. Lo mejor de todo, la gratitud es gratis. No hay que madrugar Viernes Negro para adquirirlo en oferta.
Por mi parte, opto por vivir agradecida de lo recibido en vida y repago mi deuda invirtiendo en el progreso de otros. A Dios, al prójimo, a la naturaleza y a la suerte, GRACIAS por todo, por lo recibido y por lo que está por llegar. Por la ropa y el calzado que me viste, el techo que me cobija, la comida que me nutre, el gozar de buena salud, el vivir en abundancia, el poder disfrutar de la compañía de mis seres queridos, por la ilusión de fomentar nuevas relaciones interpersonales. Agradezco las experiencias vividas, los tropiezos, las lágrimas derramadas y los momentos de risas a carcajadas. Por todas las memorias. Por la incertidumbre que me mantiene a la vanguardia. Por las sorpresas del día a día que me desvían de la ruta hacia la monotonía. Por tener dirección, visión amplia y sabiduría para enfrentar un futuro incierto. Gracias por la capacidad de vivir con aceptación, resiliencia e ímpetu. Pero más que nada, a los míos, que ustedes saben quiénes son, GRACIAS por un amor puro, ilimitado, incondicional y desinteresado. Es recíproco.