¡Gracias por tanto!
Columna del representante Jesús Manuel Ortiz González.
El servicio público, desde la Legislatura, es una montaña rusa de emociones. Esa responsabilidad para mí es sagrada y tiene que ser ejercida con el mayor grado de respeto hacia la silla, pero sobre todo, hacia el país. Diariamente, practico el hábito de ser agradecido incondicionalmente, o sea, agradecer sin que ocurra nada en especial. Lo hago porque legítimamente creo que tengo muchas razones para dar gracias.
Precisamente hoy quiero repasar algunas de las razones por las que doy gracias. En primer lugar, a Dios por estar siempre conmigo y permitir que cada día me levante para para hacer lo que me toca. ¡Gracias por tanto!
Por mi familia. Aquellos con los que no puedo compartir tanto como quisiera, pero que me han dado el apoyo y el tiempo de calidad cuando nos juntamos, sin condiciones. Siempre están conmigo. Desde muy temprana edad comencé a trabajar duro para mantener a mis hijos, mientras completaba mi bachillerato y mi grado en derecho. Aportar a un Puerto Rico mejor para ellos es mi inspiración. En ese caminar, el apoyo de mi esposa es y será fundamental siempre, pues es mi fuente de energía, de aliento y la consciencia que valida y a veces rectifica mis pasos. De igual manera, agradezco los sabios consejos de mis padres, pues son los que reafirman los valores con los que me criaron y en los que me debo mantener. Gracias.
En segundo lugar, al país. Aquellos que con la fuerza de su voto depositaron su confianza en mí y de igual manera a aquellos que aunque no votaron por mí, sí respaldaron con su voto a tantos otros servidores públicos. Tengo muy claro que trabajo para ellos, para todos. Jamás he perdido de perspectiva a quiénes represento y a quiénes me debo. Gracias.
Por último, a mi equipo de trabajo. Son ellos los que comparten conmigo la responsabilidad de llevar mi agenda a donde el país la necesita. Gracias por acompañarme.
Hoy reflexiono sobre los momentos álgidos que hemos tenido que enfrentar juntos como país. Por los buenos momentos y también por los malos, doy gracias. Por los buenos, pues son esos instantes los que nos permiten disfrutar de nuestra hermosa isla y compartir con nuestra gente. Por los malos, porque nos unen y sacan lo mejor de nosotros como pueblo. De ambos aprendemos.
En el camino tendremos coincidencias y diferencias. Sin embargo, siempre conocerán las razones de mis decisiones. La verdadera fuerza que nos mueve tiene que ser el bien común. Atrás debe quedar el oportunismo, la estrategia política, los intereses personales y las agendas ocultas. Unamos fuerzas para superar los obstáculos que tenemos de frente y reafirmemos las causas que nos unen como pueblo. Agradezco su confianza. Es un honor representarlos. ¡Gracias!