Compromiso para ayudar a Puerto Rico desde la distancia
En 2017, el New York Times informó que casi la mitad de los estadounidenses no sabían que los puertorriqueños tienen ciudadanía estadounidense. Muchas personas tampoco se han dado cuenta que cuando el huracán María devastó a Puerto Rico, fue un desastre domestico, no extranjero. Lo más importante es que la mayoría de los estadounidenses desconocen que Puerto Rico ahora enfrenta una crisis humanitaria.
Es un Hecho: los puertorriqueños son ciudadanos de los Estados Unidos.
Mi abuelo nació en Puerto Rico. Durante su adolescencia trabajó en las granjas para ganarse la vida. Viajó al norte de Nueva York el 15 de junio de 1953 -desde Puerto Rico- con 15 centavos en el bolsillo. Despues de un tiempo, abrió un restaurante, crió una familia y creó una vida.
A mí me criaron en la ciudad de Nueva York, donde muchos puertorriqueños, como mi abuelo, encintraron un hogar. En las fiestas familiares, comemos pernil, plátanos, arroz y frijoles y aguacate. La cultura puertorriqueña define quienes y cómo somos.
Pero desde hace dos años, los residentes de Puerto Rico han estado sufriendo. Luego del huracán María, los residentes de la isla necesitan desesperadamente recursos básicos: alimentos, ropa, atención medica y vivienda. Han recibido muy poco de la asistencia federal que les prometieron.
No hace mucho tiempo, la isla recuperó la electricidad, y los sistemas de energía y comunicaciones volvieron a funcionar.
La actual administración de la Casa Blanca ha dicho no a la estadidad y no a la ayuda.
En cambio, el presidente arrojó toallas de papel a los sobrevivientes del huracán en una conferencia de prensa televisada.
Tambien ha disputado la cifra de muertos en Puerto Rico, alegando falsamente que los casi 3,000 estadounidenses que realmente murieron… 'no murieron'.
Desatendió a los ciudadanos de los Estados Unidos y mintió sobre el envío de 91 mil millones de dólares en fondos de ayuda para desastres a la isla.
Pocas semanas despues del huracán María, mi padre me llamó. Me pidió que llamara a mi abuela para consolarla. Mi abuela había perdido a su hermano.
La familia de mi abuela permanece en Puerto Rico y todavía sufre a causa de la agitación despues del huracán. Tampoco es la única familia que necesita ayuda.
Más del 44 por ciento de la población de la isla vive en la pobreza, una tasa más alta que en cualquier estado de los Estados Unidos. Luego del huracán María, 130,000 personas se fueron y no regresaron a la isla. La inacción del Congreso y la falta de ayuda gubernamental hicieron que las personas sufrieran innecesariamente e incluso murieran.
¿Estoy molesta? Claro que lo estoy. A los puertorriqueños se les trata constantemente como ciudadanos de segunda clase. Están constantemente plagados de estereotipos que se ciernen sobre ellos.
Por cada $1 que gana un hombre blanco, una mujer hispana gana 60 centavos en promedio. Las mujeres hispanas enfrentan la mayor brecha salarial en comparación con los hombres blancos. Una brecha salarial persistente basada en el genero sigue perjudicando a nuestras mujeres, sus familias y la economía.
Los residentes de Puerto Rico pueden votar en las primarias presidenciales, pero no en las elecciones generales. Aun así, deben vivir bajo las leyes y regulaciones federales.
El hecho es que los puertorriqueños han sido tratados como ciudadanos de segunda clase durante más de un siglo. Es una tradición de largo alcance. La deuda de Puerto Rico es, en muchos sentidos, una parte integral del desastre actual de la isla. Sin embargo, cuando el problema de la deuda y los desastres de Puerto Rico se presentan al gobierno, en el pasado y en el presente, se describe como un problema puramente local. El gobierno describe la asistencia federal como una forma de benevolencia y no como parte de la responsabilidad de la nación hacia su gente.
Remontándonos por decadas, encontramos que, en lugar de abordar las causas profundas de los problemas económicos de Puerto Rico, Washington siempre ha tratado la deuda como un mero producto de errores en la gobernabilidad local.
La verdad es que, como puertorriqueños y ciudadanos de los Estados Unidos, tenemos que reconocer nuestra propia humanidad. Tenemos que seguir luchando para que nuestras voces sean escuchadas, especialmente si queremos que nuestros hijos y la próxima generación de niños prosperen. Si queremos seguir abriendo puertas y rompiendo barreras, nos aseguraremos que cuando nuestra Isla este en problemas, reciba la ayuda que merece.