La falta de planificación magnifica los desastres “naturales” en Puerto Rico
Su ausencia conlleva costos muy altos para la sociedad, afirmó el economista y presidente de la Junta de Directores de Estudios Técnicos Inc.(ETI), Joaquín Villamil.
La lección principal de María, y ahora de Fiona, es que la planificación importa, y su ausencia conlleva costos muy altos para la sociedad, afirmó el conocido economista y presidente de la Junta de Directores de Estudios Técnicos Inc.(ETI), Joaquín Villamil, quien advirtió además que el futuro de Puerto Rico no puede verse como el proceso para devolver el país a su condición pre-María y retomar la manera de conducción que le ha caracterizado por décadas.
En un escrito publicado en el último número de La publicación de ETI, Perspectiva, Villamil sostiene que la carencia de planificación que padece el país se ha dejado sentir de muchas maneras: en la economía; en la condición de la infraestructura; en proyectos mal concebidos, costo-inefectivos e innecesarios; y en los impactos de huracanes previos; y ahora de Fiona.
“La falta de ejecución que se ha planteado por años es un reflejo de esa ausencia de planificación adecuada, como demostraron proyectos como Roosevelt Roads, el Tren Urbano y el puerto de trasbordo. Uno tardó 30 años en hacerse realidad y dos siguen en proceso, habiendo transcurrido casi tres décadas”, recuerda.
El economista y ex profesor de la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico, resalta que hay otros ejemplos, algunos de hace mucho tiempo, y cataloga las muchas decisiones del sector público caracterizadas por una falta de visión de largo plazo, como lo que en inglés llaman “shortsightedness”.
Agrega que en la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), le llaman “foresight function” a lo que carecemos en nuestros procesos de decisión. Por eso, afirma, no sorprende el estado del país.
Expresa Villamil en su escrito que el costo de esa carencia ha sido altísimo, como vimos con María y ahora Fiona. “Un sistema de planificación no solo debe tener una perspectiva de mediano y largo plazo, sino que tiene que incorporar el elemento de riesgo como parte intrínseca del proceso de toma de decisiones”, sostiene.
Establece que cualquier sociedad en el Caribe debe saber que tarde o temprano un huracán le impactará y destaca que en nuestro caso, han sido cinco en poco más de treinta años – Hugo, George, Irma, María y ahora Fiona. “El riesgo que conllevan debe ser un factor determinante en los planes de uso del terreno, en el manejo de los recursos y, por supuesto, en la manera como se planifica la infraestructura”,sostiene.
Declara Villamil que la ausencia de la planificación adecuada llevó al mal uso de nuestras costas, cuencas hidrográficas y nuestros embalses con las consecuencias que todos conocemos y que se han manifestado con mucha fuerza en los últimos años.
“No hay desastres naturales, hay eventos naturales que se convierten en desastres cuando no tomamos las medidas necesarias para mitigar sus consecuencias. En este momento es evidente que mucho del desarrollo urbano y de la infraestructura - el aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín, por ejemplo, - se verá afectado por la subida en el nivel del mar, no en uno o dos años, pero sí en diez, quince o veinte”, agrega.
Cuestiona, además, si no sería buena idea comenzar a pensar en opciones, en vista del tiempo que requieren los grandes proyectos de infraestructura.
''Y no es solo el aeropuerto LMM, debemos pensar también en todo lo que hay hoy en la zona marítimo terrestre'', cuestiona.
“A lo anterior habría que agregar algo de lo cual frecuentemente nos olvidamos, y es que Puerto Rico es una sociedad pobre. Esto se refleja, entre otras cosas, en el hecho de que opera sin reservas y sin la capacidad de responder a eventos como Fiona y, en otro ámbito, a 'shocks' externos a la economía”, agrega.
Apunta además al hecho de que “los fondos federales, el gasto y endeudamiento público y una inmensa economía subterránea que sostuvieron el consumo, lograron encubrir la realidad de una sociedad muy pobre con algunos bolsillos de afluencia, pero sin margen de maniobra por la falta de recursos. Tan solo esa condición exige que se cuente con un sistema adecuado de planificación”.
La resiliencia, que se puso de moda tras María, sostiene, no es suficiente. “En realidad, debemos de enfocarnos en prevención, que es algo que un sistema de planificación atendería”, reitera.
Concluye Villamil su escrito con la afirmación de que “el futuro de Puerto Rico no puede verse como el proceso para devolver el país a su condición pre-María y retomar la manera de conducción que le ha caracterizado por décadas. Se requiere que modifiquemos la manera como enfrentamos los problemas sociales, económicos, y de infraestructura que los eventos naturales han puesto en evidencia. Una planificación adecuada incorporaría los riesgos que conlleva nuestra condición de isla caribeña y de ser una economía muy abierta”.