Lunes 25 de julio de 2011 – Un día como hoy, valga la redundancia, ha sido el ‘día como hoy’ emblemático de las resistencias, implosiones, gladiolas, luchas y redenciones de una nación al extremo Oriente del Mar Caribe: Puerto Rico.

Dicha nación no habría de saber igual, de llamarse igual, de bailar igual, si no fuera por las transformaciones que se suscitaron varios 25 de julio a lo largo de los siglos.

El matrimonio de los Reyes Católicos y su empresa de conquista y evangelización de lo que eventualmente llamarían España y América, tendría como su figura mítica a Santiago Apóstol, ‘El Matamoros’, figura legendaria al cual se le atribuyó ser el santo iniciador de la ‘Reconquista cristiana’ de la península Ibérica y su expansión al hemisferio americano.

La fecha en que se conmemora la devoción a este matamoros que funge como ‘Santo Patrón de España’ y sirvió de referente e inspiración para la invasión y conquista de Puerto Rico es, precisamente, el 25 de julio.

Sin dicha conquista militar y la resistencia centenaria a ésta que sucedería por parte de los indígenas, tanto Taínos como Caribes; la que surgió de los africanos secuestrados y traídos como esclavos; y la que emanaría de los que eventualmente llamaríamos jíbaros y criollos, Puerto Rico no sería lo que es, no hablaría como habla, ni rezaría como reza.

Otro 25 de julio, éste de 1898, sería escenario de la invasión estadounidense durante la Guerra Hispanoaericana. Si bien dicha invasión ha supuesto los más terribles traumas que supone ser una nación intervenida hace ya 113 años, sin ésta Puerto Rico probablemente no habría sido cuna que nutriera el nacimiento del cagueño Abelardo Díaz Alfaro que escribiría ‘Santa Clos Visita La Cuchilla’, ni la elevación del salinense, Roberto Alomar, al Salón de la Fama de Béisbol (ambos sucesos ocurridos precisamente un 24 de julio de 1916 y 2011, respectivamente).

Un 25 de julio de 1952, oficialmente se establece el Estado Libre Asociado de Puerto Rico, siendo éste un referente de debate, encuentros y desencuentros que si bien no determinan ni definen a Puerto Rico, suponen una parte esencial del país que hemos viniendo forjando en los pasados 59 años, los cuales, por cierto, se celebran, ignoran o se protestan hoy, según el criterio y el corazón con que discierne y el que palpita uno u otro.

Un 25 de julio de 1978, a diez días días de concluir los VIII Juegos Panamericanos celebrados en San Juan, en los que tanto habrían de brillar nuestros jóvenes atletas, oficiales de la Policía de Puerto Rico cometieron dos terribles asesinatos en Cerro Maravilla. Los mismos marcaron particularmente a nuestra juventud y al país que habría de renacer como parte del proceso de descubrir, entender y buscar la justicia y el juego limpio que el Estado le negó a Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví, caídos mostrando dignidad ante odio trágico, en nuestro hoy rebautizado Cerro de los Mártires.

Un 25 de julio …ayer, hoy, mañana… fue, es, será siempre metáfora de nuestro diverso y rico Puerto Rico. Muestra elocuente de ello es que una de las comunidades más emblemáticas de la rica diversidad caribeña y boricua, Loíza Aldea, es parte de la herencia paradójicamente contrastante que hemos entretejido con el hilo de la otrora potencia colonial, España. Nos referimos a la joya histórica, identitaria y cultural que es Loíza Aldea, cuyo Santo Patrón es nada más y nada menos que el mismo, pero a la misma vez, muy distinto y sincrético Santiago Apóstol que salió junto a Pelayo de la mítica Covadonga. Como tal, sus Fiestas Patronoales se celebran hoy mismo, 25 de julio.

Y es pues, que, en las máscaras de Loíza Aldea, se cuaja una metáfora de recurrente transformación que habida cuenta de los traumas, cambios y redenciones que marcan nuestros pasados –que forman presente e instrumentan futuro– tomamos consciencia de que el conocimiento y entendimiento de nuestra Historia es un medio indispensable para potenciar la creatvidad y atino con el que vestiremos la máscara de porvenir que, como nación, habremos de instrumentar para sembrar la diversidad y cosechar la riqueza del RICO PUERTO RICO en que todos creemos.

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