Salirse del Ombligo
¿Cuándo nos educaremos para ver por encima de los bordes del ombligo?
Cuando el gobierno de los Estados Unidos decidió enviar misiles de alcance intermedio a Ucrania, y recientemente autorizó su lanzamiento a suelo ruso, cayó en la trampa tendida por un deseoso Putin de estrenar los suyos. Estos misiles que estaban prohibidos por un tratado del cual Donald Trump dio de baja a EE UU, empezaron a fabricarse, desarrollarse y “mejorarse” también por Rusia, ante la sospecha de que si EE UU estaba saliéndose de la prohibición, sería que ya los tenía.
La jugada a dejado a Ucrania con un número indeterminado de esos misiles, que se presume son pocos, y a Rusia con una nueva superioridad aérea con un tipo de misil imbatible e inderribable por los actuales sistemas de defensa antiaérea que se alega viaja a diez veces la velocidad del sonido. La madrugada de la fiesta estadounidense de acción de gracias, los rusos bombardearon la infraestructura eléctrica de Ucrania con misiles supersónicos, drones y parte de su arsenal. Una vez más, el tiro salió por la culata.
La autorización del nominal presidente Biden ---si es que todavía su senilidad se lo permite--- además de sembrarle una guerra a la administración entrante de Donald Trump, parece haber condenado a Ucrania a entrar en negociaciones para acabar la guerra en una posición de mucha más desventaja.
Con al menos un millón de abonados sin luz, sólo igualado por el pésimo servicio de LUMA en Puerto Rico en par de ocasiones, y sin defensas suficientes, Ucrania enfrenta ya la avanzada de un crudo invierno, igualado sólo por la manera oportunista en que los gobiernos europeos parecieran estar refrenándose de seguir tocando en la orquesta bélica de la industria estadounidense.
Este tiro por la culata del gobierno de Ucrania no debería alegrar a nadie. Si bien “su guerra” es una por proxi para la OTAN y EE UU para debilitar a la Rusia tiránica e imperialista de Putin, competidora energética de este último, Rusia ha violentado la soberanía ucraniana, ocupado parte de su territorio y le ha provocado enorme pérdida de vidas, la migración interna y externa de millones de habitantes. Que el gobierno ucraniano sea corrupto e incompetente para nada puede validar la invasión militar. Dos oligarquías corruptas, una de Putin y otra de Zelensky colisionan a expensas de la vida de miles de personas cada mes.
Que una guerra “caliente” se haya naturalizado en la frontera de Europa es hechura de terribles apuestas estratégicas, a costos estratosféricos que podrían ser trillonarios. El primer efecto directo es la ratificación de un mundo que es ya evidentemente bipolar.
Hay un límite más cercano a las guerras que puede auspiciar y sostener EE UU al mismo tiempo, sin que el enriquecimiento de los multibillonarios no termine empobreciendo a grandes sectores de la población y provocando ruina. La inflación que viven los consumidores estadounidenses tiene raíces también en las guerras estadounidenses activas en Israel-Gaza y Ucrania.
En Europa los miembros más leales de la OTAN, que tienden a ser los más participativos, sienten ya el peso de dos años de inflación en los ya altísimos costos energéticos y alimentarios, las rupturas en las cadenas de distribución, entre otras adversidades económicas. A esto se suma el miedo de una guerra europea y de una confrontación nuclear balística. De ahí, las consecuentes protestas de los electores expresadas en diferentes elecciones regionales, locales y algunas parlamentarias.
En Puerto Rico, seguimos con nuestro colonial ombliguismo y aislamiento de lo que pasa en el mundo. Como no se conoce realmente la política estadounidense y menos la internacional, el alma se nos pasea por el cuerpo, como si lo único que existiese es Donald Trump.
Se piensa muy poco en las decisiones fiscales y recortes monumentales en Medicare, Seguro Social, programas sociales y de defensa que requerirá bajarle las contribuciones a los mega-ultra-billonarios, ni el recorte presupuestario que emprenderá Elon Musk a nombre de Trump en su oficina de eficiencia gubernamental.
Esto tiene efecto directo en Puerto Rico, probablemente más fuerte que en EE UU. Pues teniendo en promedio un tercio del ingreso menos que el promedio familiar en EE UU, y hasta cuatro veces el porcentaje de personas vulnerables, y una cuarta parte de nuestra población sobre sesenta años es fácil vislumbrar lo que viene.
Mientras tanto en San Juan, se despliegan todos los apetitos presupuestarios y contractuales de las dos facciones del PNP, quienes protagonizan un bochornoso desfile tipo Caín y Abel con reproches y jugando al esconder. Ni al saboteador internacional más temido se le ocurriría algo más dañino a la credibilidad ---¿cuál? --- del gobierno saliente y del entrante. Aunque después de todo en la isla del ombligo esto ocurre hace tiempo continuamente. ¿Cuándo nos educaremos para ver por encima de los bordes del ombligo? A los corruptos y los depredadores a quienes les sirven no les importa. Sirven.