Pa'l Choliseo: otra vez el baile, botella y baraja
Columna de opinión del licenciado Víctor García San Inocencio
Nadie podrá acusar a Pedro Pierluisi de ser original. La pachanga del Choliseo que anunció desde allí expandiendo aforos en lugares cerrados, cuando aún no se alcanza un porcentaje razonable de personas que hayan completado la vacunación contra el Covid-19, no tiene un átomo de creatividad. Miguel Luciano de la Torre y Pando, aquel capitán general -gobernador hoy- que ocupó la Fortaleza desde el 1823 al 1837, adoptó la estrategia de las tres "B " -baile, botella y baraja- para que aquí no se le rebelara la gente. Venía huyendo de la llamada "tierra firme" donde aquellos, bajo el mando de Simón Bolívar, zurraron a los ejércitos españoles y a De la Torre en la batalla de Carabobo y proclamaron su independencia.
Pierluisi también necesita romper el luto. Las elecciones lo dejaron alicaído y muy magullado. Apenas rozó el tercio de los votos, la marca más baja de la historia para un candidato estadista. No controla ni la Cámara, ni el Senado, y lo que es peor, el engendro de la ley PROMESA a favor de la cual trabajó tanto como Comisionado Residente con el gobernador popular de entonces, Alejandro García Padilla, le ha quitado lo poquito de gestión y gobierno que podía ejercitar, pues la Junta de Supervisión Fiscal, su ¿anterior? cliente, manda todo lo presupuestario, está al servicio de los acreedores y de los grandes intereses, lo cual es incompatible con intentar gobernar en Puerto Rico para el Pueblo y por el Bien Común.
Anda Pierluisi atolondrado, descentrado, como si no quisiera gobernar, desde las elecciones de noviembre definiendo sus lealtades entre su cliente la Junta, su carencia de empatía y prioridades reales hacia Puerto Rico, y su extrema afición por los poderosos, poderoso caballero es Don Dinero. Anda también "entusiasmado" -no escapar de entusiasmarse- por la estadidad, manto manoseado que nunca priorizó anteriormente, y, con el rígido yeso del Covid-19 que reclama en cada país a las personas más talentosas y capaces, reino al cual no pertenece.
Al anuncio desde el Choliseo debió acompañarse un desglose preciso de cuántas personas ya completaron su proceso de vacunación, cuántas van por la mitad, y si es verdad que los brazos de más de un millón de personas hábiles, pero no necesariamente ávidas, no han sentido ni un pinchazo. La realidad es que apenas rondamos o nos acercamos al 40% y con el entusiasmo por vacunarse bajando. Hay algo de contraintuitivo en anunciar menos restricciones y que habrá incentivos. Se presta para que muchos piensen que no es necesario vacunarse, mientras otros decidan esperar por el incentivo.
Así, que uno se pregunta la emergencia de Pierluisi por anunciar con cuatro días de anticipación una modificación más de las medidas de resguardo que resultan paradójicas, por decir lo menos en algunos extremos. Hay que aclarar que Israel siguió esta fórmula de aperturas cuando ya había alcanzado casi el doble del por ciento de los vacunados en Puerto Rico. La emergencia de Pierluisi tiene que tener otro motivo, lo cual es evidente: su facsímil de gobierno colapsó. El último puntillazo que es un tajo largo, sangrante y doloroso ha sido el retorno vía presunta resucitación de Ricky Rosselló.
Pierluisi pudo evitar esta elección de cabilderos cuando ni del Capitolio, ni de la Junta le asignaron el dinero para derrocharlo así. Pero pudo más la adicción publicitaria y desviar la atención con la elección para ver si sacudía del colapso a "su" gobierno, que ser fiel a la razonabilidad y a la equidad. Garabateó y truqueó con el presupuesto cuanto pudo, constituyó una plancha y se encaminó hacia la gran aurora del hundimiento.
A la elección más importante de los estadistas en su historia, una que no había forma de perder, le fue a votar una ínfima parte. Un 4% aparentemente inflado con voto telefónico y todo, y otras maniobras que no habrá forma de detectar, pues parece que el método a lo sucusumucu será seguido en la verificación de los votos.
Pero eso no es todo, la plancha de los candidatos de Pierluisi a delegados fue derrotada malamente y se produjo la elección por voto minúsculo, pero abrumador dentro de los pocos que se emitieron, del némesis de Pierluisi. Ambos se han jurado amor, simpatía y lealtad, pero Pierluisi debe saber que las circunstancias cambian, y lo de Washington ha pasado de ser de una fantasía febril, a una pesadilla incumplible, derrochadora, desprestigiada y para colmo regenteada por Ricky, también impresentable en D.C. rechazado por su chat del verano del 2019 por el liderato demócrata, fugitivo de la gobernación de Puerto Rico, y conocido por los republicanos por ofrecerle un puño al ''bully'' (Trump) en la televisión estadounidense.
Mientras su gobernación sucumbe y la tristeza lo ahoga, Pierluisi dedica todos sus esfuerzos para mantener el contrato de LUMA, se empecina en no reformar el ordenamiento electoral que sólo ha traído vergüenza en los pasados dos años, y deshoja margaritas, mientras cree que todavía va a poder tener mucho bacalao de la reconstrucción para repartir. Sin presente, ni futuro, le resta sólo ganar tiempo, dando rienda casi suelta al baile, botella y baraja del gobernador Miguel de la Torre. Dos exgobernadores que revivieron. Ricky y Miguel, que son tan tristemente recordados por el país. Vaya pa'l Choliseo.
Una postdata: ¿ Por qué no ampliaron el aforo en los lugares ventilados?