Si tan sólo los estadounidenses empezaran a conocer su propia historia
Columna de opinión de Víctor García San Inocencio
Quizás necesitaremos un cuento popular alemán que nos preste la trama, para que nazca del otro lado del Océano Atlántico la historia de otro neoyorquino, Rip Van Winkle, quien embriagado por unos duendes se echó a dormir una siesta y despertó veinte años después, viejo y viudo, absorto porque en las oficinas de gobierno colgaba el retrato del General Washington y no del rey Jorge británico.
Otro Washington ---de apellido Irving--- tendría que haberlo narrado bastante luego de terminada la segunda guerra contra los ingleses, y quizás no fuese suficiente tanto tiempo ---casi cinco décadas--- para darnos cuenta de la profunda degradación de la política estadounidense desde que Richard "Tricky " Nixon, el del escándalo Watergate, renunció a la presidencia estadounidense y fue perdonado por su sucesor Gerald Ford temprano en los setenta. La década siguiente de los años ochenta nos traería la broma pesada de que un actor de pacotilla de Hollywood, intérprete de vaqueros y gángsters sería electo presidente, Ronald Reagan, con un historial de cómplice perseguidor macartista de sus compañeros actores y escritores de guiones en los finales de la década de los cincuenta y sesenta. Reagan fue el más goloso chupador de la ubre de la Guerra Fría. El estupor de Rip Van Winkle sería cosa de poca monta al lado de quien hubiese seguido el ascenso meteórico de Reagan desde su posición de delator, luego gobernador de California y finalmente morador de la Casa Blanca.
Richard Nixon, Ronald Reagan y Donald Trump completan una trilogía de presidentes republicanos, el primero fue un embustero patológico, chanchullero y tramposo; el segundo, otro mentiroso, fanático y extremista; el tercero, Donald, la multiplicación de los vicios del dúo mencionado. Nixon, parece haber sido olvidado, y se le recuerda vagamente por las nuevas generaciones cada vez que hay amenaza de residenciar a otro presidente. Reagan es muy celebrado y vitoreado porque se le atribuye haber desmantelado a la Unión Soviética ---leyenda urbana-- , y a Trump súbito desaparecido desde el Día de Reyes, lo están velando para meterlo preso, por sus trampas financieras, sus extorsiones y más recientemente por tratar de robarse unas elecciones y querer quedarse con el cargo de presidente de "la Gran Corporación" a la cañona.
He tenido la discreción de no mencionar para no cargar la cosa, a los dos Bushes, padre e hijo, uno nombrado por la CIA y por el complejo petrolero; el otro, empujado por el padre. Reencarnaría cinco veces de sus largas siestas Rip Van Winkle, antes de que se encuentren las armas de destrucción masiva que Bushito convenientemente imaginó que existían en Irak, y que utilizó para empezar una guerra que ha desbaratado aquel país y debe haber provocado un millón de muertos. Pero a este rufián, se le recuerda con benevolencia, como el hijo semi-tarado borrachón y buscapleitos que logró superarse y llegar a emular a su padre. Cuánta capacidad tiene el sistema mediático estadounidense para reescribir sus narrativas y creérselas ellos mismos. Los villanos cuando no terminan convertidos en héroes de ficción, se van con una palmadita en la mano. Así, es el edificio de falsedades que corona la política estadounidense y la peculiar versión de lo que han logrado creerse es la "democracia".
Todavía sorprende que alguien se espante ante el régimen de tuits y verdades alternas instaurado por el "magnate"Trump que tanto han insuflado el ánimo a sus 74 millones de votantes. Me sorprende personalmente que haya políticos coloniales en Puerto Rico a quienes les haya tomado cuatro años menos dos semanas para "darse cuenta" y retirarle su apoyo al instigador mayor, como la Comisionada Residente, Jenniffer González, a quien le tomó una larga contemplación de las postrimerías del can, para apagar el interruptor el pasado 7 de enero del 2021.
Alguna gente se pregunta cómo es que puedan criarse "monstruos" como el señor Trump. Trump fue alimentado por la gula, por el extremismo neoliberal, por el desprecio a los ideales de la igualdad y la dignidad; por el apoyo ciego u oportunista de millones de personas, por el silencio cómplice y ventajero de sus cortesanos aduladores; por la historia de opresión de los Estados Unidos; por las profundas heridas y cicatrices que el odio vitriólico provoca; y porque sus principales contendores ---los demócratas--- que no han buscado sanar, o no han podido nunca, extraer de raíz la enfermedad que consume a su país desde sus inicios.
Si tan sólo los estadounidenses empezaran por conocer su propia historia.
En Puerto Rico, donde no se conoce ni siquiera la semi borrada u oculta historia puertorriqueña, antillana, caribeña y latinoamericana, los adoradores de los EEUU conocen mucho menos la de los EEUU, su metrópolis. Mientras tanto, los del 32% ----muchos menos votos que los de Trump--- buscan a ciegas lo que llaman "un ideal", la estadidad, que han querido imponérselo a los puertorriqueños con plebiscitos amañados, y quieren hacerlo contra toda lógica política a Washington. Estoy ansioso por ver la implantación de la nueva versión del Plan Tenesí, por Pierluisí, pues a Jenniffer a lo mejor ni la dejan pasar.