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Opiniones

La ignorancia MATA... y nos están matando

[OPINIÓN]

Alberto J. Valentín
Foto: Suministrada

Es lamentable ver cómo en pleno 2020, aún necesitemos recordarle a nuestros medios de comunicación que cuando reportan un crimen de odio, o un asunto relacionado a la comunidad transexual o transgénero, bajo ningún concepto deben de mencionar o hacer referencia a lo que en algún momento fue su antiguo nombre (“dead name”) y poner su nombre actual nombre entre comillas, como si fuese un apodo no oficial o reconocido.

La educación de nuestra sociedad, y en especial de aquellos que tienen la oportunidad de llevar información es crucial, si queremos erradicar crímenes de odio como el de Michellyn.

La ignorancia y el desconocimiento sobre la competencia cultural, la diversidad que nos rodea y el respeto a la individualidad de los seres humanos, son los que hacen que nuestra sociedad sea intolerante a lo diferente, a lo distinto. Es la falta de educación con perspectiva de género y competencia cultural, la que provoca que nuestros medios de comunicación pongan titulares como “asesinan a hombre vestido de mujer” o incluso aún, lo que aún nos hace pensar que tenemos la autoridad moral de pararnos en un podio a decirle a cientos de miles de personas por televisión que la orientación sexual e identidad de género es una ideología o una preferencia.

La ignorancia MATA, y nos están matando. Algunos de nosotros morimos asesinados y perseguidos como Alexa o Michellyn, mientras otros enfrentan el odio a través del “bullying” en las escuelas, sus núcleos familiares y trabajos, haciendo que los índices de depresión y suicidio en nuestra comunidad LGBTTQIA sean los más altos. La ignorancia mata, y nos están matando.

Mychellyn Ramos Vargas, tenía 33 años y era natural del pueblo de Lajas. Hoy la comunidad LGBTTQIA pierde una voz más, hoy perdemos otra mujer, hoy perdemos a otra valiente que se atrevió a ser feliz, reconocer su verdadera identidad y expresarla con firmeza.

Hoy vuelven a trastocar nuestros años de lucha y reconocimiento. Hoy nuestra comunidad transexual se siente mucho más insegura que ayer, menos empoderada y con menos voluntad de expresar su identidad. Hoy nuestra comunidad trans incluye un miedo más a su larga lista de cosas por las que tienen que temer desde el día que nacen. Y es que esto no es un incidente aislado, o alejado de la realidad cotidiana que enfrenta nuestra comunidad trans. Es un patrón sistemático de una sociedad en la que impera la ignorancia y el odio hacia las personas que se atreven a dar ese paso de amor propio.

Fue tan reciente como marzo pasado, cuando vimos que Alexa era perseguida a través de las redes sociales, hasta el punto de asesinarla horas más tarde. Fue el odio de toda una sociedad a través de las redes sociales lo que llevó al asesinato de Alexa a sangre fría. Hoy se vuelve a repetir una muerte similar, a punto de pistola, contra otra mujer trans. Y aunque desconocemos las razones de su muerte, y exigimos a las autoridades su urgente esclarecimiento, no nos cabe duda que fue un crimen de odio. Porque la ignorancia mata, y nos están matando.

Nos llenamos la boca hablando de países tercermundistas o subdesarrollados en América Latina, presumiendo nuestra grandeza y avances, pero cuando comparamos nuestras políticas públicas de inclusión, equidad y diversidad son prácticamente nulas cuando las comparamos con las existentes en Chile, Argentina, Colombia, Perú y México.

¿Ustedes quieren hablar de subdesarrollo? Eso es subdesarrollo, que en pleno 2020 aún tengamos que salir a la calle a protestar para que nuestros legisladores aprueben una medida en contra de las terapias de conversión en contra de nuestros niños LGBTTQIA. Eso sí es subdesarrollo. Que aún vivamos en una Isla donde puedes ir a recibir un servicio, y alguien puede negarte el servicio por pensar que eres homosexual o transexual. Eso es subdesarrollo.

A Mychellyn Ramos Vargas la mató nuestra ignorancia, nuestra falta de conocimiento y nuestra indiferencia. Hoy volvemos a reclamar justicia desde la comodidad de nuestros hogares poniendo hashtags y fotos en nuestras redes sociales, pero poco hacemos para educarnos sobre qué es la disforia de género, o cuáles son las diferencias entre transexual y transgénero, o porque está mal preguntarle a una persona trans si se realizó su operación de reasignación de sexo o cuáll era su antiguo nombre.

Somos una sociedad ignorante, machista y heteronormativa, y mientras no luchemos por educarnos y educar a nuestras futuras generaciones, seguiremos viendo cómo nos siguen silenciando con muertes como la de Mychellyin.

Los crímenes de odio están enraizados en nuestra sociedad. Son parte de nuestra cultura, es un odio sistemático que solo podrá atenderse con educación en competencia cultural y perspectiva de género. Si aún no hemos logrado acabar con el racismo, y aún vemos cómo miles salen a la calle a marchar, cómo pretendemos pensar que aún hemos acabado con la homofobia y la transfobia? Apenas comenzamos esta lucha, y la tenemos que seguir dando desde la educación, desde el quebrantamiento de nuestro sistema y nuestras instituciones que siguen malinformando y postergando el conocimiento de un constructo social que ya no existe. Mientras no logremos promover ese pensamiento de educación, la ignorancia seguirá acabando con nosotros.

Descansa en poder, Mychellyin. Tu crimen nos llena de rabia, pero no de impotencia. Seguiremos luchando en tu memoria y en la memoria de aquellas que como tú no están ya con nosotros.

El autor es abogado y director ejecutivo Consejo Asesor LGBTT+