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Opiniones

Madres trabajadoras en tiempos de pandemia

La procuradora de las Mujeres, Lersy Boria Vizcarrondo, señala que la crisis del COVID-19 deja al descubierto las inequidades entre los hombres y las mujeres. Por eso, alerta para que la crisis salubrista no interrumpa la agenda de lucha por la equidad.

La procuradora de las Mujeres, Lersy Boria Vizcarrondo, pondera los retos de las mujeres en medio de la nueva realidad que crea el coronavirus.
Foto: Suministrada

En esquemas sociales tradicionales se identifica a la mujer como la responsable de las labores domésticas. Además, somos muchas las que componemos la fuerza trabajadora de nuestro país.

Sin embargo, a pesar de salir a la calle a trabajar al igual que los hombres, poco se ha adelantado en cuanto a la corresponsabilidad de las labores en el hogar. En momentos como ahora, en que mundialmente enfrentamos un grave problema de salubridad que nos ha llevado al confinamiento en nuestros hogares y a implementar el distanciamiento social, se hace más visible la desigualdad de las tareas. Vemos como la carga doméstica no remunerada recae sobre nuestros hombros y se triplica, afectando el bienestar de las mujeres.

Esta situación que tanto nos está afectando y que hemos comentado más de una vez con nuestros pares, ha sido reconocida y recogida por las Naciones Unidas en su documento “Cuidados en América Latina y el Caribe en tiempos de COVID-19. Hacia sistemas integrales para fortalecer la respuesta y la recuperación”. En el mismo se discute el sentido de urgencia de reformar las políticas públicas de los gobiernos a tenor con la crisis salubrista provocada por el COVID-19. Entre los temas que se discuten, como la violencia de género, las protecciones para mujeres que se encuentran en la primera línea de respuesta a la pandemia, protecciones a infantes y adultos mayores o discapacitados; se discute la urgencia de reconocer la sobrecarga que llevamos en nuestros hombros cuando hablamos de las políticas de cuidado. El documento establece como cuidado “aquellas actividades que regeneran diaria y generacionalmente el bienestar físico y emocional de las personas”. Preparar el desayuno, bañar a los niños, velar por que se hagan las asignaciones, mantener el hogar y la ropa limpios, cuidar a los envejecientes o enfermos; todos son ejemplos de ese cuidado no remunerado.

En momentos de pandemia se agudiza el problema de la inequidad. La desigualdad de género se acrecienta vertiginosamente y afecta nuestro bienestar porque durante el confinamiento los cuidados recaen en el hogar y estos, a su vez, en la mujer. Los gobiernos tienen que reformar urgentemente sus políticas públicas, particularmente en áreas de la corresponsabilidad de cuidados entre familias, estado, comunidad y mercado. Además de repensar sistemas de salud y seguridad con enfoque de género, ya algunos países han implementado sistemas nacionales de cuidado, que buscan brindar atención a personas en situaciones de dependencia y fomentar que los padres se involucren más en el cuidado de hijos e hijas.

Debemos trabajar para que esta pandemia no nos haga retroceder en la lucha por la equidad. Es momento de reformar y exigir la implementación efectiva de nuestra política pública; cambiar a raíz de los nuevos retos y unirnos a las reformas mundiales. Nosotras las mujeres somos las más afectadas y violentadas en situaciones de emergencia. Enfrentamos la pérdida de empleo o reducciones de salario a causa de las obligaciones en el hogar, por el cuidado de los niños, enfermos o adultos mayores. Asumimos la carga de la educación virtual en el hogar, la limpieza y toda labor doméstica. Además, las mujeres que sí son remuneradas por trabajos en el hogar enfrentan bajos salarios, falta de seguros sociales y problemas para mantener a sus propias familias. Por otro lado, a la mujer que ha podido conservar su empleo mediante la modalidad de teletrabajo se le añade la tarea doméstica no remunerada y, si tiene hijos, las responsabilidades del cuidado y de la educación virtual. Todo esto, mientras nos mantenemos aptas, hábiles, eficientes y disponibles para cumplir con las responsabilidades de nuestros empleos.

La crisis del COVID-19 ha resaltado la inequidad entre los hombres y las mujeres, con el riesgo aún mayor de retroceder en los derechos adquiridos y reconocidos.

Porque esta triple sobrecarga limita exponencialmente las posibilidades que tenemos las mujeres en el ámbito laboral, político y social. Es por esto que, mundialmente, se discute el reconocer, redistribuir y reducir las tareas domésticas no remuneradas y que exista una corresponsabilidad de tareas para los hombres y las mujeres. Hay que cambiar porque la equidad es un asunto de todos los días. Comencemos el cambio reconociendo la problemática y actuando. Este reconocer, cambiar y actuar debe trascender el núcleo familiar para implementarse desde el estado, las comunidades, el comercio, patronos privados y en cada esfera social. No permitamos que la pandemia desacelere nuestros trabajos hacia la equidad.

La licenciada Lersy Boria Vizcarrondo es la Procuradora de las Mujeres.