Acceso a la equidad
El licenciado Víctor García San Inocencio aboga por la participación ciudadana en los procesos de gobernanza del País y como fórmula para garantizar el acceso a la justicia.
Se ha puesto de moda --aunque siempre está al centro de la vida misma de toda sociedad-- el tema de la equidad. Éste aflora con virulencia en tiempos en que los desastres sociales que estructuramos por la pésima gobernanza y la falta de visión nos golpean el rostro. Este es el caso del encuentro frontal con el racismo luego de la muerte de George Floyd, que se ha extendido a muchos países. Ese es el caso del Puerto Rico colapsado post-María --aunque se venía goteando antes-- de la aparatosa Administración actual que nunca ha alzado vuelo donde también estallan los reclamos por equidad; con pesadillas burocráticas como la del COVID-19, o los terremotos.
Digamos que la equidad son muchas cosas, pero empecemos por decir que ésta representa la aspiración más elevada que subsume valores como la justicia, el encuentro con el bien común, la buena gobernanza y la vigencia expansiva de los derechos humanos.
Se trata de un término eminentemente social, aunque los abogados suelen acapararlo. El término tiene más de una acepción. Pleitos tengas y los entiendas. Aquí quiero referirme al rostro más social de ese concepto, enfocado especialmente a cómo podemos disfrutar de una vida plena en una comunidad más justa y acorde con los valores de la solidaridad y los derechos humanos.
Mucha gente habla de acceso a la justicia en el cuadrante restrictivo de las cortes. La justicia como valor es mucho más, y como producto, remite a la actividad vital de muchas instituciones. En el caso del gobierno o de los gobiernos y sus funcionarios, incluye a toda la esfera pública donde se desenvuelven éstos, investidos de autoridad pública y decisoria.
Cómo deben nacer las políticas públicas, con participación real y plana de la gente, y cómo se implantan a través de la ley y de los organismos del Estado y de la sociedad, es parte del componente instrumental de la gobernanza.
Al hilo de la gobernanza, que debe ser participativa, coherente, transparente, sustantiva y lo más amplia posible se teje la vida social y política de la que los procesos adjudicativos son sólo una parte.
La justicia que procede del ejercicio de la autoridad pública se practica y dimana de todos los entes gubernativos y ramas. Parte esta Justicia del derecho de cada ciudadano a peticionar --y a veces a exigir-- la reparación de agravios de aquellos a quienes elige, o de los nombrados por los electos, y desde todo el aparato estadual.
Un robusto ejercicio de aquellos derechos humanos que son instrumentalmente más políticos como el derecho al voto, el de expresión y asociación, y la libertad de prensa --cuando no la monopoliza el dueño de la empresa mediática-- facilita el acceso a la equidad, por la vía no exclusiva del acceso a la justicia peticionada.
Pero la equidad como objetivo generalizado de la sociedad tropieza con grandes obstáculos. El mundo, las sociedades y sistemas políticos son sumamente no equitativos. Es más, cuanto más privilegios existan de cuyos beneficios no se nutran todos los integrantes de la sociedad, más falta de equidad habrá.
Los privilegios se acompañan de la fuerza de la ley. De ahí, que el acceso a la arena política se convierta en producto de primera necesidad para continuar, perpetuar y expandir esos privilegios mal distribuidos y tratar de deshacerlos. Son los intereses casi siempre económicos los que hacen de la política una ruleta de casino e invierten y apuestan para controlar el curso y el recurso de la política, que debía ser ejercida por todos y ser la más noble de las actividades que completen el desarrollo del ser humano.
Todo ello requiere, sin embargo, de una participación ciudadana amplia y preparada en la toma de decisiones, un entendimiento no egoísta del propósito de la acción política, y un blindaje y equipamiento extraordinario para nutrir y defender la vigencia de la participación equilibrada en toda la gestión y gobierno. Ello requiere hacer de cada persona un líder en la participación social.
Si los amigos lectores sienten que deben aprender sobre estos temas los invito a que participen de los conversatorios que gratuitamente ofrece la Universidad Católica, una de cuyas series empezó el sábado 4 de julio y que se extenderán por dos meses, cada martes y cada sábado. Sé que se inscribirán o los seguirán muchas personas interesadas en el liderato y el desarrollo social. Espero que entre los miles de candidatos electorales muchos vean el valor de los conversatorios y los escuchen, al igual que cada ciudadano.
La aspiración democrática se robustece cuando cada ciudadano está preparado para gobernar, y por algún sitio se empieza. Quizás sea así, en estos foros puntuales en el momento que se necesitan más y a los que pueden acceder vía el Instituto de Educación continua de la Católica.