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Alerta, el coronavirus no desaparece, reaparece

El doctor Ibrahim Pérez advierte que el resurgimiento de contagios en Taiwan y Hong Kong contiene un mensaje para los puertorriqueños: el coronavirus no va a desaparecer hasta que no aparezca una vacuna o un tratamiento efectivo.

Vista del coronavirus en un microscopio. (EFE/Archivo)
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Taiwan y Hong Kong registraron sus primeros casos de coronavirus entre el 22 y el 27 de enero de 2020, tres semanas después de los primeros casos reportados en Wuhan, China.

Esos dos países asiáticos aprendieron de la experiencia con el SARS dos décadas antes. Pusieron en ejecución las más rigurosas y efectivas medidas de contención y mitigación, sin recurrir a un “lockdown” completo, y aplanaron el crecimiento epidémico tempranamente, antes de que muchos otros países pudiesen experimentar lo que era una curva epidémica y lo que esa curva realmente significaba.

En las primeras dos semanas de marzo, Taiwan y Hong Kong no tuvieron más de 15 casos en un mismo día y comenzaron a flexibilizar sus restricciones. Para el 15 de marzo, sus casos totales se mantenían sumamente bajos: Taiwan 59 y Hong Kong 149.

A pesar del éxito de Taiwan y Hong Kong en controlar su brote inicial de coronavirus, para finales de marzo y abril ambos experimentaron un resurgimiento de casos positivos, aunque el incremento de casos no fue tan significativo. Al 30 de abril, tanto Taiwan (429 casos totales) como Hong Kong (1,038 casos totales) estaban nuevamente en control.

La reaparición del coronavirus en Taiwan y Hong Kong no fue causada por un relajamiento de las medidas epidemiológicas. La nueva ola de casos fue importada (como había sido la primera importada desde China) por residentes de esos países que viajaron a Europa y EE.UU y que al regreso a su país portaban el virus en su sistema respiratorio e iniciaron una nueva ronda de contagios.

El resurgimiento de contagios en Taiwan y Hong Kong contiene un contundente mensaje para los puertorriqueños: que el coronavirus no va a desaparecer, que no vamos a poder deshacernos de él hasta que no aparezca una vacuna o un tratamiento efectivo. Y hasta que eso no ocurra, no podremos bajar la guardia, ni por un momento.

Sin embargo, tenemos que seguir imponiendo nuestra capacidad, habilidad y voluntad para manejar la situación de manera segura y efectiva, como hasta ahora hemos hecho.

Durante las pasadas seis semanas, ha sido el pueblo puertorriqueño el que ha llevado la voz cantante en la lucha frente al coronavirus. Hemos logrado los mayores objetivos que las circunstancias nos han permitido alcanzar.

Pero en este tiempo extra del toque de queda, y de manera que se pueda comenzar a mover nuestra economía, corresponde a nuestros empresarios cargar el batón.

Llegamos individualmente hasta aquí con gran sacrificio y esfuerzo personal, pero los empresarios tendrán que darle continuidad a nuestros logros y guiar la reapertura. Si no proveen el ambiente laboral más seguro posible para sus empleados, estos se enfermarán y tendrán que ser puestos en aislamiento. Su fuerza laboral podría entonces reducirse a un grado tal que los obligaría a cerrar sus empresas.

El éxito de la reapertura de la actividad empresarial y comercial dependerá de que ciudadanos y empresarios continuemos firmes en mantenernos vivos, saludables, productivos y cuerdos.

Hemos tolerado los repetidos desatinos de un gobierno, que mientras nos ha mantenido encerrados, no ha podido tan siquiera cumplir con su parte. Que hizo proyecciones absurdas inicialmente (300 mil contagiados, tres mil ventiladores) y que ha continuado ofreciendo datos imprecisos y confusos. Que sencillamente no sabe ejecutar.

El pueblo no puede confiar en sus datos, en sus explicaciones, en sus excusas y en sus promesas. Pero el tiempo extra ordenado por la gobernadora ofrece al gobierno una última oportunidad de rehabilitarse. Examinemos entonces las tareas salubristas más importantes que quedan por delante:

1) Las pruebas diagnósticas- por seis semanas hemos escuchado cien mil, doscientas mil, quinientas mil, un millón. Apenas hemos llegado a 13,000 pruebas realizadas (Cuba 47,000). Seguimos posicionados como la jurisdicción de EE.UU. con menos pruebas realizadas. Tras más de 45 días de toque de queda, es como si el gobierno no entendiera que las pruebas son imprescindibles para hacer un diagnóstico preciso y tener un retrato contínuo de dónde estamos. Y que tenemos que conseguirlas donde sea, pero sin violar la ley. Como dijo mi amiga periodista YVA, “sin pruebas, no hay paraíso”. Y yo añado “que sin pruebas seguiríamos dando palos a ciegas, sin brújula que nos guíe”.

2) Las poblaciones más vulnerables- desde el huracán María acordamos que el Departamento de Salud prepararía un inventario detallado de las poblaciones más vulnerables y desprovistas tras una catástrofe como huracán, terremoto y pandemia, poblaciones que requieren acción protectora inmediata. Aunque el inventario nunca se hizo, sería bueno saber cómo les ha ido en esta pandemia a los envejecientes que viven solos, o en asilos o égidas, al igual que a los confinados en nuestras prisiones. Sería bueno también tener un informe detallado del manejo de un grupo muy especial e importante que no debemos olvidar, los puertorriqueños que regresan a la isla por vía aérea, su cantidad, procedencia, perfil, pruebas realizadas, pruebas positivas, cuarentenas, aislamientos, monitoreo de cumplimiento. Recordemos que fueron los viajeros de retorno los que provocaron la segunda ola de propagación en los dos países analizados en esta columna. Aunque mantengamos nuestras medidas epidemiológicas locales vigentes, cuando EE.UU. y especialmente estados como Florida aumenten el tráfico aéreo hacia Puerto Rico, podríamos estar recibiendo una gran cantidad de compatriotas de regreso a nuestra isla, los cuales podrían convertirse en una significativa fuente de contagio, algo que deberíamos monitorear con gran rigurosidad. Y si el propio Secretario de Salud reconoce que hasta hoy no hemos podido rastrear adecuadamente a todos los pasajeros que requieren aislamiento o cuarentena, imaginen lo que ocurrirá cuando el tráfico aéreo sea más voluminoso.

3) Conteo de contagios, muertes, utilización del sistema de salud- no hemos tenido ni uno solo de los sobre 45 días transcurridos desde el inicio del toque de queda, en que el país haya podido saber con certeza el conteo correcto y el perfil de casos contagiados y muertes, ni tampoco de datos de utilización de salas de emergencia y hospitales por pacientes de coronavirus. La situación no parece mejorar, ni resolverse con el tiempo. Podríamos superar la pandemia sin conocer los detalles de lo ocurrido, sin que nadie jamás hubiese visto el pico invisible pronosticado para ocurrir en distintas fechas, y que todavía no sabemos si ya pasó o si viene el 8 de mayo. ¡Qué contraste con la brillante y transparente cátedra de datos e interpretaciones bien informadas que el Gobernador Cuomo ofrece sobre lo que pasa día a día en el estado de Nueva York!

4) El equipo epidemiológico- y como si la incompetencia gubernamental no tuviese fin, tampoco hemos podido aglutinar un equipo epidemiológico que realice una función tan clave e insustituible para la contención del virus, especialmente ahora que comienza la reapertura de nuestra actividad económica y se espera resurjan nuevos contagios que van a requerir pronta identificación y aislamiento, trazar contactos y ponerlos en cuarentena, y monitorear cumplimiento. El Departamento de Salud también ha admitido no contar con el personal necesario para realizar tan crucial tarea.

Los puertorriqueños nos hemos comportado de manera ejemplar para sobrellevar la pandemia. Pero la fase de recuperación requiere mucho más que buen comportamiento de la ciudadanía y de los empresarios. Requiere un riguroso monitoreo de la efectividad de los planes de reapertura, los cuales a su vez dependen de que realicemos muchas más pruebas, que garanticemos resultados correctos y datos epidemiológicos precisos, y que contemos con el mejor peritaje estratégico disponible de profesionales en epidemiología para liderar el proceso.

El Departamento de Salud y el gobierno necesitan ganarse nuevamente la confianza y la credibilidad que han perdido. Lo pueden lograr si comunican sus estrategias y resultados de manera consistente, honesta, clara, precisa y transparente. Pero si no pueden lograrlo en esta nueva fase que hoy comienza, entonces que Dios nos proteja del impacto que podría tener sobre Puerto Rico una desbocada segunda oleada de coronavirus.

Los puertorriqueños estamos preparados para lo que sea. Nos inspira la canción de nuestro siempre recordado actor y declamador, David Ortiz Angleró, interpretada originalmente por Lucecita Benítez en 1973, “soy de una raza pura, pura rebelde, soy de sangre rebelde hasta la frente”. Hasta David Begnaud ya lo notó e intuye que alguna solución encontraremos los puertorriqueños a este nuevo reto.

El autor es internista y gastroenterólogo. Entre 1993 y 1997, fue director médico del Hospital Auxilio Mutuo. Entre 1997 y 2000, fue director de Salud de San Juan. Estuvo al frente de la entrada a la Reforma de Salud del sistema público de salud de San Juan a partir del 1 de julio de 2000. Entre 1991 y 1992, fue secretario de Recreación y Deportes durante la administración del Gobernador Rafael Hernández Colón (QEPD).