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Opiniones

Para empezar, ¡Democracia!

El licenciado Ángel M. Cintrón-García reconoce que el tema principal en estos días es la pandemia por COVID-19, pero invita a reflexionar sobre el rol de los partidos políticos en nuestra sociedad.

Lcdo. Ángel M. Cintrón-García, exrepresentante a la Cámara por el PNP.
Foto: Suministrada

¡Hola! No soy médico, ni especialista en emergencias de salud, ni tampoco soy ‘todologo’, por lo que no puedo hablarles certeramente del COVID-19.

Sé lo mismo que ustedes saben, pero reconozco que todos estamos preocupados tratando de proteger a nuestros seres queridos. Por tanto, no es fácil hablar de otros temas en estos momentos difíciles, así que decidí hacer embocadura con un tema que será base para futuros diálogos a través de esta invitación que me extiende NotiCel de ser columnista, un privilegio inmerecido. ¡Comencemos!

Democracia, (según Google) - es una forma de gobierno donde el poder lo ejerce el pueblo, usando medios legítimos de participación en la toma de decisiones políticas. La palabra proviene del griego (democratía), que significa ‘poder del pueblo’.

El mecanismo fundamental de participación de la ciudadanía es el voto, libre y secreto, a través del cual se eligen a los dirigentes o representantes para un período determinado.

Sin embargo, tener elecciones no es suficiente para afirmar que un gobierno o régimen es democrático. Se hacen necesarios otros elementos. Entre muchas de sus características, podemos mencionar entre otras: respeto por los derechos humanos; libertad individual; libertad de asociación; presencia de múltiples partidos políticos; distribución del poder en diferentes actores sociales; sufragio universal, libre y secreto; alternancia en el poder; libertad de prensa y opinión; igualdad ante la ley; apego al Estado de derecho consagrado en una Constitución.

Vemos que uno de los elementos para que una democracia se afiance y florezca lo es la presencia de partidos políticos. ¿Por qué? Pues porque servir a un pueblo de 3 millones, 30 millones o 350 millones de ciudadanos no es tarea de directiva de clase graduanda o de asociación de residentes (conste que he participado en ambas).

Servir a las sociedades modernas requiere organización, coordinación, compromisos, agenda determinada y voluntad para ponerse de acuerdo con rapidez, para que los servicios y obras para el pueblo se puedan hacer realidad.

En la antigua Grecia cuando eran un puñado de personas, todos se reunían en la plaza y se ponían de acuerdo. ¡Ahora imaginemos a 3 millones de ciudadanos reuniéndonos en la plaza para ponernos de acuerdo!

Los partidos políticos son el reflejo más moderno, sofisticado y evolutivo de la organización social. Son entidades sociales que logran agrupar personas que coinciden en muchos temas e ideas para poderlas poner en práctica.

Ahora bien, en años recientes hemos escuchado con asombro y preocupación los movimientos en redes sociales que intentan convencernos de que los partidos políticos son malos y los culpables de nuestros males y que solo gente fuera de partidos pueden gobernar bien.

Nada más lejos de la verdad y, los que así lo postulan saben que mienten. Los propulsores de esta idea son esos elementos ocultos en nuestra sociedad que solo persiguen la anarquía, la revolución de las masas para lograr sus propósitos que, de otra manera, mediante una democracia ordenada no podrían lograr el poder porque su verdadera agenda sería descubierta.

Suponga que elegimos a un gobernante sin partido, sin plataforma, sin organización. No tiene legisladores que compartan sus planes. ¿Como cree que podrá gobernar sin legisladores? ¡Imposible! No podría aprobar presupuesto, ni hacer casi nada porque requeriría legislación. Y habrá quien les diga, "pues elimina la Legislatura, si después de todo son unos #&%@*’".

Pues sepa ya que quienes así hablen están sucumbiendo, sin saberlo, a quienes trabajan en lo oculto. No olvidemos de dónde viene nuestra democracia: de peregrinos que huyeron de las monarquías de Europa para lograr libertad individual. Para que los reyes no los persiguieran sin ley que los protegiese y que no hubiese un tribunal que hiciera verdadera justicia frente a un poder absoluto. Nuestro sistema republicano de gobierno fue creado precisamente en reacción a las monarquías, las dictaduras y gobiernos totalitarios donde el individuo no puede defender sus derechos frente a un tirano. Por eso nuestro sistema democrático diluye el poder en tres ramas con muchas personas, para evitar la concentración y abuso de poder.

Ahora bien, un gobernante sin una legislatura que le haga balance y jueces escogidos únicamente por él, eso sería equivalente a una dictadura. ¿Eso es lo que queremos?

Sé que no, pero a veces nos desesperamos con situaciones momentáneas que nos desalientan y perdemos esperanza porque fulano o mengano violó la ley o abusó del poder que el pueblo le delego. ¿Sabe qué? Aunque suene contradictorio, eso es lo hermoso de la democracia: que al que falla lo podemos cambiar con nuestro voto y al que trabaja bien lo podemos reelegir para que siga trabajando bien.

Pero los que trabajan en lo oculto solo persiguen agrandar nuestro disgusto del momento con el gobierno que sea para sembrar desesperanza, pesimismo y convencernos de que hay otros métodos para lograr gobierno. Ahora se hacen llamar ‘populistas’. Pero son los mismos que andan por ahí hablando de ‘gobernanza’, ‘emergentes’, o ‘colectivos’; los mismos que querían hace poco disque formar un gobierno sin elecciones, con un grupito de ‘panas’ reunidos en la cocina de la casa de un ‘artista’. Pero son los mismos que aplauden a Maduro, a los Castro, a Somoza y a Podemos. ¡Cuidado, que no todo lo que brilla es oro, ni toda la vianda es sancocho!

En Puerto Rico ya sabemos cuán complejo es gobernar cuando elegimos un gobernador de un partido y una legislatura de otro. ¡Todo se tranca! Ahora imaginemos elegir un gobernador sin Legislatura. ¿Como gobernaría? ¿Quién en la Legislatura lograría una mayoría que le aprobara el presupuesto? ¿Cómo se pondrían de acuerdo para cada pieza legislativa que necesitara ese gobernador para encaminar sus proyectos y obras?

Los cuatro años se irían en discusiones y negociaciones tratando de ponerse de acuerdo entre personas que no coinciden ni en lo mas básico, porque no hay un ente social que los aglutine bajo ideas comunes. Por eso los partidos políticos, con sus virtudes y defectos, son el instrumento social indispensable para que la democracia se organice, funcione y mas aún, para que un gobierno electo pueda operar día a día y logre que las cosas sucedan.

De eso se trata, de asegurarnos que nuestra democracia funcione en manos de aquéllos que crean en ella y así nuestros derechos ciudadanos estén protegidos por la ley y las instituciones; y no cometer el error, por desesperación, de confiar en quienes no les interesan los derechos individuales, ni el poder compartido en un sistema democrático de gobierno, sino que buscan engañarnos para tomar control total de nuestra Patria bajo un sistema totalitario que todos rechazamos.

¡Ojo con los que critican porque no siempre tienen la razón!

Seguimos…

El autor es abogado y fue representante por acumulación del Partido Nuevo Progresista (PNP). Fue también secretario general del PNP y director de campaña a la gobernación del exgobernador Luis Fortuño.