Jueza federal le puso 84 meses de cárcel, en vez de los hasta 18 recomendados, a individuo que dejaba morir a los perros que perdían en las peleas que organizó durante 35 años.

Al calificar los hechos del caso como “abominables”, el Primer Circuito de Apelaciones de Boston sostuvo la decisión de la jueza federal Silvia Carreño Coll de imponer una pena de cárcel 366% mayor a la recomendada para un individuo a quien se le conocía como una “leyenda” en el mundo de las peleas de perro, tanto en Estados Unidos como en el Caribe.

Tras su arresto en octubre de 2022, Antonio Casillas Montero se declaró culpable de tres cargos bajo la Ley federal de Bienestar Animal, relacionados a la operación Stone City Kennel, bajo la que organizaba peleas de perros en la isla, República Dominicana y Estados Unidos.

Como parte de la evaluación presentencia, el oficial probatorio recomendó hasta 18 meses de cárcel, pero también detalló varios hechos relacionados a sus prácticas en el mundo de peleas de perros por unos 35 años. Por su parte, la fiscalía pidió 120 meses de cárcel y presentaron a dos peritos en la vista de sentencia. La jueza Carreño Coll impuso 84 meses (siete años), incluyendo que la pena para cada uno de los tres cargos fuera consecutiva, un aumento significativo de lo que recomendaba el oficial, pero menos que lo que pedía la fiscalía.

En su apelación, Casillas Montero atacó la variación marcada de sentencia que impuso la jueza. Entre sus argumentos estuvieron que otros convictos por esos delitos habían recibido sentencias menores; que en Puerto Rico hay una “tradición” de peleas de animales; que su operación no estaba vinculada con otro tipo de delito, como el narcotráfico; que los cuatro perros que le ocuparon cuando su arrestaron demuestran que su operación no era grande; y que ya estaba saliéndose de las peleas de perros cuando lo arrestaron.

Pero el panel de jueces apelativos se alineó con las observaciones que la jueza hizo sobre el carácter extraordinario de los hechos del caso y concluyó que fue razonable al imponer una pena mucho más alta que la recomendada.

“Entrenó a hasta 40 perros a la vez, empleado técnicas agotadoras para aumentar sus capacidades de pelea; vendió perros por miles de dólares a clientela internacional; fue mentor para otros involucrados en estas peleas; promovió peleas; y participó en sobre 150 peleas de perros en las Américas y el Caribe, incluyendo varios estados, Puerto Rico, la República Dominicana, México, Ecuardo y Perú”, resumieron.

El entrenamiento incluía poner a los perros a correr en trotadoras por distancias largas, darles esteroides u hormonas y hacer peleas de práctica en su residencia de Humacao, donde se le ocuparon cuatro canes en condiciones de salud extremas que ya se han recuperado.

Pero fue una práctica particular la que más la jueza, y el panel apelativo, enfocaron. Una que estaba documentada en textos y video. Que Casillas Montero dejaba morir a los perros que perdían sus peleas. Los dejaba agonizar y desangrarse sin socorrerlos.

Uno de los peritos de fiscalía, un investigador especializado en este tipo de delito y con nueve años de experiencia, aseguró que esa práctica era fuera de lo común y que la magnitud de la involucración del convicto en este mundo de las peleas era extraordinaria. Igualmente resaltó el hecho de que sus eventos podían tener hasta 24 peleas en una sola noche, una cantidad sobresaliente.

Estos son “ejemplos de crueldad extrema”, dijo la jueza para fundamentar su sentencia, que el apelativo sostuvo la semana pasada.

Vea:

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