El periodista compartió las experiencias que atravesó durante los dos encuentros que tuvo con el líder mientras estaba en el cladestinaje.

Hace 20 años, agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) rodearon una residencia en las afueras de Hormigueros la cual se sospechaba que el líder del Ejército Popular Boricua (Los Macheteros), Filiberto Ojeda Ríos, utilizaba como refugio.

Durante un intercambio de disparos con las autoridades, Ojeda Ríos recibió varios impactos y estuvo sangrando entre 15 y 30 minutos hasta que falleció. Tenía 72 años.

El 23 de septiembre de 1990, en el aniversario del Grito de Lares, Ojeda Ríos cortó el grillete eléctrico que llevaba puesto como parte de los acuerdos para su libertad condicional, sin sospechar que en exactamente 15 años después daría sus últimos suspiros.

El acceso hacia Ojeda Ríos mientras se encontraba en el clandestinaje era restringido, controlado, casi impenetrable. Un limitado grupo de periodistas puertorriqueños recibieron oportunidades de entrevistarlo de cerca, conversar con él cara a cara. Uno de esos fue Rafael Lenín López, quien se abría paso en los medios nacionales.

Lenín López compartió las experiencias que atravesó durante los dos encuentros que tuvo con Ojeda Ríos en el programa radial Primer Round que transmite Magic 97.3 FM en el marco de los 20 años del fallecimiento del líder revolucionario.

“Lo entrevisté dos veces. Una para radio y otra para televisión. En radio fue para WPAB en Ponce que para entonces tenía una alianza con WKAQ. En aquella ocasión, el acercamiento no fue conmigo, pero pidieron que Filiberto fuera entrevistado por tres periodistas. Eran Luis Penchi, Luis Francisco Ojeda y yo”, recordó Lenín López.

“Ojeda se rajó, pero Penchi y yo fuimos. Fue como en las películas. Enviaron unas cartas y pidieron que si se aceptaba la invitación se enviara unas señales que en este caso era al aire. Fue un domingo por la mañana y el punto de encuentro fue frente a una iglesia”, agregó.

Lenín López relató que nadie de su familia tuvo conocimiento de lo que estaba por ocurrir y tampoco tenía idea de cuál sería el destino.

“Me buscaron frente a una iglesia, me montaron en un carro, me vendaron los ojos y Penchi también se montó. Llegamos a un local, una casa que desconozco dónde era”, destacó.

Años después, Lenín López contactó a unas personas que entendía podían tramitar una solicitud para una segunda entrevista, esa vez para televisión.

“Una vez llegué a mi escritorio en WAPA y había una carta del Ejército Popular Boricua de que había recibido mi interés. Tenía que llegar a un lugar en el Viejo San Juan con una edición del periódico Claridad debajo del brazo. Estaba parado en una esquina cuando alguien me pasa por el lado y dice ‘sígueme’. Entramos a un restaurante, nos sentamos, comimos y me preguntaron sobre qué tipo de conversación quería”, relató.

Lenín López compartió que, un tiempo después, estaba en el baño de un local cuando un desconocido se le acerca para indicarle “el comandante hablará contigo. Ya te contactaremos”.

“Recibí otra carta a la mano con las instrucciones. Debía llegar a un centro comercial medio abandonado por la noche. Me monté en un carro, me vendaron los ojos y me asusté. El trayecto fue más largo, pusieron música. Nadie sabía que me encontraba ahí. Me subieron a un salón, me quitaron las vendas, había un ‘setting’ y una cámara. Hice la entrevista, me invitó a cenar, me regaló un cuadro, un libro de música y me devolvieron”, describió.

Lenín López sostuvo que fue la última entrevista para televisión que Ojeda Ríos concedió antes de su muerte dos años después.

“Independientemente de uno estar en contra o, a favor, cometió un delito. Filiberto era un señor muy campechano, con un estilo de hablar muy de pueblo. Era muy cariñoso y me trató muy bien en las dos ocasiones”, concluyó.