Comprometida la salud de la leyenda del béisbol Luis Rodríguez Olmo (galería)
Como suele ocurrir con los atletas que llegan a la edad dorada, pocas veces escuchamos (o nos preocupamos) de aquellos que durante sus años de excelencia deportiva pusieron el nombre de Puerto Rico en alto. Lamentablemente, lo mismo le está pasando a Luis Rodríguez Olmo, uno de los primeros peloteros boricuas en jugar para las ligas mayores en los Estados Unidos.
Convaleciente y víctima del virus del chikungunyaa sus 95 años de edad, el pelotero cuyas ejecutorias quizá las supera sólo un Roberto Clemente o un Hiram Bithorn, permanece recluido en su residencia mientras sus familiares más cercanos hacen suya la responsabilidad de cuidar del pionero beisbolista.
Ana Lucy Rodríguez, hija de Rodríguez Olmo, habló en exclusiva con NotiCel sobre la precaria condición de salud en la que se encuentra su padre, una figura muy reconocida dentro del béisbol local y que le ha traído gloria y honra a Puerto Rico desde su debut en el 1943 con los Dodgers de Brooklyn, en tiempos donde la idea de ver un latino jugando a nivel profesional era algo inconcebible para muchos e inaceptable para otros.
A finales del mes de septiembre del año pasado, Rodríguez Olmo contrajo el virus del chikungunya en su residencia en la calle Figueroa, en Santurce. La enfermedad lo afectó severamente y, como explicó el nieto del conocido pelotero, 'se lo llevó por completo', afirmó.
Durante los cuatro días que sufrió una fuerte fiebre, síntoma típico del virus, Luis estuvo desorientado y sin poder caminar. Tres de los cuatro días sus familiares se levantaron para encontrarlo tendido en el suelo, rehén de los dolores. Cuando los síntomas cesaron, ya Luis no era el mismo.
De repente, no recordaba muchas cosas. Aunque a Rodríguez Olmo lo habían diagnosticado anteriormente con principios de demencia senil y, a consecuencia, olvidada ciertos detalles en el día a día, el virus parece que agravió su situación al punto que no recordaba personas muy presentes en su vida, como su médico de cabecera, familiares y amigos.
'Nosotros fuimos en febrero a Santo Domingo, que lo exaltaron. Pero sabía (quien era), estaba ubicado, podía caminar con un bastón. Pero no había perdido esa orientación, específicamente de quien era él, dónde estaba, qué era lo que lo rodeaba en su hogar. Hasta ese momento (que contrajo el virus), él se levantaba solo, se aseaba solo, caminaba con su bastoncito, se tomaba su pastilla de la tiroide, sabía que ésta era su casa de 52 años, sabía dónde estaba el baño, dónde estaba la cocina y dónde estaba mami', explicó Ana Lucy, mientras que en su voz era palpable el agotamiento y un poco de coraje.
El cambio fue tan drástico que el golpe emocional para la familia sigue siendo particularmente duro. También, la esposa de Luis, Emma Paradís Delgado, lleva años bajo las garras del Alzheimer, condición que la ha dejado encamada, sin poder comunicarse y requiriendo cuidado constante de su familia y enfermeras a domicilio.
Según Ana Lucy, 'mi papa tenía una mente privilegiada para su edad. Yo nunca pensé, ya que mami tenía Alzheimer, que él también iba a padecer de algo que lo hiciera olvidarse de cosas tan importantes para él como cosas del béisbol, fechas y su trayectoria. Me jamaqueó [sic] lo rápido del deterioro porque ésto ha sido en cuestión de cuatro meses. El chikungunya se lo llevó completo. Ya no es ni una sombra de esa persona que era'.
Yuri Pérez Rodríguez, el nieto del primer jugador puertorriqueño en participar de una Serie Mundial de Béisbol, en el 1949, prefirió hablar con NotiCel sobre las buenas vivencias que tuvo con su abuelo durante sus 42 años de vida, memorias que reconoce no volverán a ocurrir.
'(Cuando pequeño) me llevaba a correr bicicleta, al cine y al golf todos los fines de semanas. Yo creo que el golf era el único deporte que yo tenía alguna habilidad. Me acuerdo que abuelo me compró unos palitos para mi y él decía que yo le daba bien a la bola. Él me puso en la liga de pelota cuando era chiquito y me acuerdo que el único juego que mi equipo ganó fue uno que yo falté', recordó Yuri, mientras una sonrisa cubría su rostro barbudo.
Para el nieto, 'la luz de los ojos' de Luis, el hecho de que su abuelo fuera la figura pública que aun es, durante su niñez, hizo una diferencia enorme en su vida. Siempre ha sentido orgullo por su abuelo y, según contó, le gustaba observar la reacción de las personas que por casualidad se topaban con Luis.
'Su mejor atributo es su calidad humana. Supera por mucho sus cualidades como deportista. […] El observar miles de reacciones a través del tiempo, cuando la gente lo ve en la calle o en el campo de golf, cuando le llegan las cartas; eso siempre me ha llenado de un orgullo y admiración grande', dijo.
Sin embargo, tanto Yuri como a Ana Lucy, no comprenden cómo de repente, las visitas de allegados se han detenido luego de empeorar la condición de salud de Rodríguez Olmo, acciones que para Ana Lucy, rayan en la hipocresía.
'El día que él falte, dios no lo quiera, yo no quiero un velorio porque no quiero que la gente venga hipócritamente a decir ‘aah, esa gloria de Puerto Rico, esto y lo otro'. Yo las hipocresías no las soporto. Yo digo que tú le das las cosas en vida, los respetas en vida y los quieres en vida, y cuando estén ya así, pues intentas hacerlos pasar sus últimos días lo mejor que puedas', detalló la hija del también ávido golfista.
'Una cosa que me ha chocado es que abuelo siempre ha tenido muchas visitas aquí. Amistades de todo tipo. Desde hace unos meses cuando él se puso así, eso se ha desaparecido. Ahora viene uno de vez en cuando. Yo me he quedado bobo. Aquí es que se prueban los amigos', sentenció por su parte el nieto del antiguo jugador de los Dodgers y los Braves.
Al parecer, sólo una persona ha mostrado verdadero compromiso con Luis, sin ser familiar directo: Carlos Bonetti, esposo de Ana Lucy por los pasados trece años.
Es Carlos quien ahora lo baña, lo viste y hasta lo carga a expensas de su propia salud, ya que padece de dolores en uno de sus brazos. Al preguntarle por qué hace lo que hace esperando nada a cambio, su respuesta fue precisa y corta, pero más que contundente.
'El amor mueve todo, y cuando hay amor hay voluntad. Definitivamente, ahí está la clave', sentenció Bonetti.