Era la 1:30 p.m. del miércoles, cuando estaba próxima al encuentro con un seminarista que en algunos años se convertirá en sacerdote. Entre el tumulto de personas que hacían sus compras en los outlets de Barceloneta estaba aquel muchacho de 35 años, vistiendo mahones azules y una t-shirt color naranja. Esa primera impresión me abrió al espacio a entender que no estaba ante la rutinaria imagen del sacerdote con sotana dando predica a los feligreses católicos.

Aquel muchacho era Abel Pagán Valentín, un vegabajeño que desde el 2008 ingresó al Seminario Mayor de San José en Palencia, España. Abel narró a NotiCel que cuando niño siempre tuvo interés en ser sacerdote. De hecho, llegó a ser monaguillo a los 12 años.

Pagán Valentín había nacido dentro del seno de una familia católica, con 8 hermanos, que ‘me educaron con firmeza y corazón’.

Al ingresar a los 17 años a la Universidad de Puerto Rico, donde se hospedó en el área metropolitana, dice confundió la libertad con el libertinaje. Entonces se vio inmerso en el alcohol y la marijuana.Allí completó su bachillerato y maestría en economía. Durante esta época tuvo sus relaciones con mujeres.

Fue así como estuvo alejado de la iglesia por muchos años, hasta que en el 2005 pasó la prueba más grande de su vida, fue sorprendido comprando droga en un punto. Para su sorpresa las autoridades no le formularon cargos ni tuvo que ingresar a un programa de rehabilitación.

Pero aseguró fue un momento ‘decisivo’, en el que la soledad era su única acompañante, pues sus amistades lo abandonaron. Lo más difícil del proceso fue ‘perdonarme a mi mismo’. Y ‘después asimilar lo que es el perdón de Dios’.

Al comprender la misericordia de Jesucristo, un aspecto que sostiene han perdido los seres humanos, lo ayudó a salir de ese abismo. Con la dirección de un amigo sacerdote comenzó a reconciliarse con esa parte de él que había quedado detenida en la flor de su juventud.

Aunque en el 2006 apresuradamente ingresó a un seminario en Puerto Rico. No fue hasta dos años después que realmente reafirmó su deseo de convertirse en sacerdote.

Cuenta como le marcó su primer viaje misionero a Guatemala con la entidad Obras Misionales Pontificias (OMP), en el que estuvo un mes y ‘me ayudaron a romper con el orgullo y la vanidad’.

Es su experiencia personal y esa labor misionera lo que le hicieron entender que sus acciones no definían quién él era. Pero sobre todo ‘que la fe se puede vivir con alegría’.

De igual forma, concordó que sus vivencias lo han ayudado a conectar mejor con los jóvenes porque le puede hablar desde la realidad.

Pagán Valentín puntualizó que ‘el sacerdote es un ser humano con sus defectos, virtudes y dones, que te acompañan desde el nacimiento hasta tu muerte’.

Sin embargo, observó que la imagen del sacerdote ha sido sobrevalorada a través de los años.

Por lo pronto, Pagán Valentín espera que tres años sea ordenado como sacerdote. Para ello el próximo domingo, 16 de septiembre, efectuará un bingo para recaudar fondos para costearse su próximo año en el seminario de Palencia. La actividad será a la 1:00 p.m. en el barrio Arenales en Vega Baja.

Su meta es a través de su testimonio seguir llevando esperanza a la humanidad y en algún momento entrar de lleno a la labor misionera en Guatemala.

Para más información se puede comunicar aabelisaccpagan@gmail.com