Miedo y mentiras
Hay lecciones de sobra a examinar en estas elecciones.
Cuando se cuente el último voto, aparte de magníficos resultados y ganancias espirituales para la Alianza y para nuestro Pueblo, quedarán los escombros de la campaña de miedo y mentiras más grande perpetrada por el PNP para seguir con el banquete total.
Durante meses el partido de gobierno, su maquinaria lactante del aparato gubernativo, su manipulación de los procesos electorales con el control de la CEE y de las decisiones judiciales, se juntó infructuosamente con poderosos intereses económicos e inversionistas políticos para cortarle el vuelo a un formidable tsunami de pueblo a favor de la Alianza de País.
Con menosprecio a la verdad, utilizando la mentira y la desinformación, acapararon con varios millones de dólares los espacios de discusión de la campaña política y mediante un coro mediático de presuntos analistas y comentaristas, algunos disfrazados de periodistas y otros, a sueldo o contrato, embistieron al candidato a la gobernación de la Alianza, líder de la Patria Nueva, Juan Dalmau.
Con un operativo para arrasar reputaciones e imagen pretendieron convencer al Pueblo de que, si Juan Dalmau prevalecía en las elecciones, montaría una dictadura, la separación de Puerto Rico de los Estados Unidos, y aparte de ello, que con su juramentación al cargo de gobernador cesarían el seguro social ---derecho pagado, devengado y no cancelable --- los cupones de alimentos, el WIC, título 8 y todo lo demás.
Este masivo operativo de siembra de miedo y mentiras, de coacción e intimidación, fue acompañado de un repertorio de calumnias y anuncios políticos a granel dirigidos a atacar el carácter y el respeto bien ganado del candidato independentista.
Se le acusó de hipócrita, de esconder la independencia y se le asoció con personajes políticos de otros países, algunos vivos y otros muertos hace mucho, por más que explicó cómo trabajaría junto al Pueblo y cada fórmula de status para acudir al Congreso para que éste señalara qué tipo de estadidad, libre asociación no colonial, ni territorial e independencia estaría dispuesto a aceptar en una consulta vinculante.
Este era sólo uno de los aspectos de la campaña de Dalmau, quien trajo abundantes propuestas concretas para luchar contra la corrupción y atender los graves, urgentes y prolongados problemas que la incompetencia del bipartidismo y su entrega al inversionismo político han agravado.
El operativo miedo y mentiras del PNP contra Dalmau debía provocar también la destrucción de esa Alianza cuyos candidatos en el MVC y el PIP fueron acribillados.
En esos objetivos el PNP fracasó rotundamente a pesar de sus aliados ($$$) poderosos y PACs impresionantes, junto a influyentes patronos decididos a acercarse a la frontera de la ilegalidad para enviar mensajes a sus empleados en contra de la Alianza.
El libreto macartista, de fuerte similitud a los libretos de la derecha republicana en Estados Unidos, no ha cumplido con sus ilusorios objetivos.
Juan Dalmau volvió a aumentar dramáticamente sus votos a gobernador con un salto esta vez del 13.8 % en el 2020 a un 33% en el 2024. Anteriormente, había más que cuadruplicado sus votos en el 2012, arrancando con un 2.5% su ascenso imparable.
El 33% de los votos a la gobernación tiene características formidables e inéditas: Ganó las principales ciudades del país, al momento cerca de 15, incluyendo siete de las más pobladas en el oeste, norte, área metro y centro este, arrojando al PPD a un inédito tercer lugar.
Las encuestas revelaron en el grupo poblacional de 18 a 45 años en exceso del 60% de apoyo, habiendo Dalmau ganado también las elecciones de la inmensa mayoría de las escuelas superiores públicas y privadas del país, proyectándose como la fuerza política y demográfica más creciente y vibrante del país. Todo ello, con formidable apoyo de los grupos poblacionales entre los 45 y los 65 años.
La elección tuvo un regalo extraordinario. Sin proponérselo, el factor Dalmau contribuyó a multiplicar el apoyo por la independencia de más de un 30% de los electores y a “una forma de independencia”, la libre asociación, en otro 13%. Si se toma en cuenta que hubo mucho más de100,000 papeletas echadas en blanco conforme la exhortación de la Alianza, la estadidad se quedó muy corta de su mitología numérica.
El jaque mate a la estadidad lo dio Mitch McConnell, saliente líder de la mayoría senatorial republicana hace unos días: “No habrá estadidad alguna a considerarse” en esta presidencia. Corona el desastre para aguarle “la victoria” al PNP el hecho que el narcisista Trump obtuviese sólo el apoyo de una cuarta parte de los electores frente al apoyo obtenido por la derrotada Kamala Harris, en una papeleta que la Alianza recomendó echar en blanco.
Hay lecciones de sobra a examinar en estas elecciones. La victoria pírrica del PNP para acceder a un gobierno colonial quebrado y probablemente desfondado por la próxima Administración republicana, presagia un duro cuatrienio. Se han liquidado al miedo y la mentira como armas que al final han resultado inútiles. Disfrute el PNP su banquete total que quizás se convierta en un gran ayuno para sus inversionistas.