El mayor exportador de cacao en el mundo demuestra que también sabe transformarlo en un chocolate de élite que puede competir con la calidad europea.
Mucho antes de que Suiza perfeccionara la suavidad del chocolate o que Inglaterra moldeara la primera barra comestible, el cacao ya era símbolo de poder entre los aztecas. Considerado un regalo de los dioses, sus semillas sirvieron como moneda y su bebida amarga, el «xocolatl», acompañó rituales religiosos, banquetes de élite y preparativos de guerreros antes de la batalla.
Con la llegada del cacao a Europa en el siglo XVI, España fue la primera en endulzarlo con azúcar y canela. Inglaterra dio el salto en 1847, cuando Fry & Sons creó la primera barra de chocolate sólido, aunque de textura áspera. Décadas después, Suiza revolucionó la industria con Daniel Peter, quien añadió leche en polvo en 1875, y Rodolphe Lindt, que en 1879 inventó la conchadora y logró la sedosidad que hoy asociamos al chocolate moderno. Europa, sin cultivar una sola semilla de cacao, se apropió de la narrativa global del chocolate.
En el Caribe, sin embargo, la historia toma otro rumbo.
La República Dominicana se ha convertido en el mayor exportador mundial de cacao orgánico, con un grano cultivado en plantaciones que ocupan cerca del 10% del área verde del país. Ese cacao, reconocido por sus notas cítricas y frutales, no se queda solo en la exportación: también se transforma en un chocolate de élite que compite con las potencias históricas de Europa.
En Santo Domingo, la Zona Colonial se ha convertido en vitrina de ese proceso con el ‘Kahkow Experience’, una propuesta inmersiva que acerca al visitante al recorrido completo del cacao. Todo comienza con un cortometraje en un teatro holográfico que narra la historia del fruto desde las civilizaciones indígenas hasta su llegada a Europa. Luego, el visitante entra en un “bosque místico” donde puede probar la pulpa fresca del cacao y aprender las técnicas de postcosecha que definen el sabor final del grano.
El recorrido continúa en un salón sensorial, diseñado para estimular los cinco sentidos. Allí se perciben aromas, se observan los cambios de color del grano y se sienten las texturas que anteceden al chocolate. Finalmente, llega el momento de la degustación: se prueban distintas intensidades y variedades de chocolate, elaboradas allí mismo con cacao dominicano, lo que permite comparar directamente sabores, matices y calidades. Incluso, los visitantes pueden elaborar su propia barra artesanal, una experiencia que conecta lo aprendido con la práctica.
Más que un atractivo turístico, el Kahkow Experience simboliza un cambio de paradigma: la República Dominicana no solo exporta materia prima, también reivindica su capacidad de producir un chocolate que se impone en calidad y sabor. Desde el grano hasta el paladar, la isla vecina demuestra que puede ser tan maestra en el cultivo como en la transformación del cacao.
Historias relacionadas:
RD impulsa negocios con agilidad mientras Puerto Rico los frena con burocracia
Desde RD: sabores que seducen los sentidos apuestan a transformar el turismo gastronómico
Start creating an account
Te enviamos un correo electrónico con un enlace para verificar tu cuenta. Si no lo ves, revisa tu carpeta de correo no deseado y confirma que tienes una cuenta vinculada a ese correo.
Enter your account email address and we'll send you a link to reset your password.
Le hemos enviado un correo electrónico a {{ email }} con un enlace para restablecer su contraseña. Si no lo ve, revise su carpeta de correo no deseado y confirme que tiene una cuenta vinculada a ese correo electrónico.
Please verify that your email address is correct. Once the change is complete, use this email to log in and manage your profile.
Comentarios {{ comments_count }}
Añadir comentario{{ child.content }}