Brenda Ivelisse Rivera Burgos tiene 38 años y dos hijos, Aisha y Gian, de 14 y 10 años, respectivamente.
Sus ojos y su sonrisa son reflejo inequívoco de su personalidad y de su alma.
La chica que llegó a la televisión por casualidad se ríe de ella misma y toma con una mezcla de humor y madurez las circunstancias de su vida que van desde su desarrollo escolar, la separación del padre de sus hijos y las ocasiones en que cerraban sus talleres de trabajo.
Quería ser abogada y siempre se visualizó como Jueza, influenciada en parte por su padre, Roberto Rivera, quien fue alguacil en Bayamón por más de tres décadas. Su liderato en la etapa escolar volvía loca a su madre, Lourdes Burgos, una empleada pública que optó por dejar el empleo para sobrellevar el empuje de sus dos pequeños torbellinos, uno de ellos siendo Brenda.
La consideraban en la escuela “presentá, farandulera y peliculera” sin sospechar que en realidad estaba en construcción una líder carismática que terminaría luciéndose, no en un estrado, pero sí ante las cámaras de televisión.
Estudió Periodismo en la Universidad Interamericana de Bayamón. Muchos dudaron de ella, por su estatura y por su peso. Medía cinco pies y pesaba 214 libras. Pero no se dejó amilanar por los estereotipos o como ella dice, los diseños de sociedad.
Fue así que comenzó a crear su «mundito», definido por ella misma.
Practica la empatía para ser y hacer feliz, pero detrás de esa sonrisota y esos ojazos, hay un ser humano que, como todos, a veces se bajonea y ahí activa su herramienta de recuperación. Se entrevista a ella misma en busca de respuestas y hace las paces. Y vuelve a moverse.
Ese mundillo construido por ella, la llevó de la prensa escrita, a la radio, y a la televisión. Cada vez que finalizaba un proyecto, por las razones que fueran, se reía y pensaba “pa’ pichón, mucho voló”, solo para que al salir por una puerta se le abrieran más.
Y ya hace diez meses, también por casualidad, y en plena pandemia, empezó a pensar en su peso pero no por presión de los medios, sino por salud.
“El medio nunca me exigió rebajar. Yo necesito estar para mis hijos”, dijo.
Practica la fe, vive y sueña por sus hijos y le duele que como país, nos hayan enseñado a pensar chiquito.
Tiene muchos planes. Y de seguro los logrará.
Vea la entrevista completa en El Push de la Mañana, edición estelar a continuación:
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