Nicolás Rodríguez, de 48 años, está sentado en un banco de cemento. Come un bocado de acai y evalúa las alternativas: Ricky Rosselló o Pedro Pierluisi.

‘Va a ganar Rosselló, porque es hijo de Rosselló y es joven, y aquí la gente vota por caras lindas’, dice a modo de crítica. ‘Y a Alejandro García Padilla, le gana cualquiera’, prosigue y separa otro bocado de acai. Y qué tal los partidos alternativos? No, prefiere quedarse con uno de los partidos mayoritarios, el rojo o el azul. ‘Al final todos vienen a lo mismo, a robar, y es mejor malo conocido que bueno por conocer’, remata.

No importa el color del partido ni el apellido, los nombres que se enfilan como opciones para las próximas papeletas en las urnas provocan más desgano que pasiones en un sondeo hecho por NotiCel en el Paseo de Diego en Río Piedras.

La experiencia política de Pierluisi es su arma a favor, ser hijo de Pedro Rosselló es el arma del contrincante. Esa es la conclusión a la que llegan los entrevistados. Ambos se enfrentarán en las primarias del PNP.

‘Va a ganar Pedro. Él tiene más experiencia’, asegura Nélida Álvarez, 65 años, mientras contempla billetes de boletería. ‘Pierluisi está más preparado’, dice Álex Perdomo, de 41 años, sentado a la entrada del icónico Paseo que junta generaciones y procedencias.

‘Pienso que Rosselló sabe más porque su pai’ fue Gobernador’, piensa Joannette Cedeño, de 22 años, quien cuida los bultos en una tienda repleta de ropa. ‘Yo voto por Rosselló, aunque hay que ver las alternativas que le dará al pueblo’, dice María Sánchez, de 39, sentada en un muro de cemento frente a Rainbow, con un niño al lado que carga una caja de chocolates.

‘El pai’ lo ha mandado’, dice firme Mario Santana, 53 años, parado frente a un puesto de vianda en la Plaza del Mercado de Río Piedras. ‘Pienso que Pierluisi puede ganar porque ha estado batallando mucho tiempo. Rosselló acaba de entrar al partido y ya lo quiere todo en bandeja de plata. Tenía que empezar como legislador o algo’, prosigue.

Mientras los bandos se forman en el partido de la Palma, los entrevistados coinciden en que Alejandro García Padilla carece de posibilidades concretas que le aseguren la victoria en las urnas para revalidar como gobernador de Puerto Rico.

‘Hasta yo le gano’, ríe Santana, apoyado en una caja de madera que guarda batata y yautía en su interior. ‘Va a perder porque la gente está cansada de tanto impuesto, pero nadie lo va a retar’, dice Pedro López, 55 años, dominicano. ‘La gente está descontenta con su trabajo’, afirma Álvarez antes de echar la suerte en un billete de lotería. ‘No ha hecho muy bien su trabajo, a pesar de las buenas intenciones’, se encoge de hombros Perdomo.

Solo Sánchez, aún sentada en el muro con el niño al lado, decide brindarle una oportunidad al actual Gobernador del País. ‘Todavía falta, nadie sabe lo que puede hacer de aquí a allá’, advierte. Cedeño, que cambia un bulto por un número a una clienta, dice que hay muchos populares que votarán por él si nadie lo reta. Y eso creen todos: Nadie retará a García Padilla.

Más allá de los trajines de los partidos, entre los entrevistados permea una atmósfera de desgano, de indiferencia, de desconfianza en los procesos y en los que se enfilan como líderes de la Isla.

‘La política es todo una pillería. Aquí se ha robado demasiado. Pero a mí me da igual, yo puedo coger un avión e irme para Estados Unidos cuando quiera’, dice Rodríguez y prueba el último bocado del acai morado. ‘Va a seguir pasando lo mismo’, suspira Santana antes de recuperar su vista altiva en el puesto de viandas. ‘Yo veo que cada vez que se monta uno, hace lo mismo, o incluso peor. Para mí este ha sido el peor de todos’, alude Álvarez a García Padilla y se retira, dejando atrás los números de los billetes de la loto.

‘Aquí se ha robado demasiado’, insiste Rodríguez. ‘Los programas sociales sirven para mover dinero y que las personas que lo manejen se hagan ricas. Los presos viven como ricos, los empleados públicos son unos vagos, todos metidos en Facebook, es todo parte del sistema en que vivimos’, alerta. ‘Te lo digo yo, que he auditado al Gobierno y vi todo eso’, pone punto final.