‘Yo no se por que yo vivo aquí. No entiendo el concepto de este calor’, dice la estudiante de arquitectura Ámbar Ruiz, mientras el viento frío del aire acondicionado del carro le azota levemente el pelo. Afuera el sol parece que muerde. Los indicadores graban una temperatura de 91 grados.

‘Lo odio. Prefiero tener dolor en los dedos como si se me fueran a caer por el frío a este maldito calor’, elabora Beatriz Miranda, estudiante de drama que pronto continuará estudios graduados en San Francisco.

El Servicio Nacional de Metereología informa que, durante la semana entrante, se aproximan días calurosos, pero ya sin acercarse a las máximas temperaturas que rompieron récord durante seis días consecutivos. Así empató la racha de seis días alcanzada del 20 al 26 de junio de 1986, en que también se rompieron récords.

Los perros beben el agua que pisan los carros al borde de la carretera. Los rostros de la gente lucen serios bajo el sol, cabizbajos, con el ceño fruncido. ‘Mira, ponte en la sombra que este sol hace daño’, grita un joven de pelo rizo que se asoma por una puerta. La gente se apiña en los espacios de sombra que ofrecen los edificios a ambos lados de la Avenida Universidad.

‘Ha estado a otro nivel’, dice Desireé Cruz, refugiada en un café en un callejón entretejido de Río Piedras. La estudiante de diseño de moda afirma que el calor influye negativamente en su estado de ánimo. ‘Cuando yo siento calor, me pongo de mal humor, no tengo ganas de hacer nada’, comparte quien trabaja la mayoría del tiempo con procesos creativos.

Tratar de conseguir áreas con sombra, añade, es insuficiente, pues el sol penetra desde el cemento de la acera y hace bajar los chorros desde la frente. ‘Todo el tiempo como si hubiese corrido un maratón’, suspira.

Yan Ramos también suspira. Dice que el calor ha estado insoportable. Para enfrentarlo, el estudiante de drama bebe mucha agua, refresco a veces congelado, se baña con agua fría, y pone el abanico ‘a más no poder’.

Metereología añade que el patrón seco persistirá. Aunque se vislumbra un poco de lluvia el lunes, no se espera una cantidad considerable de precipitación, lo que seguirá aportando a la sequía que actualmente preocupa a la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA). La falta de lluvia hace decrecer los niveles en los embalses, a la vez que el consumo desmedido de agua podría provocar un racionamiento.

Todos los entrevistados, que viven en Río Piedras y Cupey, afirmaron bañarse varias veces al día con agua fría, muy fría. El sábado, el presidente ejecutivo de la AAA urgió a la ciudadanía a utilizar con moderación el agua, debido a los bajos niveles de embalse que han provocado una reducción en los galones de agua potable provistos a la zona metropolitana.

El lunes se vislumbra un poco de agua, pero que no va a aliviar el problema de sequía que se va formando durante esta temporada seca, informa Metereología. A su vez, el incremento de vientos podrían representar condiciones peligrosas para incendios forestales.