Seamos honestos: hay que tener los testículos bien puestos para subir a Internet una foto del culo propio. Digo los testículos porque la foto que ha causado dimes, diretes y sonrisas de alcahuete es de un hombre, no es Maripily, que lo muestra a cada rato porque de eso vive, de esa parte de su anatomía es que sale la base, y no es redundancia, de su ‘enriquecedora’ carrera artística.

Le adjudican el culo de la foto que circuló en un site de encuentros sexuales en Internet a un senador de sonrisa impecable y ojos muy tristes que se abren a un abismo profundo en el que, especula uno, se adivinan asuntos complejos, irresueltos, porque son difíciles de entender y manejar, tortuosidades en las que a veces se empeña toda una vida en comprender y asumirlas, sin lograrlo.

El legislador ha renunciado en domingo, día de descanso para el físico y el espíritu, aunque sin admitir que es el objetivo de las fotos eróticas. Pero a admisión de partes relevo de prueba, dicen los abogados, y la renuncia evoca aquello de ‘nada más con el testigo’.

Tiempos de exposición desenfrenada estos que corren, en los que no resulta sencillo entender a un grupo de médicos locales que suben unas fotos tétricas, ofensivas, de su paso en ayuda de un Haití desolado y arrollado por un huracán; a un congresista de Nueva York que acaba de perder carrera, salario lujoso y posiblemente hasta su propia vida personal y privada por exhibir sus atributos delanteros, no traseros, en otro sitio de Internet; y ahora a este personaje cuyo culo ha desfilado majestuosamente por la tv chimentera de las seis de la tarde y por casi todos los medios que hacen fiesta con el intermedio anatómico.

El show anal me sorprendió deglutiendo, entre sonrisas amargas, otro desliz de una semana huracanada con nombre de una querida compañera y amiga. Otro espécimen de la cadena que empezó en el mono, degolló a su compañera y se suicidó en Toa Alta, y la oficina de prensa de la región policial de Bayamón circuló un comunicado que leía: ‘Un caballero asesinó a su pareja consensual y se privó de la vida, en horas de la mañana del día de hoy….’

Un caballero. El significado del término se revuelve sobre sí mismo descubriéndose aplicado a uno que asesina a su compañera y se mata, el diccionario se cae sobre la mesa del o de la escribente del comunicado, rueda por el piso y se lo lleva el viento hasta enterrarlo entre el polvo de aquellos caballeros de la mesa redonda.

Una imágen vale más que mil palabras.

Si los glúteos exhibidos por este otro ‘caballero’ pertenecen realmente al senador vinculado y renunciado, sería una imágen exacta, perfecta, inmejorable, de lo que es el ejercicio de la política por estos días.

Una lamentable junta de excrementos. En fin, una mierda.