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Rosselló rechaza plagio porque no se inventó la 'respondabilidad'

El precandidato a la gobernación por el Partido Nuevo Progresista (PNP), Ricardo Rosselló Nevares, defendió su columna sobre el tema de la 'respondabilidad', del cual se desprenden ciertos fragmentos sumamente parecidos a los de un texto publicado en 1999, reiterando que la definición del termino la toma de Caridad y Pelekais, tal como especificó en su escrito.

Rosselló rechazó de plano cualquier insinuación de plagio ya que 'en todas las columnas que he publicado cito, y refiero también a otros (escritos)' por el límite de extensión que conlleva la publicación.

Según explicara el precandidato de la Palma a NotiCel, para preparar la columna reproducida en El Vocero buscó información de múltiples artículos, en especial los avalados por catedráticos. Reiteró que 'no me invento el término' que se ha discutido por algún tiempo entre diversos sectores. También aludió a sus intervenciones radiales, durante las cuales ha abordado el tema pues hace tiempo lo estudia. Aunque admitió que por 'mucho tiempo' buscó sobre el tema, lo hizo 'más seriamente hace un mes y medio'.

En el escrito de Rosselló titulado 'Respondabilidad', surgen partes similares del texto de la autoría de Lupe Andrade Salmón publicado en el periódico boliviano La Prensa.

Parte del primer párrafo del escrito del catedrático Rosselló Nevares se lee: [Sic] 'En algunos lugares, se ha comenzado a utilizar ‘respondabilidad' (e.g. Caridad y Pelekais, 2005) para transmitir los conceptos que el término ‘accountability' en inglés conlleva: (1) asumir responsabilidad ante la comunidad, (2) rendir cuentas, y (3) tener compromiso administrativo, moral y legal ante otros. En otras palabras, es una acción que busca urgentemente formas de evitar las excusas para dejar de hacer las tareas correctas y ejecutarlas efectivamente.'

En el primer párrafo del texto original de Andrade Salmón, se lee: [Sic] 'En nuestro bello español no se encuentra la palabra equivalente a 'accountability', quizás por carecer culturalmente del concepto que la requiere. Actualmente se ha comenzado a utilizar el término 'responsabilidad' para transmitir los conceptos que el término inglés conlleva: responsabilidad ante la comunidad, rendición de cuentas que no sean necesariamente en dinero, y compromiso moral y legal ante otros.'

El segundo párrafo del catedrático menciona: [Sic] 'Si consideramos las acciones indebidas que vemos a diario en las noticias sobre el sector público, como también el privado, podemos concluir que la respondabilidad se ha convertido en un reto global. Pero resulta curioso, y un tanto preocupante, que en español solo recién comenzamos a utilizar un término que comunica un sentido de asumir responsabilidad y compromiso, cuando sin embargo, hemos desarrollado el léxico para describir la estafa, la irresponsabilidad, el abuso de confianza, la improvisación y la falta de credibilidad.'

En el escrito original de 1999 se lee: [Sic] 'Incorporar el concepto de respondabilidad en nuestra sociedad, es algo mucho más complicado. Hemos desarrollado un gran estilo para cometer (y describir) el embauque, la irresponsabilidad, el abuso de confianza, la estafa, el tráfico de influencias y el uso irrestricto de la prebenda, cosa probada por nuestra expresiva terminología. Sin embargo, aún cuando estamos conscientes de que dichos hechos son antiéticos o ilegales, creemos que solamente son pasibles a sanción cuando se convierten en delitos tipificados en nuestro anacrónicos códigos de derecho civil o penal.'

A continuación, reproducimos el escrito de Ricardo Rosselló Nevares [Sic] 'Respondabilidad'

No, no es un error. Leyó correctamente: respondabilidad… no responsabilidad. En algunos lugares, se ha comenzado a utilizar ‘respondabilidad' (e.g. Caridad y Pelekais, 2005) para transmitir los conceptos que el término ‘accountability' en inglés conlleva: (1) asumir responsabilidad ante la comunidad, (2) rendir cuentas, y (3) tener compromiso administrativo, moral y legal ante otros. En otras palabras, es una acción que busca urgentemente formas de evitar las excusas para dejar de hacer las tareas correctas y ejecutarlas efectivamente.

Si consideramos las acciones indebidas que vemos a diario en las noticias sobre el sector público, como también el privado, podemos concluir que la respondabilidad se ha convertido en un reto global. Pero resulta curioso, y un tanto preocupante, que en español solo recién comenzamos a utilizar un término que comunica un sentido de asumir responsadilidad y compromiso, cuando sin embargo, hemos desarrollado el léxico para describir la estafa, la irresponsabilidad, el abuso de confianza, la improvisación y la falta de credibilidad.

En una columna anterior discutimos la importancia de la credibilidad como uno de los tres factores más importantes para que un gobierno sea efectivo (los otros dos siendo la calidad de la política pública, y la capacidad de ejecutar). No debe sorprenderle a nadie que ante la falta de respondabilidad, la credibilidad se afecta. De la misma forma, aunque el panorama sea difícil (como lo es en Puerto Rico), tener respondabilidad fomenta la credibilidad en un sistema, un gobierno o una persona.

Por qué es importante este concepto particularmente en el gobierno? Porque significa que los oficiales públicos (electos y no electos), tienen la OBLIGACIÓN (no la alternativa) de explicar sus decisiones y acciones a sus ciudadanos. La respondabilidad gubernamental se puede producir mediante varios mecanismos políticos, legales, administrativos y tecnológicos diseñados para evitar la corrupción y asegurarnos que los oficiales le rindan cuentas al pueblo que le sirven. En su ausencia, la corrupción, la dejadez gubernamental, la ineficiencia, y la mala administración no tan solo florecen, sino que se convierten en parte del sistema.

Cómo esto nos está impactando hoy en Puerto Rico? Tomemos como ejemplo falta de respondabilidad bajo la actual administración:

1. Aumentar el presupuesto cuando hay crisis fiscal y no aceptar responsabilidad de la debacle que fue producto de esa decisión (degradación de las riquezas, potenciales quiebras de las corporaciones públicas).

2. Decir que bajará el IVU en el mensaje de estado (2013), para luego no solo incumplir esa promesa, sino expandir el IVU a otros artículos previamente exentos.

3. Incumplir la promesa de crear 50,000 empleos; y aun así decirle al pueblo que se crearon, cuando los datos dicen que hemos perdido 38,000 (BLS.gov)

4. Decirle a los maestros que no hay intención de hacer una ley para reformar su sistema de retiro por la mañana, y varias horas más tarde, someter un proyecto en la Legislatura.

5. Decir que las obligaciones generales no serán tocadas, y semanas después decir que 'pueden ser incapaces de pagar sus obligaciones'

6. Dejar a oscuras al mercado de valores y las casas acreditadoras por meses, afectando así nuestra credibilidad y nuestras riquezas.

7. Y en general, no cumplir sus promesas bajo el estribillo de 'esto es culpa de la pasada administración' o 'de las pasadas administraciones', toda vez que indicaban que no echarían la culpa a nadie.

Excusas, mala administración, política pública errada, actos irresponsables, y falta de transparencia son solo algunos de los efectos de la falta de respondabilidad. Debe quedar claro para el lector que esto nos afecta, pues se destruye la credibilidad del gobierno porque éste no rinde cuentas sobre sus promesas, ni sobre los índices y las métricas actuales, y porque rehúye a su deber de asumir responsabilidad sobre cualquier debacle – echándole la culpa a sus predecesores. Es decir, este gobierno no reasponde.

Qué alternativas tenemos para el futuro? En este mundo de alta tecnología y método científico, podemos ir implementando una cultura de respondabilidad utilizando herramientas diseñadas para ello. Podemos detallar un sistema estatal de respondabilidad, donde nuestro gobierno fragmentado, que no contabiliza eficientemente su dinero, genera la oportunidad para la corrupción, y genera muy poco desarrollo, se convierta en otro donde el cumplimiento, los resultados, y los objetivos sean claros y se puedan tabular. Pero esto conlleva que el pueblo le exija a su liderato un alto nivel de respondabilidad.

En resumen, aunque esta palabra no existe todavía en la Real Academia Española; podemos esperar que seguramente será aceptada el futuro. Su importancia en este mundo moderno es indispensable e imperativa. Comencemos entonces a incorporarla desde ya a nuestro vernáculo, para así articular los valores y comportamientos que conlleva. De cara a la transformación hacia un nuevo Puerto Rico, la respondabilidad será un criterio fundamental para sacar a la Isla del atolladero y dirigirla en la dirección correcta. El poder para lograrlo está en nuestras manos.'

Reproducimos el escrito de Lupe Andrade Salmón [Sic] 'Respondabilidad y democracia'

En nuestro bello español no se encuentra la palabra equivalente a 'accountability', quizás por carecer culturalmente del concepto que la requiere. Actualmente se ha comenzado a utilizar el término 'respondabilidad' para transmitir los conceptos que el término inglés conlleva: responsabilidad ante la comunidad, rendición de cuentas que no sean necesariamente en dinero, y compromiso moral y legal ante otros.

Lamentablemente, pese a estos interesantes inicios, el término (y por ende el concepto) de respondabilidad no ha ingresado a nuestro medio.

Incorporar el concepto de respondabilidad en nuestra sociedad, es algo mucho más complicado. Hemos desarrollado un gran estilo para cometer (y describir) el embauque, la irresponsabilidad, el abuso de confianza, la estafa, el tráfico de influencias y el uso irrestricto de la prebenda, cosa probada por nuestra expresiva terminología. Sin embargo, aún cuando estamos conscientes de que dichos hechos son antiéticos o ilegales, creemos que solamente son pasibles a sanción cuando se convierten en delitos tipificados en nuestro anacrónicos códigos de derecho civil o penal.

Al contrario, la respondabilidad está implícita en todo acto público, y se refiere a la obligación que tiene el servidor electo, así como todo ser humano que actúa por delegación de terceros, de rendir cuentas morales y de responsabilizarse para bien o para mal, de los resultados de su acción y gestión.

Esta respondabilidad significa que no puede actuar en el anonimato, ni escudarse en la inmunidad, ni acogerse a las prescripciones de ley, porque aunque no pudiese ser juzgado ante tribunales, sí debe ser sometido al juicio de sus pares, de su comunidad, o de la opinión pública bien informada.

Esa es la real democracia: una sociedad donde el gobernante se sabe juzgado a diario, y donde el ciudadano asume la propia respondabilidad de medir con ecuanimidad y sabiduría a sus gobernantes o autoridades. No hay democracia sin ciudadanos involucrados, y no hay ciudadanos inermes ante el poder, ya que su derecho de exigir no se limita al voto, sino que debe ejercerse a través de los medios de comunicación, las organizaciones de base y las redes de interacción comunal que existen en todo grupo humano.

La respondabilidad significa también que las autoridades o gobernantes que trabajan con honestidad, seriedad y dedicación, tienen derecho a un justo reconocimiento; significa que no se debe alentar la difamación y calumnia que enlodan las aguas, perjudicando el discernimiento de lo que es bueno y es malo. Significa que los medios de comunicación tienen la obligación de ir más allá de la denuncia hasta encontrar la verdad, y que los méritos tienen tanto derecho a ser pesados en la balanza de la opinión, como las culpas.

La respondabilidad como atribución universal nos enfrenta a un nuevo reto: las responsabilidades, cargas y tareas compartidas, donde el ciudadano debe asumir a plenitud su propio rol; sabedor de que si tiene malas autoridades, es también en parte por culpa suya; que en la hora de elegir tiene su propia carga de obligaciones morales, y que es un actor activo y respondable en lo bueno y malo de su comunidad, su ciudad, su país y su gobierno.

Artículo publicado en el periódico LA PRENSA, de La Paz, Bolivia, el viernes 7 de mayo de 1999; en la sección Opinión—EL BATÁN.'

Ricardo Rosselló (Josian Bruno/Archivo NotiCel)
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