Entre el trabajo, la casa, diligencias y todo lo que se suma a ello, casi no queda tiempo para una rutina de ejercicios que sea lo suficientemente efectiva para bajar ese abdomen que tanto te atormenta cuando te pones un vestido ajustado. Varias mujeres han compartido sus truquitos para manejar esta situación y, aunque siempre es importante sacar tiempo para ejercitarte y cuidar de tu salud, puedes recurrir a ellos cuando lo necesites. Aquí los compartimos:

• Imponte una meta realista en cuanto a tu dieta. Sabemos que muchas veces nos imponemos dietas que no seguiremos porque son un cambio muy drástico en nuestra alimentación, así que comienza haciendo los ajustes básicos. Por ejemplo, elimina de tu menú toda la comida chatarra, dulces, bebidas con soda y jugos. Come con normalidad la primer mitad del día, y haz meriendas nutritivas. La cena siempre debe ser ligera y antes de las siete de la noche.

• Disfruta una taza de té en lugar del café. Quizás al principio te dé un poco de trabajo acostumbrarte al sabor, pero quedarás encantada con sus efectos. Además de ayudarte a eliminar el exceso de líquido de tu cuerpo, dependiendo qué tipo de té bebas, disfrutarás de otros de sus múltiples beneficios.

• Que no falten las nueces en tu hogar! Según un estudio realizado en la Universidad de Barcelona, comer un puñado de nueces al día –alrededor de cinco nueces– durante 12 semanas consecutivas te ayudará a reducir la grasa localizada en el abdomen.

• Ríe lo más que puedas. Estamos seguros de que no es la primera vez que escuchas que la risa es muy saludable. Pues resulta que también ayuda a reducir el abdomen. Al reír, se contrae el diafragma y estimulas el funcionamiento del estómago, el intestino y el hígado.

• Disfruta de algún ejercicio. Siempre hay algo que te pueda gustar. Por ejemplo, no te pierdes la nueva serie que están pasando por Netflix? Ese es el momento! Sube a la trotadora y camina mientras ves la serie y no te darás cuenta de cómo pasa el tiempo.

• Pica entre comidas alimentos saludablesy con pocas calorías. Antes de comer algo, pregúntate: me comería una manzana? Si la respuesta es no, en realidad, no tienes hambre.