La celebración de los 100 años de la Placita de Santurce que concluye el domingo le ha dado un aire de esperanza a los placeros, quienes se han visto cerrar y abrir negocios, en los últimos tiempos, debido a la crisis económica y el establecimiento de grandes cadenas de alimentos en el País.

‘Mira esto, hoy es viernes, y aquí no hay un alma’, dijo de primera instancia Jorge ‘Tito’ Otero, quien lleva con su puesto de venta de verduras casi tres décadas en el lugar.

El placero explicó que no todo ha sido malo pero, con el pasar del tiempo, ha considerado en el retiro en más de una ocasión. ‘Mi hijo trabaja aquí conmigo y hay que ver si seguirá con el negocio pero, como todos ellos (sus vástagos) ya están criaos, no me queda mucho tiempo más aquí’.

Otero dijo que el festejo de los 100 años llegó ‘tarde pero, siempre es bueno, porque le da vida al sector que se ha visto marginado por la economía y la alta incidencia criminal.

‘Se han ido muchos y viene gente nueva (con sus negocios). El que tenía al frente era de viandas como yo pero ahora está esa muchacha con las batidas. La juventud le añade otro aire que es muy necesario’, apuntó, al tiempo que mostró sus carteles de ‘Viva la Plaza’ y ‘Salvemos la Plaza’.

Y es que el placero tiene como objetivo que, tanto su establecimiento como los que lo circundan, no cierren, en vista de lo ya mencionado, y ha creado un frente común para promover lo que allí se vende.

‘Mis productos son de todos lados, como los que hay en Walmart, que mienten, porque fui los otros días, y los plátanos estaban a 99 chavos’, agregó, no sin enfatizar que ha hecho de su vida la placita debido a que ‘me crie aquí’.

El descontento con el poco flujo de gente en los pasillos de la plaza lo comparte Fuad Othmamam, placero árabe, quien lleva en su establecimiento de verduras cinco años. ‘Soy de una tierra muy lejana, pero llevo en Puerto Rico hace cincuenta años. Me voy a retirar porque pareciera que todo se lo ponen fácil a las grandes empresas. Aquí la gente viene y le dan boletos por estacionarse en los alrededores, pues por eso se van a coger fresco en el aire acondicionado de otros lugares’.

Explicó que los altos costos de las patentes municipales y, sobre todo de los permisos que tiene que tener al día para operar su negocio, lo dejan fuera de carrera.

‘Pareciera que hay que ir a Harvard para poder vender dos o tres cosas’, mencionó al tiempo que reiteró su deseo de cerrar su establecimiento. ‘No tengo buenos recuerdos de mis años aquí’, apuntó.

Unos pasos más hacia adelante, ubica la cafetería de Pedro Rodríguez, quien lleva alrededor de 25 años laborando en el lugar.

‘Estoy aquí porque hay que seguir trabajando. Las cosas se ponen buenas y se ponen malas, diría que ahora estamos en las malas, pero eso no significa que no se trabaje’, destacó el comerciante, quien tuvo que bajar la cantidad de sus empleados de nueve a cuatro.

Coincidió con los otros entrevistados en que las grandes cadenas le quitan importancia a su labor, pero la celebración del siglo de fundada la plaza le parece ‘formidable’ para atraer más público.

‘No es mi negocio, sino todos están malos, porque la economía nos está dando duro pero, llevo mucho tiempo aquí, y me gusta, por la ubicación y la experiencia’, agregó.

La celebración de los 100 años, denominada ‘De sabor a pueblo’, marca el legado cultural de las personas que laboran en ese lugar, así como los vecinos del área. Más de uno tiene una anécdota que contar mientras otros crean sus propias memorias.