Unos $30 millones costó a la empresa aeronáutica Iberia el llamado telefónico de una mujer en Chile avisando que había una bomba en uno de sus vuelos a Madrid.
Grace Guajardo inventó que su pareja llevaba un artefacto explosivo para evitar que éste viajara el domingo a España, donde se embarcaría en un crucero para trabajar como mesero.
La compañía informó que la mayoría de los 312 pasajeros que no pudieron viajar en el vuelo 6832 debieron alojarse en cuatro hoteles, a lo que se le suma los gastos en traslados y comidas.
La mujer fue acusada ayer por ‘falsa alarma de emergencia’.
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