Abrir un negocio fue una reacción natural, como cubrir el rostro ante un golpe que se aproxima. Rebecca Atienza había estado acumulando ideas desde hace años; tenía innumerables fotos y cotizaciones guardadas en un cajón. Eran ideas lejanas, sueños, deseos, que un buen día volcó sobre el sofá y rebuscó a prisa al sentir el golpe financiero de la crisis económica.

Abrir Café Hacienda San Pedro en la urbe, fue una respuesta tan natural como también lo es agarrar un extintor en medio del fuego: su entonces esposo había quedado desempleado, el trabajo en la farmacéutica ya no le motivaba. Cuando se atrincheraban los espacios, ella abrió un surco para plantar café en medio de la Avenida José De Diego, en la capital.

Hacienda Café San Pedro (Josian Bruno Gómez / NotiCel)

Sus deseos habían estado durmiendo durante años, sin utilidad alguna. Hasta que surgió la crisis familiar y respondió con creces. Siete años después, ha plantado otros dos negocios familiares en Hato Rey y Miramar, adicional al de Santurce, y ha sido testigo de un resurgir de sitios de café en el área metropolitana.

Roberto Atienza, su padre, fue el germinador de la idea en la década de los setenta. Al graduarse de escuela superior, tomó la ruta contraria a la que dictaba su generación. La agricultura era considerada como un castigo por las horas largas de trabajo arduo bajo el Sol – tanto las maestras como su propio padre, don Alberto Atienza, le alentaban a continuar estudios universitarios para no ‘tener que terminar arando la tierra’ – pero el entonces joven de 17 años quería dedicar su vida al cuidado de ella.

Cuarenta años después, reflexionó que valió la pena su esfuerzo. ‘Todos (mis hijos) de alguna forma u otra viven del café, y han seguido la tradición y el esfuerzo’, comentó complacido.

La familia Atienza es un perfecto ejemplo de dos generaciones que echaron sus proyectos hacia adelante en circunstancias totalmente distintas. Qué permitió que sus negocios tuvieran éxito? Eso es parte de lo que indagó NotiCel junto a WKAQ 580 am en la serie Puerto Rico Crece.

‘Aunque uno podría decir que (el café) no es algo de necesidad, sí lo es. Yo soy uno… Si estoy un día sin tomar café, me da algo’, contó en el museo restaurante de la hacienda, a pocos pasos de la casa donde ha permanecido toda su vida.

‘Ella le puso el corazón a su negocio y nosotros se lo pusimos acá’, juró Atienza sobre el trabajo que ha hecho su hija con las tiendas, y él y su hijo con la producción.

*No se pierda el resto de la serie Crece en Puerto Rico toda esta semana en NotiCel.com y WKAQ 580.