San Juan – ‘¡Misión cumplida!’ Esa fueron las primeras palabras que Miguel Arroyo Ramos dijo a la prensa luego de cruzar la meta del IronMan 70.3 Puerto Rico, triatlón que el año pasado no pudo acabar despues que un tiroteo de carro a carro en plena ruta de la competencia lo dejara con dos balazos y al borde de la muerte.
La emoción fue mucha. Cuando pasó en bicicleta por el lugar donde se suscitó la balacera comenzó a llorar mientras pedaleaba a toda prisa. Igual, cruzada la meta, se confundió en un emotivo abrazo con William Medina, aquel fotógrafo y, sobre todo, amigo que le salvó la vida al montarlo en una motora y llevarlo al Centro Médico en Río Piedras.
Según contó Arroyo Ramos, ‘no importa cómo, iba a acabar la prueba. (Habían) demasiadas personas contando con esto. El pueblo de Puerto Rico (estaba) pendiente y todos los amigos que querían que se lograra. Que lo pudiera terminar no solo por mí sino por ellos y lo que representa’.
‘Cuando pasé por el área, me eché a llorar y le di gracias a Dios. En el regreso, me ocurrió nuevamente. Cuando llegué y vi toda la gente (también lloró). Todo el mundo (diciendo) ‘Vamos Kiko, vamos!’. Pero después me concentré en lo que tenía que hacer’, rememoró el fisiatra de profesión, quien le regaló su medalla de participación a Medina. ‘Él me salvó la vida así que esto es de él’.
En el caso de Liz Boivin, la estadounidense que también resultó herida con un disparo en la pierna izquierda, no hubo lágrimas. Lo que hubo fue risa. Y mucha.
Para ella, fue la comunidad boricua y el calor que constantemente mostraron lo que más la motivó.’Hoy fue todo sobre comunidad y apoyarse mutuamente, hacer lo mejor que puedas hacer. Pero fue increíble ver tanto apoyo de la gente’, sentenció.
Más allá de la emoción, no se puede uno olvidar que ambos atletas completaron una carrera que recorrió 70.3 millas nadando, rodando en bici y andando a pie, mas es considerada una de las competencias más difíciles celebrada en la Isla.
‘Habían nervios antes de entrar al agua mientras estás esperando, porque sabes a lo que vas. Y siempre, por más que entrenes, hay la duda de si estás preparado. Después que entras al agua y te meten la primera patá’, uno reacciona y arranca’, dijo Arroyo Ramos reconociendo que fue el viento, mientras corría bicicleta, el reto físico más fuerte al que se enfrentó durante la competencia.
Por otro lado, explicó Boivin, el calor fue lo más difícil. ‘Fue brutal, todos sufrimos aquí. Duele tanto pero fue tan bueno. Hacía mucho calor hoy pero fue (una competencia) muy buena. Todo el mundo mostrándome apoyo, diciendo ‘vamos Liz, acaba lo que empezaste!’. Es asombroso’, manifestó emocionada.
Finalmente, ambos atletas agradecieron al pueblo boricua por el apoyo recibido tanto al momento de los disparos como durante la competencia, un año después. Más que agradecidos, los dos quedarán siempre marcados por la solidaridad mostrada por los puertorriqueños tras el lamentable suceso que empañó el IronMan 70.3 del 2015.
‘Gracias a todos. Gracias por esas oraciones, que si no es por ellas y el apoyo, muy probablemente yo no me hubiera arriesgado a tirarme hoy a la calle y participar del evento’, finalizó Arroyo Ramos.
Igual, Boivin, expresó las ‘gracias a todos desde el fondo de mi corazón. Sentí que todos me trataron como si estuviera en casa y eso es asombroso’.
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