La luna de miel duró solo un partido para los reconstruidos Cavaliers de Cleveland, tras caer ante los Knicks de Nueva York 90-95 en una noche en la que los señalados como responsables fueron nada menos que LeBron James y el entrenador novato David Blatt.

El ‘rey James’ reapareció el jueves en su natal Ohio tras dejar las filas de los Heat de Miami, pero en el balance final dejó un saldo negativo de sólo diecisiete puntos, así como fallos en diez de los quince tiros que hizo a canasta. Además, le correspondieron ocho de los diecinueve balones que perdió todo el equipo. Pero este último detalle no es nuevo.

En la temporada 2010-2011, que marcó el fin de su era con los Cavaliers, James acumuló 284 perdidas de balón, su peor registro desde que llegó a la NBA. Y en la pasada con los Heat lo perdió 270 veces, el tercer peor registro, sólo superado por los 273 del año en que fue novato, precisamente con el equipo de Cleveland.

James asumió su cuota de responsabilidad, pero otros de sus compañeros endosaron una parcela al entrenador Blatt, que llegó al cargo sin experiencia previa en la NBA. El base Kyrie Irving, que lideró a los Cavaliers con 22 puntos y siete asistencias, admitió al concluir el partido que el entendimiento con el entrenador no fue el mejor.

Recordó que los jugadores tendrían que entender lo que quiere el director de juego, que ha llegado al banquillo con la propuesta de implantar un ‘triángulo ofensivo’. ‘Es un proceso en la búsqueda de estar todos en la misma página, algo que ahora mismo no sucede’, manifestó el base.

La defensa de los Knicks no tuvo mucho que decir en el pobre juego ofensivo de los Cavaliers, que fallaron 21 de 33 tiros de campo. El técnico Blatt achacó la derrota a la falta de energía dada al movimiento del balón.

Lo esperanzador para los Cavaliers es que quedan por jugar 81 partidos, 40 de ellos en su cancha, el Quicken Loans Arena. Un escenario, donde los 20.562 espectadores que llenaron las gradas, al margen del resultado, tuvieron una identificación completa con el regreso a casa del hijo pródigo, el ‘rey James’.