El informe desafía la percepción de que las nuevas rutas de admisión restan rigor y prestigio a la Universidad de Puerto Rico.
La Universidad de Puerto Rico (UPR) enfrenta un momento crítico: mientras datos oficiales confirman que, por primera vez en su historia, la mayoría de los estudiantes admitidos provienen de colegios privados y no de escuelas públicas, una investigación de la misma institución demuestra que abrir las puertas mediante vías de admisión no tradicionales no compromete la calidad académica de los admitidos.
El estudio Perfil, Logros, Adaptación y Retención de Estudiantes No Tradicionales (PLARESNO), realizado por la División de Investigación Institucional y Avalúo del Recinto de Río Piedras, evaluó a estudiantes admitidos sin el examen del College Board, en virtud de la Certificación 33 (2022-2023). Sus hallazgos revelan que no existen diferencias significativas en el desempeño académico entre quienes ingresaron por la ruta tradicional y quienes lo hicieron por vías alternas.
“El informe ya está publicado en la página web, que puedes leer los resultados, pero de lo más interesante que te puedo resaltar es que, en términos de desempeño académico, no se encontraron diferencias significativas entre la muestra de estudiantes admitidos bajo la vía no tradicional y la muestra de estudiantes admitidos tradicionalmente”, explicó el Dr. Héctor Aponte Alequín, investigador institucional y profesor de lingüística de la UPR en Río Piedras.
El estudio señala que tanto estudiantes tradicionales como no tradicionales enfrentan retos similares asociados a la carga académica, el uso de plataformas tecnológicas y la integración social. De hecho, el 55.2% de los encuestados indicó estar completamente de acuerdo en que lograron hacer amistades durante su primer año, un factor que incide directamente en la adaptación universitaria.
Los testimonios recabados a través de grupos focales resaltaron que las actividades de inserción, como cursos de verano, campamentos y programas de bienvenida, así como el apoyo familiar y de pares, fueron claves para la adaptación.
“Parte de los aspectos que ayudaron a la adaptación fueron actividades de inserción antes de iniciar el semestre, los servicios que ya tiene el recinto y los estudiantes de niveles más avanzados”, detalló Aponte Alequín.
En cuanto a la retención, el grupo de estudiantes no tradicionales alcanzó un 81% frente al 100% de los admitidos por la vía tradicional. Aunque la diferencia es marcada, los investigadores concluyen que los programas de acompañamiento académico y social contribuyen de manera significativa a sostener la permanencia.
Estos resultados se producen en un momento en que la UPR atraviesa un viraje histórico en el perfil de su estudiantado.
Según publicó NotiCel, para el año académico 2025-2026, el 53% de los admitidos proviene de colegios privados, frente a un 47% de escuelas públicas. En 2006, la relación era inversa: seis de cada diez estudiantes venían del sistema público.
El Dr. Aponte Alequín contextualizó la relevancia de los hallazgos en este panorama: “Me parece que eso (investigar) es lo que debemos replicar en el resto de esfuerzos que se hagan, se debe investigar para poder contar con los datos, la información y los sentires que ayudan a la gerencia académica a tomar decisiones que propenden al éxito”.
Mientras, voces del magisterio y el propio secretario de Educación, Eliezer Ramos Parés, han señalado que la UPR ha perdido terreno frente a las universidades privadas, que se muestran más ágiles en procesos de reclutamiento y ofrecen programas ajustados a intereses vocacionales inmediatos.
“El proceso de adaptación de las universidades privadas con nuestros jóvenes está mucho más activo. La UPR tiene recintos que han modernizado sus ofrecimientos, como Carolina o Arecibo, pero otros siguen estancados en modelos de hace 20 años”, advirtió Ramos Parés en declaraciones previas.
El estudio PLARESNO también recoge recomendaciones para la institución, entre ellas: mejorar el proceso de matrícula, modernizar instalaciones, fortalecer la asesoría académica, ampliar los programas de acompañamiento y garantizar acceso a alimentos accesibles en el campus.
De acuerdo con Aponte Alequín, la evidencia apunta a que “cada vez más se demuestra que los proyectos de acompañamiento sí ayudan y sí tienen un efecto en la retención”.
Con los datos sobre la mesa, la investigación plantea un mensaje claro: la apertura de rutas de ingreso no tradicionales no es una amenaza al rigor académico de la universidad, pero sí un recordatorio de que la UPR debe modernizar sus estructuras, ampliar apoyos y asumir un rol más activo en atraer y retener al estudiantado del sistema público, cuya presencia en la institución ha disminuido de forma sostenida en las últimas dos décadas.
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