Adiós a Romero Barceló: el roble terco y controversial
Esta vez no hubo grandes masas que corearan su nombre, ni quienes cantaran sus estribillos de campaña política. En su lugar, quedó reflejado la polarización de su figura, una que era venerada por sus pupilos y allegados y repudiado por otro sector de la población.
“No se puede hablar de mi papá si no se habla de la estadidad”
Melinda Romero Donnelly, la menor de cuatro hermanos, contaba cómo fue la única descendiente del exgobernador Carlos Antonio Romero Barceló que heredó su “carácter, terquedad, impaciencia y un gran corazón”, aunque éste último, a su juicio, pasara desapercibido ante el público general.
Romero Barceló fue una figura controversial y sus gestas y sombras políticas lo acompañaron hasta lo que fue el inicio de sus honras fúnebres, celebradas el miércoles en el Capitolio. En ellas, se insistió sobre su lado cariñoso, a toda vez que se reiteró su lucha por la estadidad para Puerto Rico.
Si la historia no basta para comprobar sus polémicas, ya sea por las formas y maneras en que defendía su ideología y se enfrentaba a sus adversarios políticos, o su asociación a las ejecuciones de Carlos Soto Arriví y Arnaldo Darío Rosado en el Cerro Maravilla, bastaba con creer en los breves mensajes proclamados al lado de su féretro.
Sin embargo, el acto fúnebre no comenzó con la afirmación de Romero Donnelly, el único familiar de Romero Barceló que se dirigió a la controlada lista de invitados en la Casa de las Leyes para darle el último adiós a quien fuera el quinto Gobernador de Puerto Rico electo por el pueblo.
A las diez de la mañana del miércoles, 5 de mayo, una alfombra borgoña desplegada en las escalinatas del Capitolio esperaba la llegada del féretro negro metálico, con detalles en plata, que tenía en su interior a Romero Barceló. La estera era delineada por una guardia de honor, compuesta por el presidente del Senado, José Luis Dalmau Santiago, e integrantes de la delegación del Partido Nuevo Progresista (PNP) en la Cámara de Representantes y el Senado.
A pocos pies de distancia, ocho policías, que fungieron como escoltas del exgobernador en sus últimos años de vida, aguardaban bajo el sol candente para remover el ataúd de la carroza fúnebre y llevarlo a La Rotonda en el interior del Capitolio.
Uno que otro curioso se asomaba por las ventanas del lado norte del Capitolio. En cambio, de los cristales de la oficina de María de Lourdes Santiago Negrón, senadora por el Partido Independentista Puertorriqueño, se colgaron carteles con el mensaje “ni perdón ni olvido”, junto a dos cruces, en referencia a Cerro Maravilla.
A esa hora solo se esperaba, aunque el cuerpo no tardaría en llegar. La Plaza de la Democracia albergaba las carpas designadas para la prensa y alrededor de tres personas en espera para dar sus respetos al fallecido.
Esta vez no hubo grandes masas que corearan su nombre, ni quienes cantaran sus estribillos de campaña política. En su lugar, quedó reflejado la polarización de su figura, una que era venerada por sus pupilos y allegados y repudiada por otro sector de la población.
Una persona que transitaba por la avenida Luis Muñoz Rivera bajó el cristal de su vehículo y gritó “Romero, asesino”. Ya comenzada la ceremonia, la representante, Mariana Nogales Molinelli, del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC), portó un pequeño cartel en su camiseta con las caras de Soto Arriví y Darío Rosado.
“Estoy parada aquí por los que no pueden pararse. Estoy aquí expresando el punto de vista de muchas personas que no pueden estar aquí. No es con la familia, porque entiendo el luto, pero hay otras familias que tuvieron un luto no resuelto”, argumentó Nogales Molinelli.
Con pocos minutos de diferencia, llegó la familia Romero Donnelly, encabezada por Kate, viuda de Romero Barceló, Melinda, y algunos nietos del difunto. Luego, a las 10:10 de la mañana, llegó el coche fúnebre, lo que significaba que en pocos minutos comenzaría la primera de tres ceremonias, divididas por la directriz de limitar las aglomeraciones de personas durante la pandemia del COVID-19.
También, porque Romero Barceló no solo fue gobernador en dos ocasiones, sino que fue senador por el Distrito de Bayamón, alcalde de San Juan y comisionado residente en Washington, por lo que antes de ser cremado, de acuerdo a sus últimos deseos, su despedida debía extenderse a los lugares en los que dictó política pública.
“Un hombre de convicciones fuertes, de luchas sostenidas, muchas veces apasionadas, aguerridas, fuertes, pero con un gran sentimiento en su corazón, porque lo único que quería era lo mejor para todos y cada uno de nosotros. Carlos Romero Barceló era una persona que aprendí a querer desde muy joven, uno de los pocos políticos que iba a las casas de las personas, se quedaba y almorzaba”, aseguró Carlos “Johnny” Méndez Núñez, expresidente de la Cámara de Representantes.
Méndez Núñez es una de las tantas figuras que se pasea ahora por los pasillos de mármol y que acreditó a Romero Barceló por alguna gran enseñanza.
Defienden su valentía y fortaleza
El padre Carlos Pérez, a cargo de la invocación, garantizó que, como el Capitolio era “lugar de sueños y luchas, retos y angustias, resulta el más apropiado para honrar la memoria de uno de nuestros gobernantes”.
El féretro estaba ubicado en La Rotonda, que alberga la Constitución de Puerto Rico. Le acompañaba una pintura de Romero Barceló enmarcada y un lazo, ambos en negro. Hacia arriba, colgaba la bandera de los Estados Unidos y, al otro lado, la de Puerto Rico con el triángulo en color azul oscuro.
“Para un penepé como yo, un estadista, un militante de la Palma, despedir a un líder de la talla de Carlos Romero es muy fuerte, pero Carlos Romero Barceló me enseñó a mi y a muchos militantes de la Palma, el verdadero significado de la valentía”, anunció, por su parte, Thomas Rivera Schatz, expresidente del Senado.
A esto aseguró que “procuraron por todos los medios demonizarlo. Procuraron por todos los medios derrotarlo. Procuraron por todos los medios acorralarlo y Don Carlos siempre echó pa’lante y nunca tuvo miedo, enseñándonos que no importa el escenario, nunca nos vamos a arrepentir de ser valientes”.
El senador aprovechó su tiempo en el podio para insistir en la estadidad para Puerto Rico y en la victoria de esa opción de estatus en el plebiscito de noviembre de 2020. La muerte de Romero Barceló les convocaba, aseguró, a lograr que Puerto Rico sea el estado 51 frente a quien sea, donde sea y como sea. Ante el Congreso de los Estados Unidos hay al menos dos proyectos de ley a esos fines, pero no han sido llevados a votación. El proyecto de estadidad para Washington, D.C., en cambio, ya contó con el aval de la Cámara federal y, de aprobarse, convertiría a ese territorio en el ansiado estado 51.
“Mucha gente le decía el caballo. Pero no tenía reversa. Iba de frente. Mandaba e iba, pero siempre también era bien cariñoso. Yo por lo menos puedo decir de ese afecto, que aunque no estaba de acuerdo, te lo decía con una sonrisa. Don Carlos nunca dejó de ser presidente del Partido Nuevo Progresista, líder estadista, comisionado residente ni gobernador, porque a donde quiera que se paraba, hablaba como tal”, subrayó, por su parte, la comisionada residente Jenniffer González Colón.
La fogosidad estadista tomó jocoso y nuevo auge cuando uno de los arreglos forales que acompañaban el féretro —compuesto por lirios, orquídeas y rosas— se desplomó. El choque del tiesto con el piso detuvo la ceremonia por varios segundos. En ese momento, el vicepresidente de la Cámara de Representantes, José “Conny” Varela Fernández, quien tenía la palabra, exclamó que “ese es el espíritu de Don Carlos, que sigue peleando. Ese hombre, después de muerto, aún sigue”.
Romero Barceló, de 88 años, falleció el domingo, 2 de mayo, el mismo día —aunque dos años después— de quien fuera su principal adversario político, Rafael Hernández Colón, del Partido Popular Democrático (PPD).
“Como si esa rivalidad continuara, para que nadie se olvide”, sugirió Dalmau Santiago en su turno al podio. Para el también presidente de la Pava, Romero Barceló era “fuerte, ambicioso y controversial”, con un extraordinario resumé político.
Pasado el medio día, la cantidad de público podía contarse con la mano. Entre los asistentes se encontraban exempleados de Romero Barceló, como Francisco García, que fue administrador de Defensa Civil de San Juan, quien describió al exfuncionario como “tremendo ser humano, era extraordinario. Había que quitarse el sombrero”.
Por otro lado, Sylvia Hernández Castrodad aseguró que de Romero Barceló se lleva “la disciplina, la solidaridad con su pueblo, porque Don Carlos es una persona de pueblo, de gente sencilla, era sociable, amigable, campechano y una persona dedicada al trabajo arduo, a la igualdad”.
La secretaria de la Gobernación, Noelia García Bardales, acudió a los actos en representación del gobernador, Pedro Pierluisi Urrutia, quien había decretado 30 días de duelo por el fallecimiento de Romero Barceló. Ningún exgobernador acudió a la ceremonia a la que sin embargo, se espera acudan hoy en La Fortaleza. La doctora Tiody De Jesús, viuda de Luis A. Ferré, también se presentó en la ceremonia.
“Solamente les puedo decir que imaginen el amor y la pasión que Carlos Romero sentía por esta Isla, que solo luchó porque todos fuéramos iguales, iguales con aquellos ciudadanos que no vivían en la Isla, que no tenía que haber distinción entre uno y otro. Ese amor y esa pasión por Puerto Rico era el mismo amor y la misma pasión por la familia nuestra”, atestiguó Romero Donnelly.
El féretro permaneció cerrado durante todo el día y se mantuvo en el Capitolio hasta las cuatro de la tarde, hora en que la Guardia Nacional y la Policía de Puerto Rico dispararon dos tiros de balas de salva en las afueras que retumbaron en el mármol de las paredes capitolinas. En la próxima parada, será expuesto en la Alcaldía de San Juan y La Fortaleza.