Padres y madres trabajadoras enfrentan problemas durante la pandemia para cuidar a sus hijos
Estudio señala que más de un tercio de las familias en Estados Unidos han tenido que designar el cuidado de sus niños a uno de sus miembros, y un escenario similar se pudiera vivir en la Isla.
Cuando inició el confinamiento en la Isla a causa del COVID-19, el pasado 16 de marzo, Moraima Díaz, una madre soltera que ha desarrollado una exitosa carrera en la industria de la construcción, se dedicó de lleno a ayudar a sus dos niñas, de siete y 10 años, a estudiar desde casa. Sin embargo, su panorama cambió dramáticamente cuando recibió la notificación de que podía regresar al trabajo, y no supo qué hacer con sus hijas.
“Fuimos de los primeros en regresar. Las nenas tenían clases por internet y no tenía con quién dejarlas. Soy madre soltera, y el papá y toda mi familia está en los Estados Unidos. Nosotras estamos aquí solitas, prácticamente, me iba a volver loca”, contó a NotiCel.
A mediados de abril, la industria de la construcción comenzó a recibir luz verde para su reapertura, después de que en una carta circular del Secretario de Desarrollo Económico se notificara que el Homeland Security había incluido la construcción de viviendas nuevas, como parte de los desarrollos esenciales críticos. En ese momento, Moraima tuvo que regresar a su puesto de trabajo.
“No había escuelas, no había cuidos, la gente tenía mucho miedo. No es como ahora que está todo el mundo en la calle. Tuve que buscar, a través de mis vecinas, varias recomendaciones de personas que pudieran venir a casa, a ayudar a las nenas con las tareas y cuidarlas a la vez. Fue un momento de mucha tensión porque, primero es alguien que vas a comenzar a conocer, y segundo, era un gasto adicional que me tenía que tirar encima en momentos de crisis económica y con el miedo de que las cosas no arranquen”, recordó.
Afortunadamente, una vecina de confianza la refirió con una tía, que era una maestra retirada, y la pudo contratar para que se hiciera cargo de las menores. Ese cuido se ha visto extendido, pues aunque las clases culminaron, Moraima se reporta a diario a trabajar, y no hay campamentos disponibles para enviar a sus niñas.
Esta historia se repite en distintos entornos sociales, unos más complejos que otros, y en todos los países alrededor del mundo.
En un estudio realizado por Urban Institute, un grupo de investigación que es financiado por la Fundación Robert Wood Johnson, se reflejó que más de un tercio de las familias en los Estados Unidos han tenido que designar el cuidado de sus niños a uno de sus miembros, desde que inició el brote de coronavirus.
En el análisis, que se basa en una encuesta representativa a nivel nacional de adultos de entre 18 y 64 años, realizada entre el 25 de marzo y el 10 de abril, se destaca que la mayoría de los padres informaron que sus hijos se han quedado en casa debido al cierre de la escuela o el cuidado de niños, y muchos se han enfrentado a decisiones difíciles para administrar el trabajo y las responsabilidades de cuidado. Un tercio (33.3%) informó que alguien de la familia se queda en casa para cuidar niños, y un sexto (16.5%) informó dificultades para organizar el cuidado infantil debido al brote.
Los padres de bajos ingresos y los padres hispanos tenían menos probabilidades de poder trabajar desde casa y más probabilidades de haber tenido dificultades para organizar el cuidado infantil que los padres de mayores ingresos y los padres blancos no hispanos, se añadió. Esto, es debido a la naturaleza del trabajo de esta población, que en su mayoría se da en la industria de los alimentos.
“Es que si tú trabajas en un fast food, nunca tuviste el ‘break’ de quedarte en casa”, dijo a NotiCel una joven madre doradeña de 21 años, que solo quiso presentarse como Laura.
“Yo tengo un nene de tres años y vivo sola con él. Hace tiempo que no veo a mis papás. Somos nosotros dos y con to’ y con eso, los chavos no dan. Si tenía el ‘break’ de ir al trabajo, lo iba a hacer. A mí no me gusta tener que pedirle nada a nadie”, añadió.
“Mi trabajo nunca cerró y yo dije que me dieran turno porque lo necesitaba. Como no había Head Start, le dejé el nene a mi vecina del lado y ella me lo cuidaba las horas que yo trabajara. Tú sabes, me daba miedo, ella tiene tres nenes y los nenes se enferman, pero, ¿qué alternativa uno tiene? Y después tu ves que las ayudas no llegan, ¿cómo tú le explicas a un nene de tres años que no hay pa’ comer?”, relató la joven madre que, aunque es beneficiaria del PAN, ha seguido trabajando porque asegura que el dinero no es suficiente para ambos.
Y esta es una realidad que parece extenderse por varios meses más. Las escuelas públicas y privadas permanecen cerradas y, a todas luces, se preparan para iniciar en línea el nuevo año escolar. Además, los campamentos de verano que se están ofreciendo lo están haciendo bajo la modalidad virtual y los centros de cuido en el país continúan cerrados. Y aunque esa red de ayuda familiar con la que se puede contar siempre fue una alternativa, en tiempo de coronavirus y de distanciamiento social, parece desvanecerse poco a poco.
El estudio de Urban Institute, refleja, precisamente, casos como los de Moraima y Laura. Ambas, con compromisos de trabajo, enfrentaron dificultades para el cuido de sus niños, solo que una logró que el impacto no fuera tan fuerte para sus hijas, dejándola en casa con una tutora, y otra debió dejar al suyo, “con miedo”, entre otros niños.
“Los padres de bajos ingresos tenían menos probabilidades de poder trabajar desde casa y más dificultades para organizar el cuidado de los niños que los padres de mayores ingresos (21.5 % versus 14.4 %). Lo mismo se aplica a los padres hispanos, que tenían menos probabilidades de poder trabajar desde casa y más dificultades para organizar el cuidado de los niños que los padres blancos no hispanos… Aunque estas diferencias son estadísticamente significativas, su magnitud es relativamente pequeña, lo que sugiere que la disponibilidad de cuidado infantil es un desafío para los padres en toda la escala de ingresos y los grupos raciales y étnicos que examinamos”, lee la encuesta.
“Los padres que trabajan con ingresos más bajos también tienen menos probabilidades que los padres que trabajan con ingresos más altos de tener acceso a licencia por enfermedad con goce de sueldo”, se detalla en el estudio, realidad que se vive actualmente en Puerto Rico.
“En Puerto Rico no existe una ley que proteja a los padres por asumir a su rol de padres y madres, pero creo que esta es una buena oportunidad para legislar”, dijo el licenciado Jaime Sanabria Montañez.
Recientemente, Sanabria Montañez ofreció una charla en la que habló de los derechos de los padres trabajadores y diversas licencias que pudieran aplicarles, y exhortó a los patronos a mostrar mayor empatía al momento de pedir a sus empleados el regreso a labores. De hecho, en España, en donde la situación es similar, se ha visto una tendencia a que las empresas se han comprometido con la situación y, de la mano del gobierno, han comenzado a negociar con sus empleados desde su caso particular.
“Se trata de que se sienta concernida y comprometida con el problema, y de que ayude al Gobierno en esa tarea. Eso puede ser menos necesario en países como Dinamarca o Suecia, con un Estado del Bienestar fuerte; pero en otros como España, Italia o Latinoamérica, se requiere la colaboración público-privada”, dijo al diario El País, Roberto Martínez, director de la Fundación Más Familia.
“Primero, me parece incoherente todo lo que está pasando. Cuando se cerró, no se tomaron medidas ni se legisló para dejar al menos un cuido parcial para los padres y madres que trabajan en profesiones esenciales. Además de eso, la manera en que se está abriendo, sin datos estadísticos ni de salud, y tampoco tomando en consideración los padres trabajadores es absurdo. Aquí hay un fondo de emergencia disponible, hay dinero en caja para pagar las obligaciones a bonitas, pues que se identifiquen esas partidas para, por ejemplo, subvencionar o pagar mediante licencia a estas personas que no tienen derechos”, concluyó Sanabria Montañez.