Estudio vincula experiencias difíciles en pandemia con mayores problemas de salud mental
La investigación incluyó un cuestionario con 50 posibles experiencias que pudieron haber vivido los puertorriqueños desde que comenzó el coronavirus en 2020.
Un estudio de la estudiante doctoral Gabriela Martínez Seda, de la Universidad Albizu, concluyó que las familias puertorriqueñas que más se vieron expuestas a experiencias difíciles durante la pandemia presentaron una mayor sintomatología de salud mental.
Martínez Seda, quien presentó su investigación en una actividad de la institución educativa, dijo que la investigación incluyó un cuestionario con 50 preguntas, de carácter familiar, unas para los padres y otras a los mismos progenitores, pero dirigidas a los hijos (de cuatro a 18 años), que consultó, por ejemplo, si hubo pérdida de trabajo, si debieron llevar a los abuelos a la casa o si se sintieron obligados a vacunar a sus hijos.
Estos “estresores” fueron incluidos en una encuesta anónima en línea en el que participaron 350 familias, las que también entregaron otros antecedentes (sociodemográficos o el estado de vacunación).
“Buscamos medir la salud mental en niños y adolescentes, así como de los padres y cuidadores. Queríamos evaluar el estrés percibido, viendo la realidad virtual que se estaba dando y sus efectos, que motivaron nuevos roles dentro de la familia”, dijo Martínez Seda.
Tras los primeros análisis, la estudiante doctoral estableció que había “una asociación significativa entre las variables. Había una relación en que a más experiencia con el coronavirus se producía una mayor sintomatología de salud mental. Así también sucedía entre más estresores”.
Expuso que “una familia, en promedio, estuvo expuesta a 16 experiencias de las 50 que fueron incluidas en el cuestionario”.
La experta, quien fue guiada en el estudio por la doctora María Vélez Pastrana, aclaró que aún “no observamos una relación causal. Para algunos, manejar el estrés durante la pandemia no fue algo significativo, pero para otros, pese a la poca experiencia que tuvieron con el covid-19, no tenían la capacidad emocional y eso tuvo repercusiones en su salud”.
Explicó que las conclusiones iniciales de los datos “lo que me podrían decir, de forma coloquial, es lo que podría haber hablado con una familia tomando un café, porque se advierte que es algo lógico, que no sorprende, pero la investigación nos da un respaldo numérico”.
La estudiante doctoral en psicología clínica agregó que “es una oportunidad de justificar medidas que apoyen las destrezas socioemocionales que se necesitan para disminuir las consecuencias negativas a largo plazo” de la pandemia.