Los niños y adolescentes pueden padecer también de diabetes
La mayoría de los casos de esta condición a temprana edad son de tipo 1.
Los niños y adolescentes en temprana edad pueden también ser víctimas de la diabetes y cuando ocurre sus casos son mayormente de la diabetes tipo 1, que se puede presentar a cualquier edad, pero se diagnostica con mayor frecuencia en niños, adolescentes o adultos jóvenes.
Al igual que todos los casos de diabetes en los menores de edad afectados, el cuerpo no produce o produce poca insulina y en la mayoría de las ocasiones el tratamiento requerirá inyecciones o aplicaciones diarias de insulina.
El recién publicado Informe Nacional de Estadísticas de la Diabetes, 2020. (Atlanta, Georgia: Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU.; 2020), estimó que 210,000 niños y adolescentes menores de 20 años — o 25 por cada 10,000 jóvenes en los Estados Unidos — tenían diabetes diagnosticada en el 2018. Dicha cifra, se indica, incluye a 187,000 con diabetes tipo 1.
Este tipo de diabetes, coincide la literatura sobre el tema, aparece generalmente en niños, aunque también puede iniciarse en adolescentes y adultos, y suele presentarse de forma brusca y muchas veces independientemente de que existan antecedentes familiares.
Los padres deben mantener observación continua de los menores para detectar posibles síntomas de diabetes. Entre los más comunes se señala la frecuencia al orinar, incluyendo el mojar la cama en niños que ya saben cómo ir al baño por sí solos. Otros síntomas son tener mucha sed, sentirse muy cansado, bajar de peso y un aumento de apetito.
Aunque no existe cura para la diabetes, los niños y menores de edad que padecen la enfermedad pueden tener una infancia y adolescencia casi normal si la mantienen bajo control. Se asegura que cualquier tratamiento eficaz requiere que el joven esté motivado y participe en el control de la enfermedad y eso supone seguir un régimen alimentario saludable estricto, realizar actividad física, medir el nivel de glucosa en la sangre con regularidad y tomar los medicamentos tal como se han recetado.
En muchos casos ese tratamiento presupone una terapia de insulina que puede aplicarse en varias inyecciones al día o a través de una bomba o instrumentos que suplen insulina periódicamente.
Se recomienda además fomentar buenos hábitos para controlar la diabetes cuando el niño es pequeño ya que ello puede resultar en un impacto mayor en su control cuando crecen. No mantener el control de la diabetes cuando ocurre a temprana edad puede provocar complicaciones a largo plazo en la vida de esta persona. Entre los posibles efectos se mencionan la pérdida de la visión, infartos, hipertensión, derrames, impotencia sexual, enfermedades pulmonares e insuficiencia renal.
Aunque históricamente se asocia la diabetes 1 con las personas más jóvenes, se advierte que están aumentando entre estos los casos de la diabetes tipo 2, a la que se le solía llamar la “diabetes del adulto”. Se atribuye este incremento a una tasa mayor de obesidad entre niños y adolescentes.
La experiencia indica que el riesgo de desarrollar esta enfermedad aumenta si los niños y adolescentes están en sobrepeso u obesidad, tienen antecedentes familiares de diabetes o no hacen suficiente ejercicio.