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Luis Rafael Sánchez: 'El credo puertorriqueñista arrasa en las calles'

La palabra puertorriqueñidad no existe según el Diccionario de la Real Academia Española. Luis Rafael Sánchez, sin embargo, la enarbola como un himno, la divulga con deje triunfal, la alza como todo aquello que especifica para los puertorriqueños un lugar propio en el mundo.

'Esa golpeada palabra' es para el crucial escritor puertorriqueño lo que ilumina la vida cotidiana de Puerto Rico, desde las acciones más trascendentales hasta todo lo que algún que otro pensamiento pueda tachar de superficial. 'Irónicamente, por superficiales, son capaces de medir la temperatura auténtica de una sociedad como la puertorriqueña, huérfana de gestas, aunque colmada de gestos', dijo .

Es en esos gestos que aparentan superficialidad -Ricky Martinalzando una monoestrellada en un concierto en París, los boxeadores Félix Verdejo, Miguel Cotto y Tito Trinidad cubriendo sus cuerpos con detalles de la insignia, las calcomanías en los carros con frases de 'Boricua a bordo', 'Boricua de pura cepa', 'De aquí como el coquí'-, es que Puerto Rico expresa su total renuencia a desechar su idiosincrasia.

'El credo independentista fracasa en las urnas, pero el credo puertorriqueñista arrasa en las calles', su voz resuena.

El escenario es el Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), la principal cita trienal para que pensadores hispanohablantes se sienten a debatir y reflexionar sobre el estado actual del idioma. Es la inauguración, y a la tarima sube el autor de La guaracha del Macho Camacho, el escritor puertorriqueño de lengua afilada y ojos risueños.

En quince minutos, el escritor puertorriqueño toma a Puerto Rico de la mano, lo estudia con lupa, y con su lengua afilada, perfila la migración, la vida patriótica que se da en las calles, la batalla del status que insiste en dominar el debate público y las pequeñas instancias diarias –diminutas pero contundentes– que hacen vibrar la cultura y el amor patrio.

La lengua de Puerto Rico, influida por el inglés pero no desgajada en estos 115 años como territorio no incorporado de Estados Unidos, insiste en preservar el español como su idioma oficial. Esto, incluso enmarcado en el contexto de una vasta población puertorriqueña asentada en el extranjero que cada vez es mayor e incluso sobrepasa la cantidad de puertorriqueños que aún viven en la isla del Caribe.

'Mudanzas continuas a Texas, a Florida, a la Gran Manzana, regresos diarios a Country Club, a Santa Juanita, a la Riviera, los trajines y las fatigas del ir y volver retratan el Puerto Rico nómada, a la hora actual, el único Puerto Rico permanente', define la migración que marca el diario vivir local.

'El equipaje de los viajeros lo abulta el idioma puertorriqueño de la vivencia, que es el idioma español. Poco a poco, harán suyo el idioma puertorriqueño de la sobrevivencia, que es el inglés', define la relación entre los idiomas que se encaran a diario.

Sánchez tambiénhabla del cliché, cuya sombra es alargada, dice. Enumera los tres vicios de la escritura puertorriqueña: 'el amor natural de Patria, el sancocho espeso de razas y la peleamonga'.Y que Puerto Rico es monotemático en ocasiones, no lo puede negar el escritor.

'Nuestras vidas son los ríos que van a dar la mar que es elstatus(risa y aplausos). Mucho de cuanto contamos desaparece en las honduras del susodicho mar siempre revuelto. Elstatuspolítico se nos ha vuelto ardiente impaciencia. Medesdigo, vicio se nos ha vuelto', dice contundente.

Sin embargo, de esa sombra alargada también hay que deshacerse del cliché que esconde las complejidades de una sociedad.

'Basta decir Puerto Rico para que se lo disminuya con dureza, en tanto que país entrado en años, pero todavía deshojando la margarita colonial como un indeciso Hamlet caribeño, un Hamlet afrodescendiente. Basta decir Puerto Rico para que se disparen el malentendido, el prejuicio y la distorsión sobre la audaz creatividad de nuestra lengua española apuertorriqueñada', detalló.

Finalmente, a todos los rostros que por primera vez se asoman a la menor de las Antillas, la que nombran con el manoseado epíteto de Isla del Encanto, es a quienes Sánchez exhortaa que se dediquen a 'participar en la desactivación del cliché' durante el puñado de días que pisen suelo boricua.

Luis Rafael Sánchez (EFE)
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